Bienestar

Ciclo vital psicológico de la mujer

A lo largo de nuestra vida se presentan cambios y nuevos retos. Aprendemos cosas, nuestros esquemas se modifican y las dificultades nos forjan; nuestro pensamiento cambia. Como mujeres, tenemos un ciclo vital a través del cual vamos cambiando y con ello nuestro pensamiento. Adaptarnos a la forma en que cambia nuestra vida nos permitirá tener un mejor desarrollo personal.

Infancia. Los primeros años de nuestra vida nos encontramos en un periodo de desarrollo. Desde que nacemos comenzamos a aprender y el entorno en que nos desarrollemos marcará nuestra visión del mundo. Nuestra familia es nuestro primer referente.  Durante la niñez  aprenderemos normas, hábitos y conductas a través de la imitación de los adultos que nos rodean. Aprendemos también en esos primeros años a reconocernos como niñas y tomamos consciencia de nuestra persona.

Adolescencia. La menarca o primera menstruación, marca el inicio de nuestra siguiente etapa. Comenzamos a descubrir el mundo de “ser mujer” y nos acercamos al mundo de los adultos y la sexualidad. La adolescencia es tal vez una de las etapas más complejas y confusas. Tiene que ver con la aceptación de nuestro nuevo cuerpo y los cambios que se presentan con suma rapidez. Es común sentir ansiedad y preocupación, en ocasiones vergüenza o incomodidad. Ya no somos niñas, pero tampoco somos adultas y eso nos confunde.

Buscamos nuestra identidad y sentimos la necesidad de alejarnos de nuestros padres para encontrar a nuestro verdadero yo independiente de ellos. Es en esta etapa que se desarrolla una capacidad crítica y, a diferencia de la niñez donde solo pensamos en el aquí y el ahora, comenzamos a pensar en consecuencias a largo plazo.  Si bien a lo largo de nuestra vida nuestra identidad sufrirá cambios dependiendo de las circunstancias, lo cierto es que la adolescencia es una de las etapas que más nos marcará.

Embarazo y maternidad. Otra de las experiencias que cambiará significativamente nuestro pensamiento es el ser mamá. Ya desde el embarazo comenzamos a experimentar cambios a nivel neuronal y, sobre todo, cambios emocionales. Cualquier embarazo, especialmente el primero, puede hacernos sentir inseguras y estresadas, sobre todo en los primeros meses. Tener un bebé implica un cambio en nuestro estilo de vida, pero a medida que nos adaptemos a la nueva situación nos sentiremos más tranquilas.  También aparecerán nuevas incertidumbres y preocupaciones. Algunas mujeres presentan depresión después del parto y necesitarán la ayuda de un psicólogo.

Menopausia. Ésta representa el fin de nuestra vida reproductiva. No sólo es el final de la menstruación, sino que ocurre una serie de transformaciones psicológicas y emocionales en gran medida influenciadas por las transformaciones hormonales. A menudo coincide también con el síndrome del nido vacío: nuestros hijos han crecido y han comenzado a formar sus propias familias y/o su propio hogar. Nuestra identidad como madres se transforma y tenemos que reencontrarnos con nosotras mismas y con nuestra pareja.

Vejez. Alrededor de los 65 años comenzamos a tener un mayor declive de nuestras funciones. La proximidad de la muerte se torna una preocupación constante y  el debilitamiento de nuestras capacidades cognitivas y motrices puede hacernos dependientes y afectar nuestra autoestima. También la jubilación se presenta en esta etapa lo cual puede por un lado hacernos sentir con mayor tiempo libre o por el otro generar sentimientos de inutilidad. Es necesario que tomemos una actitud de aceptación de nosotros mismos, reconciliarnos con nuestros logros y fracasos. En lugar de la añoranza por el pasado, disfrutar los placeres de esta etapa. Es necesario prepararnos para la vejez antes de que lleguemos a esta, tener un estilo de vida saludable para que cuando lleguemos a esta edad seamos capaces de valernos por nosotros mismos y podamos disfrutarla, no sufrirla.

La forma en que afrontemos cada una de estas etapas influirá en nuestra calidad de vida y nuestra felicidad. Si sentimos que el cambio es demasiado para lidiar con el nosotras solas, siempre es válido pedir ayuda.

Escrito por: Elena Pedrozo

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