Cirugía plástica para el regreso a clases: Cambio de imagen para jóvenes universitarios
Por: Vivian Diller*
Durante su segundo año de preparatoria, Annie estuvo enfocada en mejorar sus calificaciones para asegurar un lugar en la universidad de su elección. Por eso sus padres se sorprendieron cuando, en su último año, sus preocupaciones cambiaron hacia otro tipo de mejora. En su cumpleaños número 18, Annie les rogó a sus padres que le pagaran unos implantes de senos, argumentando que su dinero sería bien invertido al darle la oportunidad de mejorar lo que ella creía que necesitaba para tener éxito en la universidad.
“Regreso a clases” solía significar comprar útiles escolares, y de vez en cuando uno que otro atuendo nuevo. La emoción y los nervios llenaban el aire cuando las vacaciones o trabajos de verano terminaban y comenzaban las preparaciones para un nuevo ciclo. En la actualidad, más y más adolescentes pasan sus días de verano—y gastan sus ahorros—preparándose para iniciar este nuevo capítulo en sus vidas con cuerpos y rostros quirúrgicamente renovados.
El año pasado, de acuerdo con estadísticas de la Sociedad Americana para la Cirugía Plástica (ASAPS), 15% de los procedimientos realizados en Estados Unidos fueron hechos en pacientes menores de 21 años. Para los jóvenes estudiantes de preparatoria como Annie, los procedimientos más populares incluían aumento de senos (4153), rinoplastía (9094) y otoplastía (10746). Mientras que los adolescentes conforman un porcentaje relativamente pequeño de las 9 millones de personas que actualmente buscan la cirugía cosmética, representa una tendencia con un crecimiento sin precedentes, (un aumento del 5% desde 2009), con un total de 125397 individuos solicitando mejoras corporales antes de tener edad suficiente para asistir a la universidad.
Todas las cirugías para cualquier menor de 18 años—incluyendo la cosmética—requieren la autorización de los padres. La ASAPS aconseja a los adolescentes que no se dejen llevar por las tendencias, pero es responsabilidad de los padres determinar el estado físico y emocional de su hijo antes de una cirugía—en especial cuando se trata de procesos que deben repetirse o mantenerse. También les dicen a los padres que algunos podrían necesitar “cirugía para mejorar algunos rasgos físicos que se sienten incómodos o defectuosos” y que algunas veces, “dichos defectos, si no se corrigen, podrían afectarlos incluso en la edad adulta.”
En una encuesta hecha para identificar las tendencias cosméticas del futuro, la ASAPS reportó que este grupo de edad, entre 18 y 24 años, tiene mayor probabilidad que cualquier otro de optar por la cirugía plástica—ahora y en el futuro—en comparación con todos los otros grupos de edad. Estos hallazgos sugieren que si los adolescentes no necesitaran autorización (y el financiamiento) de sus padres, la cantidad de chicos que se someterían a cirugía sería probablemente mayor.
Y contrario a la creencia popular, no es solamente la juventud americana la que hace filas en las oficinas de los cirujanos para mejorar su imagen antes de ir a la escuela. Esta tendencia se ha extendido a China, Corea, Brasil y la India. Reuters recientemente reportó que en China, los estudiantes adolescentes y jóvenes de 20 años conformaban el 80% de las 3 millones de cirugías plásticas practicadas en Beijing este verano. Un estudiante china de 21 años originaria de Shanxi, gastó 6000 yens (940 dólares) para arreglarse los párpados antes de volver a clases para que se vieran más grandes y más occidentales. Ella les dijo a los reporteros, “Quería verme y sentirme mejor conmigo misma.” China es el segundo lugar detrás de Estados Unidos en donde más se realizan estos procedimientos. Y cada vez más individuos eligen someterse a ellos a edades más tempranas.
Tanto aquí como en el extranjero, a veces son los mismos padres quienes sugieren al adolescente que se haga una “mejora” antes de ir a la escuela. Mamás y papás que han tenido experiencias positivas con sus propios procedimientos quirúrgicos, los ofrecen como regalos de graduación—sustituyendo los “paquetes de cuidado” que solían esperar a los chicos en su dormitorio universitario. Un padre me dijo una vez, “Iba a comprarle un auto a mi hija, como hizo mi padre cuando me gradué, pero esto le durará toda la vida.” Los padres dicen que solamente quieren darles a sus hijos todas las ventajas posibles antes de enfrentarse al mundo real, donde la competencia por las buenas calificaciones, trabajos, incluso parejas, es muy dura.
Para los estudiantes, la entrada a la universidad parecería ser el momento perfecto para empezar de nuevo. Una paciente, a punto de entrar a su primer año en Ivy League, me dijo que veía el entrar a la universidad como una oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva—social y físicamente. Mi paciente dijo, “En la preparatoria no era muy popular. Esperé a graduarme para arreglarme los senos para no tener que responder preguntas de la gente que conozco desde el primer año. Me emociona la idea de conocer personas nuevas con mi nueva apariencia.” Otra paciente, en su último año de preparatoria que, hasta entonces, se había resistido a la sugerencia de sus padres de arreglarse la nariz dijo, “Me puse nerviosa por entrar a la universidad y pensé que tal vez tenían razón, una nariz mejor podría darme más confianza.”
Aunque son más las chicas que los chicos quienes solicitan cirugías, algunos procedimientos están alcanzando a los varones. Algunos piden reducción de pechos (tratamiento de ginecomastía). Otros quieren arreglar sus orejas (otoplastía) o cambiar la forma de su nariz (rinoplastía). Para estos chicos, se trata de encajar. De acuerdo con el cirujano plástico neoyorkino, Gerald Pitman, “Los chicos que atiendo, desean casi uniformemente ser normales, no llamar la atención de manera negativa.” Es interesante, pues la mayoría de los adultos que buscan cirugías esperan verse más jóvenes o más atractivos que otras personas de su edad. Los adolescentes, en cambio, quieren parecerse—una versión de la presión de grupo llevada al extremo.
Tanto hombres como mujeres hablan de lo práctico que sería operarse durante el verano que separa la preparatoria de la universidad. El momento es ideal, pues no tienen que explicar su cambio de apariencia a nadie y pueden evitar atraer la atención. Otros favorecen la idea de hacerse una liposucción antes de la temida edad de 15 años. Y mientras sigan viviendo con los padres que los mantienen—a ellos y a sus cirugías—los adolescentes encuentran más fácil justificar estos “procedimientos médicos”. Cuando salen de la escuela—y viven solos—saben que el costo de estas operaciones está por encima de sus posibilidades. Además, es cómodo tener a mamá y papá disponibles durante la cirugía y la recuperación.
Entonces, ¿por qué la cirugía plástica se ha convertido en una tendencia de “regreso a clases”? Bueno, ¿por qué no? El mensaje con el que ha crecido esta juventud es el siguiente: La apariencia no es solamente importante, sino que cualquier cosa menos que una cara y cuerpo perfectos significa que podrías quedarte atrás. A pesar de los numerosos avances del movimiento femenino, el ser bonita ha sido elevado, de nuevo, al nivel de lo más importante. (¿Alguien más vio la playera de J.C. Penny que decía “Soy demasiado bonita para hacer la tarea” antes de que fuera retirada, sabiamente, del mercado?). Los adolescentes están rodeados de actores, estrellas de la música y celebridades retocadas—muchos de los cuales hablan cotidianamente de procedimientos cosméticos como sus prácticas rutinarias de belleza. Los rostros y cuerpos naturales han desaparecido de los medios—y bien podrían desaparecer de los campus universitarios también.
Los adolescentes y jóvenes veinteañeros gastan su dinero (y el de sus padres) para estar perfectos en un intento de sentirse listos para ir a la escuela. Los procedimientos cosméticos se han convertido en cosa de todos los días, pues ya no están restringidos a los ricos y famosos. Estos son chicos normales que, en el pasado, anticipaban la universidad como un momento en que descubren quiénes son y cómo aceptarse. Ahora optan por la cirugía plástica como parte de este proceso.
¿Y quién los culpa? Esto es lo que ellos creen que los llevará a ser más exitosos. Son los padres—y nuestra cultura—quienes necesitamos ayudarlos a darse cuenta que la medida que importa más es la del conocimiento. El éxito es mucho más que la perfección física.
¿Qué piensas sobre los adolescentes que quieren someterse a cirugías plásticas?
*Vivian Diller es psicóloga, bailarina profesional y modelo. Conocida por sus artículos de belleza, envejecimiento, medios, modelos y bailarinas. Es autora del libro Face It: What Women Really Feel As Their Looks Change una guía psicológica para ayudar a las mujeres a lidiar con sus emociones respecto al cambio en su apariencia.