La resbaladiza pendiente del "anti-envejecimiento"
Por: Vivian Diller*
Hay personas que se ven muy bien para su edad –George Clooney, Annette Bening y Betty White son unos cuantos famosos que me vienen a la mente. Luego hay otros que, para mí, se ven “alterados” –como Mickey Rourke, Priscilla Presley y Heidi Montag.
Para todos nosotros, hay una línea - no siempre tan fina - entre cuidar nuestro aspecto y el exceso de cuidado. Cuando se trata de obtener más, el equilibrio entre tratar de vernos lo mejor posible y ser víctima de la moda anti-envejecimiento es lo que yo llamo el “punto de inflexión de la belleza.”
Conforme llegamos a los 40, 50 y más allá, la mayoría de nosotros sabemos que se necesita un esfuerzo adicional para mantener un aspecto saludable –nuestros cuerpos no son tan naturalmente resistentes como lo eran antes. Tenemos que estirar y fortalecer para mantener músculos y huesos fuertes. Tenemos que hidratar y masajear para permanecer suaves. Algunos de nosotros añadimos nuevas rutinas de belleza y cuidado a la vida cotidiana –por ejemplo: tratamientos faciales, tintes para el cabello, blanqueamiento de dientes—y los vemos no sólo como lujos, sino como los hábitos necesarios para un envejecimiento saludable.
Sin embargo, cuando estos regímenes se vuelven una obsesión, nos alejan de otras cosas importantes que también son muy valiosas –como nuestras relaciones, carreras, pasatiempos y diversión—“hemos perdido el equilibrio adecuado”, por lo que tenemos que dar un paso atrás y preguntarnos:
¿Cómo sabemos que nuestro punto de inflexión ha llegado a ese punto? ¿Hay maneras de detenernos antes de empezar a bajar la pendiente resbaladiza "anti-envejecimiento"? Aquí hay cinco cosas a tener en cuenta:
1) La dieta y el ejercicio
Puedes llegar a notar que tu ropa te queda más ajustada. Tus hábitos alimenticios no han cambiado, pero tu metabolismo sí. Tu peso se está distribuyendo de manera diferente –un poco más alrededor de la cintura, los muslos y los glúteos. Se siente dolor y rigidez dónde nunca las habías sentido antes. La gravedad está tirando de tu piel –en la cara, el mentón y los brazos. Algunas bolsas aparecen, no importa cuán atlética o en forma hayas estado hasta ahora.
En Balance: Estás decidida a encontrar una manera de contrarrestar estas tendencias naturales. Tal vez tus padres y abuelos (o incluso algunos compañeros de generación) se rindieron ante los evidentes signos del envejecimiento, pero tú estás decidida a forjar un camino más saludable. Comienzas una nueva dieta, aumentas o comienzas a hacer ejercicio, y empiezas un régimen de vitaminas. Todo bien.
Pendiente resbaladiza: Cuando la dieta y el ejercicio te consumen, toma nota. Estás a punto de caer agotada, y sin embargo te sigues presionando, sientes que no puedes parar. Si tu objetivo tiene que ver con la báscula o estás visitando a los fisioterapeutas con más frecuencia que a tus nietos, entonces sabes que has inclinado la balanza.
2) Reinventar tu apariencia
Te das cuenta de que es necesario hacer algunos ajustes en tu "look" –tu guardarropa, peinado y maquillaje—para adaptarse a los cambios de tu cuerpo y la cara. Tal vez te tomas más tiempo para vestirte que en el pasado, cuando ir a trabajar o atender a los niños eran tu prioridad. Encontrar ropa cómoda, pero a la moda, y un corte de pelo con más estilo puede importar ahora. Tal vez te des cuenta de que tus combinaciones de maquillaje ya no funcionan como antes. Tu objetivo es llamar la atención sobre tus mejores cualidades, no encubrir y ocultar. Pero todo esto requiere una reflexión y tiempo.
En Balance: En lugar de darte por vencida – el síndrome de “no tengo nada que ponerme” o “voy a encontrar algo, cualquier cosa, en el fondo de mi armario” – decides comprar nuevos trajes, accesorios y maquillaje que sean más adecuados para tu edad. Puedes decidir tratar con un peinado nuevo, añadir algo de color, destacar tus canas. Eres optimista acerca de esta idea de “reinvención”.
Pendiente resbaladiza: Cuando estás obsesionada con las compras, o adquieres artículos innecesarios que o no te gustan o no te pones, estás llegando al punto de no retorno. Sabes que se está inclinando la balanza si tienes docenas de nuevos trajes, tardan horas en elegir uno antes de salir por la puerta y aún así no te gusta cómo se te ve nada. Si no quieres salir de la casa en absoluto, te has convertido en una víctima de la moda anti-envejecimiento. Un paso atrás. Los 50 no son los nuevos 15, no importa lo que escuches en los anuncios de televisión.
3) Los elogios y las críticas
Cuando nuestros cuerpos están cambiando de manera que se sienten fuera de nuestro control, muchos de nosotros pedimos las opiniones de los demás para entenderlo. Puedes pedir asesoría a tu familia y amigos –tal como lo hiciste cuando eras adolescente. “¿Me veo bien con este atuendo?” “¿Debo llevar mi pelo corto, más largo, de color o no?” “No me siento tan vieja, ¿tú cómo me ves?" es una frase común, lo digamos en voz alta o no.
En balance: Suponiendo que confías en que las personas cercanas a ti serán amables y honestas, pedir un poco de retroalimentación no es del todo malo. Ayuda el saber que nuestros seres queridos nos admiran por lo que somos. A veces la familia, amigos e incluso los sitios web tienen buenas sugerencias acerca de la moda y el estilo. Todos necesitamos un poco de ayuda de nuestros amigos en tiempos de cambio. La verdad es que la mayoría de las personas cercanas a nosotros prefieren que no modifiquemos radicalmente las caras que han llegado a amar.
Deslizamiento: A esta edad, necesitas confiar más en tu espejo interno y menos en la opinión que los demás tienen de ti. De lo contrario, puedes comenzar a sentirte como la adolescente insegura que fuiste antes. Si desconfías de los cumplidos que recibes, o tu ánimo cae en picada a la más mínima crítica, has inclinado la balanza –te preocupas demasiado por tu apariencia en un momento en ésta es naturalmente cambiante. No hay forma de dar marcha atrás, así que disfruta de los elogios y aprender a lidiar con los cambios que vienen con la edad.
4) Ansiedad Social
A medida que envejecemos, no sólo nos sentimos inseguras por cómo nos vemos, sino también por cómo nos sentimos en situaciones sociales. Para aquellos que confiaron en su apariencia física para la auto-confianza o para atraer la atención de los demás –bueno, simplemente ya no funciona de esa manera. Para aquellos que nunca se sintieron especialmente centrados en su apariencia, la edad, algunas veces puede nivelar el campo de juego. La mayoría de nosotros no esperábamos estar solteros en la mediana edad, ni enfrentarnos a nuevos compañeros. Hasta cierto punto, al llegar a nuestro 50 aniversario, todos nosotros experimentamos una cierta preocupación por ser invisibles para los demás.
En Balance: Muchos de nosotros no estamos dispuestos a desaparecer. Nos damos cuenta de que puede tener que depender más de nuestros rasgos físicos se sientan seguros y bien con nosotros mismos - más de lo que somos como individuos, en lugar de cómo miramos. Estamos en un equilibrio si queremos ver la interacción como una oportunidad para relacionarse con los demás - en lugar de competir - con ellos.
Pendiente resbaladiza: Si descubres que te estás comparando con los demás –o peor aún, con las imágenes de revistas retocadas—estás ejerciendo una presión poco realista sobre ti misma. Si necesitas tomar una copa antes de salir por la puerta, te resulta difícil mirar a la gente a los ojos, o corres al baño para revisar tu apariencia cada 15 minutos, estás punto de resbalar. Para recupera el equilibrio, recuerda que tu apariencia es sólo un aspecto de la persona compleja en quien te has convertido.
5) Procedimientos Cosméticos
Tus líneas de expresión se están convirtiendo en las arrugas que amenazan con convertirse en carreteras anchas y ríos. Mientras que los protectores solares siguen aumentando numéricamente, la hoja de ruta en la cara tiene su propio sentido de dirección. Sabes que ha llegado el momento de decir “uh-oh”, cuando no importa cómo lo veas, algo en tu persona definitivamente ha cambiado.
En Balance: Te das cuenta de que has dado un vuelco en este proceso de envejecimiento y que es importante ser proactivo al respecto. Visitas a tus médicos con mayor frecuencia; internistas, oftalmólogos, ginecólogos y urólogos. Incluyes revisiones anuales con un dermatólogo para los exámenes de todo el cuerpo con el fin de aprender a prolongar la vitalidad de tu piel. Pruebas una variedad cremas y tratamientos adecuados para el cuerpo, el envejecimiento y la cara.
Pendiente resbaladiza: Te das cuenta de que estás visitando muchos médicos muy a menudo, con la esperanza de un milagro o una cura anti-envejecimiento. O evitas por completo a los doctores, ocultando tu cuerpo de ellos y de ti misma por miedo a lo que verás. En la intimidad de tu baño, te estiras la piel, preguntándote, “¿qué pasa si hago esto o aquello?” En primer lugar, consideras alguno de los procedimientos estéticos no invasivos que se anuncian en los rostros de tus amigas –bótox, rellenos y láser. Te dicen que son simples y rápidos, aunque el mantenimiento costoso. Decides que es hora de medidas radicales, por lo que solicitas una consulta para cirugía plástica. Terminas haciéndote algo en los ojos, el cuello y una liposucción. Tan pronto como usted se te has recuperado, comienzas a pensar “¿qué sigue?” Es entonces cuando te encuentras a punto de resbalar.
Conclusión
Cuidar tu apariencia –en especial con la edad—no es lo mismo que dar marcha atrás al reloj o verte como una versión más joven de ti misma por arte de magia. Hay muchas otras cosas que requieren nuestra energía a medida que envejecemos. Si te ves caer, busca de nuevo el equilibrio y sigue adelante, buscando lo mejor para el resto de tu vida.
¿Qué consejo le darías a alguien que ha caído por esta resbaladiza pendiente del envejecimiento?
*Vivian Diller es psicóloga, bailarina profesional y modelo. Conocida por sus artículos de belleza, envejecimiento, medios, modelos y bailarinas. Es autora del libro Face It: What Women Really Feel As Their Looks Change una guía psicológica para ayudar a las mujeres a lidiar con sus emociones respecto al cambio en su apariencia.