Sonrisas, tristezas, llantos, alegrías, preocupaciones, esperanzas, ira, sosiego, frustraciones, victorias, derrotas, etc. La vida está llena de momentos que nos llevan a sentirnos de diferentes maneras. Bastan muy pocos estímulos para cambiar de humor y ponernos de mal genio.
La mayoría de las veces la ira y el mal genio puede hacer que nuestras relaciones interpersonales se vean seriamente afectadas, pues podemos llegar a herir a las personas que tenemos más cerca.
Si experimentas cambios en tus emociones que se escapan de tu control y te hacen estallar en ira y ponerte de mal genio, es recomendable reflexionar sobre lo siguiente:
- Somos seres humanos y, por lo tanto, podemos equivocarnos.
- Los demás no son responsables de nuestro mal genio, mucho menos de nuestra ira.
- Debemos evitar las explosiones de ira que nos hacen insultar y faltar el respeto a personas de nuestro alrededor.
- Si la ira invade, si perdemos la calma, contemos hasta 20 lentamente, intentando respirar con pausa y si es posible alejémonos de la fuente aparente del problema.
- Nunca tomemos decisiones si nos sentimos indispuestos emocionalmente o iracundos. Podríamos arrepentirnos.
- Pareja y familiares suelen ser quienes siempre se llevan la peor parte de nuestro mal genio, en casa no tenemos reparo en agredir o insultar. Debemos respetar e intentar un buen ambiente familiar con todas las personas.
- Organizar bien el tiempo para evitar que se acumulen las tareas y nos sintamos de mal humor.
- Debemos intentar tener amigos y amigas alegres y que tengan buena vibra. De esta forma, tendremos más tendencia a la reflexión que a las reacciones con ira o mal genio.
- Reconocer que se ha actuado mal y pedir disculpas, será esto enriquecedor para nuestro orgullo y autoestima.
- Hacer actividades recreativas y deporte nos permitirá drenar el estrés y tener mejor salud mental y física.