La mente es sumamente poderosa. Son nuestros pensamientos, ideas y creencias los que determinan nuestra forma de ver el mundo y nuestro actuar ante él. Lo que nos decimos a nosotros mismos, tiene más influencia de lo que pensamos; en especial aquello que nos repetimos sin darnos cuenta, aquellas ideas que sea han quedado tan grabadas en nuestra mente, que no cuesta trabajo notar que se han convertido en parte de nosotros.
Durante la niñez se forma la mayor parte de nuestro pensamiento; nuestras primeras experiencias nos sirven de brújula para determinar nuestro camino. Pero no todo lo que aprendemos es cierto o bueno para nosotros.
“No soy bueno para hablar en público”, “nunca me salen bien las cosas”, “cometer errores es lo peor que me puede pasar”, “expresar las emociones es signo de debilidad”.
Las creencias limitantes, son aquellas ideas que nos impiden llegar más allá, nos detienen de hacer cosas que deseamos. Son cosas que creemos como ciertas en lo más profundo de nuestro inconsciente –aun cuando nuestra parte consciente se dé cuenta de lo contrario– y que nos condicionan para actuar de determinada forma. Se convierten en barreras para nuestro avance.
Identificar tus creencias limitantes es el primer paso para lograr superarlas. Pero no basta con saber que están ahí, es necesario sustituirlas. No será sencillo, pues se trata de actos de nuestro inconsciente y antes de que podamos convencernos de creer una cosa diferente, será necesario entender por qué creemos lo que creemos.
Las ideas que tenemos grabadas en nuestro subconsciente no están ahí solo porque sí. Son paradigmas que aunque nos parezcan absurdos, nuestro cerebro ha tomado como ciertos para poder interpretar el mundo. Estas ideas se forman por experiencias y repetición; para cambiarlas se requiere el mismo proceso. Cuando identifiques una creencia limitante, debes esforzarte por actuar en función de una nueva creencia que te ayude impulse en lugar de detenerte.
Escrito por: Elena Pedrozo