Escrito por: Laura Rangel
Después de una conversación con una persona de quien busqué ayuda y encontré pared, reflexionando llegué a preguntar: ¿En qué creer? Tal vez tu primer pensamiento sea religioso puesto que es el concepto mayormente asociado con la fe y con nuestro sistema de creencias. Verás, las religiones son manejadas por Iglesias, éstas últimas son instituciones tan humanas como cualquier otra institución, hago la distinción para entender religiones e iglesias como cosas separadas y diferentes.
Dicho lo anterior y definidas las iglesias como instituciones humanas, pasemos a la religión. La palabra “religión” viene del Latin “religiô”, que significa “respeto por lo sagrado”. Entonces me pregunto y te pregunto: ¿qué sería sagrado? La vida, la libertad de elegir, la esencia de cada ser, la naturaleza, la humanidad, la espiritualidad, el universo, las personas…
Entonces creo en lo sagrado. Pero no creo en relaciones de dependencia que manipulan u otorgan derecho a las personas para unirse con las potencias superiores, ni que le hagan sentir obligación de tributarles como actos de culto.
Creo en el poder del conocimiento acompañado por la sabiduría y en la autoridad que confiere esta mancuerna, pero no creo que sea necesaria ninguna dependencia con nada ni nadie que tenga tal poder o autoridad. Creo que esa misma autoridad confiere la responsabilidad de contribuir, enseñar o aportar a los demás... pero no creo en la receta secreta, ni en resguardar con celo la fórmula de la felicidad, ofreciendo a cuentagotas una probadita de sus beneficios.
Yo creo en Jesús (el hombre) y en Moisés, en el Tao y el I-Ching, en Platón y en Freud, en los gnomos y las hadas, en Quetzalcóatl y en Ixmucane, en los Santos y en Pitágoras, en Nut y Sekmet, en los Chamanes y en Gandhi; creo en la medicina, en la psicología y en la ciencia, también creo en el espíritu, el corazón y el pensamiento, creo en las voluntades y en las intenciones, creo en la vida y en la muerte.
Creo en todas las personas ancestrales o modernas, espirituales o mundanas, santos o mártires, héroes o villanos, mágicos o cósmicos, pero no creo en las afirmaciones absolutas creadoras de fanáticos y esclavos, ésas que pregonan los líderes vanidosos que guían mentes apagadas. Creo en el sufrimiento y en la bendición oculta que trae consigo, pero no creo en el sufrimiento voluntario, ni en la exención del sufrimiento como medida de bondad ni de superioridad. Creo en la superación y el éxito medidos en gramos de felicidad.
Creo en las buenas acciones genuinas de todos los seres y en la humildad que las acompaña, pero no creo en la incongruencia, hablar del bien y actuar con intolerancia, burla, falsedad o exclusión. Creo en el sentido común que produce opiniones dinámicas y abiertas, pero no creo en que existe un solo punto de vista válido, ni una verdad absoluta. Creo en la autenticidad de las convicciones, pero no creo en el desperdicio de vida que resulta de la queja, de estar en contra o de la protesta.
Creo en el aprendizaje por placer y en su infinita abundancia… Creo en el respeto por lo sagrado y por lo no sagrado también… Creo en la aceptación, el aprecio y la gratitud, en las sonrisas y el humor… Creo en los milagros y en que existen para que sucedan… Creo en vivir con pasión y salpicar armonía…
Creo en las personas que diariamente aportan algo a otra persona y en los que aman solo porque si.
"Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro."
∞ Albert Einstein ∞