Profesión

Cuida tu capital…humano

cuidatucapitalhumanoCómo ser una buena jefa, sin perder autoridad.

S

i estás interesada en mejorar la relación con tus empleados o con aquellas personas que dependen de ti en una empresa: esto te interesa. Si la situación se han tornado muy incómoda y el ambiente de insatisfacción flota en el aire, es momento de replantearse la relación de trabajo.

Seguramente, han sido muchos años de esfuerzo para llegar a ocupar un puesto importante de dirección. Se trata de un proyecto de vida profesional, además de personal, que ha significado muchas horas de dedicación y un largo camino de sacrificios. Nadie te ha regalado nada y todo lo que tienes te lo has ganado a pulso, como para permitirte perderlo en un segundo. En este artículo podrás encontrar algunos prácticos consejos para mejorar la relación con tus empleados.
1.- Te propongo el siguiente ejercicio. Se trata de hacer un viaje al pasado de tu propia historia en el campo profesional. En una cara de la hoja escribe todas las actitudes positivas de todos los jefes que has tenido en tu experiencia laboral. Recuerda a cada uno de ellos y escribe lo que a ti te pudo marcar de manera positiva. Tal vez su trato amable, su disposición para escuchar, su buena memoria, su puntualidad, su interés por los asuntos de los demás, su buena educación, etc. En el reverso de la hoja, se trata de anotar los aspectos negativos de todos ellos. Su falta de tacto para pedirte las cosas, su falta de consideración por tu tiempo, su poca claridad al momento de pedirte una determinada tarea, su falta de compromiso para cumplir con lo que prometió, etc. No escatimes en este esfuerzo, porque gran parte de lo que hoy eres como jefa puede tener su origen en alguna de estas actitudes del pasado.
2.- Date un tiempo para reflexionar en los resultados del ejercicio anterior. Ahora se trata de reconocer en ti, cuántas y cuáles de estas conductas se repiten. Una vez que las has identificado, determina en qué acciones crees tú que se traducen estos conceptos. Recuerda, se requiere de mucha honestidad y ganas de hacer algo por mejorar tu entorno cotidiano de trabajo. Nadie evaluará estos resultados, son únicamente para ti.
3.- Como pasa con los diferentes patrones aprendidos en la niñez, muchos de ellos tendemos a repetirlos en la edad adulta. Es posible que si tu jefe fue un tanto dictador, tú lo pudiste interpretar como un signo de autoridad, por lo tanto positivo y de ahí que busques esa actitud con tus empleados. Por lo contrario si te gustaba que tu jefe te llamara por tu nombre y por lo tanto supiera quién eras, tal vez hoy hagas un esfuerzo por mejorar tu memoria y llamar a cada quien por su nombre. No ser uno más, sin temor a equivocarme, provocará una reacción positiva en el ánimo al ser reconocidos como personas únicas. Creo que nadie le podría negar algo a alguien que lo hace sentir especial, aunque sea con un detalle tan “simple”.
4.- Es posible y perfectamente normal que lo que más te inquiete es perder tu autoridad. No se trata de que tus empleados sean tus amigos. Hay una relación de subordinación, la cual deberá estar basada en límites muy bien establecidos. Lograr el equilibrio entre un trato respetuoso y sincero con la tarea de mandar no es asunto sencillo. Aquí una máxima famosa: “No hagas a los demás, lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. Es asombroso como está frase se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida. No trates a tus empleados como no te gustaría que te trataran a ti.
5.- Es inevitable hacer la debida referencia a la psicología humanista y a uno de sus más grandes representantes: Carl Rogers. Una terapia centrada en la persona, para la cual el terapeuta debería de tener tres cualidades especiales para con su paciente: congruencia que significa ser genuino, honesto; empatía que es la habilidad de ponerse en el lugar de lo que el otro siente y respeto como la preocupación positiva incondicional. Una pregunta: ¿realmente te pones en los zapatos del otro? No se trata de convertirse en el jefe apapachador para caerle bien a todo mundo, ni de consentir en todo a tus empleados. Hay que establecer límites de manera firme. A lo contrario que se pudiera pensar, consentir en todo a una persona no es hacerle un favor. En épocas recientes se han hecho muchas investigaciones sobre la sobreprotección y sus efectos nocivos. Ella implica no dar las herramientas necesarias para llevar a cabo una determinada tarea. No olvides, la firmeza no quiere decir rudeza. Para ser firme no tienes que ser hiriente, sino más bien claro en lo que estás pidiendo.
Si no cuidas tu capital humano, tu empresa se podrá quedar sin alma, sin personas comprometidas con la causa y sin identidad. 6.- Recuerda que eres un modelo a seguir…o no seguir. Todas tus actitudes, palabras y acciones están siendo evaluadas constantemente por tus empleados. Tu manera de vestir, de hablar y de reacción son una fuente de inspiración o razones suficientes para salir corriendo. Tal vez es normal pensar que al ser la jefa, no tienes porque cuidar hasta al mismo detalle, me temo que ésta es una equivocada percepción. Para poder exigir, tienes ser la primera en dar. No puede pedir lo que tú, aunque sólo sea con tu ejemplo, no estás dispuesto a dar. Si pides respeto y no lo has obtenido, creo que es tiempo de reflexionar en todos esos “momentos” que, seguramente por alguna “distracción”, tú lo has olvidado. Nunca olvides las palabras mágicas de “por favor” y “gracias”, no en vano nuestras mamás nos hacían repetirlas hasta el cansancio y no te quitan mucho tiempo pronunciarlas.
7.- Aprende a escuchar. En estudios realizados por diversos autores norteamericanos se estimó que el adulto ocupa 70% del tiempo diario que pasa despierto en alguna forma de comunicación. De este porcentaje, 9% se dedica a escribir, 16% a leer, 30% a hablar y 45% a escuchar. Escuchar es la forma de comunicación que más se presta para obtener información. Escuchar no es lo mismo que oír. Para los autores Baird y Knower, escuchar es un proceso activo que involucra la percepción, la comprensión y otras funciones mentales. Lograr escuchar eficientemente a tus empleados puede ser, al inicio una tarea difícil, pero los resultados que de ello pudieras obtener son increíbles y benéficos para la relación de trabajo.
8.- Cumple lo que dices. Cómo con los niños, si uno les dice que les va a dar una nalgada si se siguen portando mal y ésta nunca llega, lo único que ellos aprenderán es que hagan lo que hagan, su mal comportamiento nunca tendrá consecuencias que lamentar. Igualmente con tus empleados, si les prometiste que tal o cual día podrían salir temprano para su cita con el médico y a los diez minutos para la hora se te ocurre pedirles algo con carácter de urgente, no cumpliendo así con su acuerdo, implicará perder tu credibilidad y por ende tu autoridad. Tus empleados, al igual que tú, tienen una vida fuera de las murallas de la oficina. Tienen asuntos importantes que atender, más allá del reloj checador.
9.- Sería ideal si todos tus empleados tuvieran dones de clarividencia o pudieran leer tu mente. Tampoco son adivinos ni tienen una bola de cristal para interpretar lo qué quisiste decir. No son traductores ni voceros oficiales de políticos para darles a entender a los demás, lo que tú debiste dejar claro desde un primer momento. En lo que si se pueden convertir son en escapistas o magos que desaparezcan de la empresa por no entender tu forma de dar órdenes y ejercer tu autoridad.
10.- Tus empleados son tu capital humano. Mucho se nos aconseja que cuidemos y- más en esta época de crisis-nuestro capital, nuestro dinero para no malgastarlo. Si no cuidas tu capital humano, tu empresa se podrá quedar sin alma, sin personas comprometidas con la causa, sin identidad al tener que contratar constantemente a personas que suplan a todas aquellas que salieron corriendo. En resumen, tu empresa estaría en riesgo de quedarse sin trabajadores y por ende, sin jefa.

Escrito por Maricarmen Díaz.

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