Bienestar

De este lado del género

de-este-lado-del-generoValeria colgó el celular, sentía la sangre caliente, sus entrañas hervían de coraje, la desesperación era tan grande que no pudo siquiera llorar. Sentía como se erizaba cada vello de su cuerpo y el vacío empezó a habitar su alma. Esos sentimientos eran habituales. Valeria peleaba con Marco todo el tiempo y no era la primera vez que le colgaba el teléfono, aunque esta vez era diferente -al menos para ella- había llegado el fin de la intensidad que la enfrentaba cara a cara con su límite.

Valeria y Marco se conocieron en una reunión de trabajo. Marco era nuevo en la empresa de textiles para la que trabajaban ambos y aunque se saludaban todos los días, Marco no tuvo el valor de acercarse a platicar con Valeria hasta que bebió varios tequilas. Marco había llamado la atención de Valeria desde que estrecharon sus manos: “Mucho gusto”, dijo Valeria el día que los presentaron, y después le sonrió.

Aquella reunión cambió completamente la relación entre Marco y Valeria, la química entre ellos era evidente y todos en la oficina se daban cuenta. Ellos lo mantuvieron en secreto durante meses. Valeria no creía en el matrimonio, pensaba que simplemente no encajaba en su personalidad. Marco cambió de forma inmediata y certera esos pensamientos y le dio a Valeria esperanza e ilusión.

Así, mientras pasaban los días, Valeria y Marco lograron una intimidad única: “Era como si nos conociéramos de toda la vida”, decían ambos. Se amaron mucho, eso dice Valeria, y así como se enamoraron se hicieron daño. Fue la relación más intensa de ambos y tal vez, la más destructiva. Las caricias se volvieron golpes, los halagos se volvieron palabras hirientes, las promesas se convirtieron en amenazas y la cercanía insana los llevó a desconocerse a sí mismos. Los celos de Marco lo hicieron enloquecer.

Después de múltiples conatos, la relación terminó. Valeria desapareció de la vida de Marco, renunció al trabajo, se cambió de Ciudad. Intentó varias veces llamarle para contarle de aquella última vez, que nueve meses después se llama Vanessa, una niña preciosa que tiene los ojos de Marco, pero todas las veces que marcó, colgó sin poder decir una sola palabra. Fue mejor así, al menos eso piensa Valeria.

Vale, como la llaman sus amigos, confesó que algunas noches se despierta asustada y que hay días en los que se reprocha haberle perdonado a Marco una y otra vez tantos maltratos.

¿Les parece conocido? Podemos tener muchas opiniones al respecto, tal vez estemos de acuerdo o no con Valeria,  lo cierto es que dejó de victimizarse y salió del fango en el que se encontraba,  se atrevió a alejarse.

Para todas esas mujeres admirables, que desean una mejor vida, que siguen teniendo miedo pero que han sabido vivir con él y usarlo para respirar un aire limpio, lleno de libertad y amor a sí mismas, para ellas es éste artículo. Para decirles que no son bichos raros, que no las apuntalamos con el dedo, para recordarles que compartimos el mismo género y que me jacto de ser su compañera.

¡Bien hecho! Es un orgullo formar parte del género de todas esas que han salido, de todas aquellas que no han entrado, de todas estas que luchan día a día por no caer. Y para todas aquellas que aún se encuentran en una situación así, les digo que no están solas, se tienen a ustedes y las invito a que vengan de éste lado del género. Acá la vida es sin llanto ni maltrato, acá la violencia no encaja, no está permitida.

De este lado del género no hay víctimas ni victimarios, no hay golpes ni insultos, no hay lluvias internas ni miedos mal dirigidos. Solo hay hombres y mujeres sin etiquetas, sin prejuicios, sanos internamente, respetuosos y seguros de sí mismos. Las invito a que se pasen de éste lado donde hay respeto, libertad, confianza, descubrimiento, levedad, donde pueden ser ustedes y donde son amadas por ello.

Aquí las voy a estar esperando…

Escrito por: Evangelina Jiménez Olvera

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*