No me considero una persona azotada para las cosas que tengo que hacer, tampoco de lo más alivianada, sólo trato de hacer mis tareas cotidianas, en el trabajo y en mi vida personal lo cuál de alguna manera proporciona calidad de vida y aunque parece que no, aligera mucho el diario vivir.
Sin embargo hace unos días, me encontré atrapada. No perdida o sin rumbo, lo que podría significar tener muchas opciones a escoger, sino atrapada en una sola opción. Hubiera estado bien que fuera una salida, puerta o ventana, pero no fue así. Era una pared e intentaba voltear la vista para otros lados, pero lo único que encontré fue toparme con pared. Lo que significa, noches sin dormir, estrés al por mayor, alteraciones en la alimentación, dolor de cabeza y espalda constante y desde luego una ligera depresión y más flojera para hacer lo que tenía que hacer.
Pensé que no podía seguir así, qué horror estar arrastrando la vida. Al menos el día de hoy sé que yo no puedo, y tampoco quiero. Entonces caí en cuenta que tenía que dejar en paz el asunto. Debía dejar pasar unos días para que se acomodaran ciertas cosas en mi mente. Así lo hice y funcionó. Te preguntarás qué es lo que me quitaba el sueño (literalmente). En el momento no me había dado cuenta, que lo que me molestaba era un sentimiento y que para terminarlo debía yo tomar una decisión.
El motivo no es lo importante, sino el hecho de que realmente lo que me tenía mal, era la falta de decisión. Esa confusión tan grande era creada por miedo a tomar una determinación y en consecuencia detenía todo lo demás. Siempre he pensado que la vida no es en blanco y negro, hay muchos colores en medio sin embargo a veces es necesario pasarse a un lado de la banqueta. Si te quedas en medio te atropellan. Para mí el atropello es el hecho de estar confundida y con la paz en total alteración. Parece paradójico pero cuando no se toma una decisión porque causará dolor, siempre acaba siendo menos cuando uno acepta lo que le duele o le altera. La solución es inherente a la aceptación. Pero da miedo.
El miedo es un factor clave, sin embargo en mi opinión es mejor tomar la decisión junto con la acción y ver qué sucede, que estar sufriendo por una mera suposición de lo que podría pasar. Muchas veces no somos felices con lo que tenemos pero es lo único que conocemos aunque definitivamente sí existen un millón de otras cosas. Es cuestión de abrir la mente, abrir el corazón y soltar lo que nos esté alterando la paz.
Regina Kuri.