Escrito por: Kristell Álvarez Solórzano
Nos acostumbramos tan fácilmente a nuestra rutina diaria que cualquier cosa que rompa ese equilibrio nos descontrola por completo, nos saca de balance y sentimos que nuestro mundo pende de un hilo. Y es que, a decir verdad, a la mayoría no nos da miedo el cambio, sino que nos aterra.
Preferimos vivir como hasta ahora, así no sea mucho de nuestro agrado, a intentar a hacer algo diferente, algo que nos ayude a dejar la mediocridad de lado, todo por el terror que nos da arriesgarnos. Aplicamos el refrán: más vale viejo por conocido, que nuevo por conocer.
Nos volvemos conformistas, abandonamos nuestros sueños en el rincón más oculto de nuestra mente, con tal de que no se aparezcan como fantasmas que amenacen nuestro mundo.
Nos estancamos en la mediocridad, somos seres grises que sobreviven, que hacen lo mismo día tras día con la esperanza de que todo siga igual. Preferimos quedarnos en medio de la nada, a seguir nuevos rumbos que nos lleven a un mejor lugar, por miedo a perderlo todo.
Le huimos a cualquier cosa que pueda sacarnos de la zona de confort en la que nos hemos estancado, y así vemos pasar los días, las semanas, los meses, los años… sobreviviendo, porque eso no puede llamarse vida.
Hasta que nos llega el momento, ese instante que nos sacude el alma, no se explicar de donde viene, pero aparece cuando menos lo esperas, es como un rayo de luz en medio de la oscuridad, te sacude de pies a cabeza, te saca del eterno letargo en el que te encuentras, es como si nos prendieran un switch interno que nos despierta a la verdadera vida.
Y es entonces que nos salimos de la fila, que rompemos la rutina, que decidimos hacer lasNo importa la forma en que llegue a tu vida, pon atención a tus momentos, aprovéchalos, exprímeles todo el jugo, no dejes pasar tus oportunidades y lucha por tu felicidad cosas diferentes para que todo sea diferente, para tener el nivel de vida que siempre hemos deseado. Y cada que nos caigamos, nos vamos a levantar, así sean mil veces.
Se despierta nuestro gigante interno, ese que teníamos dopado con sobredosis de conformismo, y que por fin logro desintoxicarse y salir al rescate.
No te puedo definir la manera en que “tú instante” llega, es diferente en cada persona, a mi me llego en forma de báscula, tomar el valor de subirme a una y darme cuenta que había llegado a mi limite, que no podía seguir y que necesitaba hacer algo por mi, por mi salud y por mi cuerpo. Estaba conforme con mi peso, sabía que no era el correcto, que tenía varios kilos de más, pero me sentía cómoda, más no a gusto. Hasta que vi el número que apareció en mi balanza y algo dentro de mi grito: ¡No más, no puedes subir más, haz algo!... Y le di acción a mi decisión, va a ser duro el camino, me va a costar trabajo, pero lo voy a lograr, porque mi gigante despertó.
Puede parecer que es algo banal, pero un sobrepeso esconde cosas más profundas, no es sólo porque le entramos con singular alegría a la comida, sino porque nos sentimos inseguras y deprimidas, y eso nos lleva a que nos de igual como nos veamos. Entonces el reaccionar, el darte cuenta de que tienes que hacer algo por ti, es porque revolviste todo tu mundo interior y decidiste cambiar, mejorar en todos los aspectos.
No importa la forma en que llegue a tu vida, pon atención a tus momentos, aprovéchalos, exprímeles todo el jugo, no dejes pasar tus oportunidades y lucha por tu felicidad. Y si por alguna razón no llegan, hazlos tú, el chiste es no quedarse con los brazos cruzados y ver pasar la vida, sino vivirla intensamente.
¡Deja de ser espectador, y conviértete en protagonista!
Nada va a ser diferente en tu vida, mientras no hagas algo diferente. Todo va a seguir igual, hasta que decidas cambiarlo y mejorar…
Escrito por: Kristell Álvarez Solórzano