Escrito por: Rosa Cuevas
Una compra responsable y segura requiere la selección del juguete por parte de los padres según la edad del niño, así como mantenerse firme y no ceder ante sus caprichos.
La elección de un juguete no es un juego. El reto al que se enfrentan padres, abuelos y familiares como responsables en la compra de los regalos soñados por los más pequeños de la casa es importante, otra cosa es que se sepa ver. Si evitar gastos innecesarios siempre está bien, se antoja aún más conveniente en tiempos de crisis e incertidumbre.
Pero antes de decidirse por un juguete que luce un precio hasta un 50% más barato que otro en apariencia idéntico, hay que saber que este ahorro inicial puede salir muy caro. Desde Infojuego, un equipo formado por 150 psicólogos y pedagogos especializados en juego y juguetes recomienda a quienes van a comprar estos regalos lúdicos administrar con sensatez y conocimiento de causa el dinero disponible. Entre otras cosas, se recuerda que comprar todo lo que los niños piden para Reyes no sólo perjudica la economía, sino también a la madurez personal de los pequeños.
Es conveniente elaborar una lista que combine las peticiones caprichosas (que, en alguna medida, hay que atender también) con los regalos didácticos, sin olvidar que cada juguete está diseñado para una franja de edad determinada. Puesto que la seguridad es un requisito imprescindible en cualquier juguete, los fabricantes deben garantizarla y los consumidores confirmarla antes de realizar la compra a partir de determinadas pautas.
Cómo saber si un juguete es seguro
La primera referencia que confirma que el juguete cumple con los estándares de calidad y seguridad es la marca "CE". El problema es que es el propio fabricante (y no un organismo independiente o las autoridades públicas, tras analizar el juguete) quien imprime este sello en el producto. Por esta razón, no se debe bajar la guardia, conviene mostrarse cautos ante juguetes que susciten dudas sobre su seguridad, por mucho que lleven incorporado el indicativo "CE". Por otro lado, una marca de prestigio, conocida, es casi siempre sinónimo de calidad y seguridad.
Otro elemento que se debe tener en cuenta es la morfología del juguete. Si el destinatario es un niño muy pequeño, hay que pensar que antes o después acabará en su boca, por lo que conviene seguir unas pautas:
Revisar el juguete antes de adquirirlo: sus componentes no deben soltarse o arrancarse con facilidad, sus dimensiones han de ser lo bastante grandes como para que no puedan tragarse ni inhalarse. Pelos, botones y ruedas pueden convertirse en un peligro si se meten en la nariz, el oído o la boca de un bebé o un niño pequeño.
Evitar comprar para los más pequeños juguetes con cuerdas, cordones o cintas: si se los enrollaran alrededor del cuello, podrían tener dificultades para respirar.
Vigilar el compartimiento de las pilas, que no se abra con facilidad. Hay que elegir los que están cerrados con varios tornillos.
Leer el etiquetado siempre: la Directiva europea que regula la seguridad en los juguetes exige que en la etiqueta figure de forma clara la edad para la que están recomendados, y que, en su caso, incluya una advertencia de que contiene piezas pequeñas, lo que lo convierte en no apto para menores de 36 meses. Además, establece que el envase debe mostrar el marcado "CE" de forma visible, legible e imborrable, así como el nombre y la dirección del fabricante y del importador. Hay que asegurarse de que toda esta información se muestra en un idioma que los padres entiendan, ya que a veces sólo aparece en inglés. Si es así, se debe optar por otro juguete o pedir que alguien traduzca esa información.
Fuente: Eroski