Escrito por: Rebeca Harfuch Ordoñez
Sara está por cumplir un mes haciendo cosas diferentes a las que hizo por tanto tiempo, se levanta más tarde, desayuna con calma, toma un baño dejando que el agua caiga suave, dulce y tibiamente por su cuerpo sin importar mucho el tiempo.
El tiempo ha cambiado y el ritmo toma otras dimensiones.
Se ha esmerado en el arreglo de la casa para las fiestas de diciembre.
Participó animada por Sofía en el bazar de la escuela de sus nietos, no vendió mucho pero la distracción le sirvió de mucho.
Se ha puesto a tejer como araña, decidió que la economía no era como otros años, pues en éste el aguinaldo no estaría presente, así que escogió colores y texturas diferentes de estambres para la variedad de bufandas que tejería, ya que cada una tendrá una especial intención.
Pequeñas canastas llenas de flores y troncos secos perfuman de manzana con canela la cálida casa de Sara.
El árbol luce moños, esferas, lazos y pequeños ángeles dorados, con luces blancas que combinan divinamente con el verde del árbol, al pie de éste pequeñas bolsas de celofán envuelven los multicolores regalos hechos por Sara.
Trufas, rollos de nuez, mazapanes, y esas deliciosas galletas que ella sabe cocinar, dan un aroma que sólo en ésta época se respira.
Sentada junto al pequeño nacimiento puesto cerca del árbol, con un sinfín de focos de colores, toma un profundo y lento respiro para celebrar la venida de mejores tiempos.
Tiempos de calma, perdón, prosperidad, paz, amor…… mucho amor.
Diciembre de 2010.
