Bienestar

El arte de dejar ir

dejarirCómo trabajar los sentimientos negativos en tu interior

"Estoy decepcionada de mí". Me sentí conmovida al escuchar esta frase tan fuerte de mi amiga Carina, a quien conozco desde la adolescencia. Ella es una mujer profesionista, brillante, atractiva con muchos atributos, además de ser una buena amiga. Ahora atraviesa una ruptura marital muy desagradable. Su pareja frecuentemente llega alcoholizado en la madrugada, como consecuencia de una mala racha económica, como muchos otros en la actualidad.

Cuando él llegaba a su casa, era para provocar pleitos, los cuales últimamente habían subido de tono. Cada vez que tenía la oportunidad, él mencionaba todos los defectos de ella, así como los que de su familia, empezando con sus suegros, cuñadas, cuñados, sobrinas y hasta de ser posible los de las mascotas.
Desde luego que con su actitud lo único que demostraba era el malestar que guardaba en sí mismo y ella tenía que sufrir las consecuencias: siempre salía golpeada. Sin embargo, para sentir esto los golpes físicos no son exclusivos. Tengamos muy en cuenta que el poder de las palabras también es enorme, son unos dardos muy venenosos que pueden causar heridas severas.
En esta época existen este tipo de parejas que se hieren grave y profundamente, siendo cada vez más recurrente, producto de una sociedad que urge revise sus valores para trabajar en ellos y sobre todo en el respeto.
Además de lo anterior, pienso que a este deterioro que se está ocasionando en las parejas, se le puede atribuir lo que los psicólogos describen como codependencia.
Por todas sus características, no me cabe duda que el esposo de Carina se encuentra atrapado en la adicción del alcohol. No voy a ahondar en el tema del alcoholismo, es una enfermedad que puede ser derivada desde el aspecto emocional, así como ser parte de la genética, entre otros.
En casos como estos las dinámicas en que las parejas entran, suelen caer en el juego de poder devastador  y de gran competencia. El sadomasoquista suele aparecer en estos casos, obteniendo el masoquista una ganancia secundaria, como el tener el papel de victima y por ello recibir algún tipo de compensación.
Principalmente hay que cuestionarse qué tanto pesa el factor apego, ya que tanto en la parte emocional, mental y desde luego también en lo material se puede percibir  lo difícil que es dejar ir.
Lo ideal es aprender a fluir, empezando a hacerlo por nosotras Entonces  dejar ir se convierte en algo superior, intrínseco. Debido a que las personas se anclan con este tipo de relaciones que inclusive pueden llevar a una patología. El concepto en sí de dejar ir cuesta mucho trabajo. Esto puede ser contemplado en varias situaciones, tales como dejar ir una casa, dejar ir a nuestros hijos cando se casan, por supuesto terminar una relación,  etc.
Para poder llegar a un mejor manejo del dejar ir, se tiene que pasar por un proceso que conlleva al enfrentamiento al miedo de lo desconocido y como consecuencia existe una resistencia al cambio. Entonces vemos que el cambio es algo más complicado de lo que parece. No obstante, aunque nos resistamos a los cambios, los seres humanos estamos experimentándolo en nuestro continuo movimiento. Como ejemplo tenemos al reloj biológico al que no podemos detener.
Así que lo ideal es aprender a fluir, empezando a hacerlo por nosotras y lo que nos sucede, inclusive cuando una relación se encuentra en pleno deterioro. De esta manera la relación con nosotros mismos será mas sana, evitando que caigamos en dinámicas que nos pueden estancar en aguas pantanosas.
Teniendo en cuenta que los sentimientos crean pensamientos y viceversa, normalmente en esta etapa pueden catalogarse en tres clases:
-obsesivos
-autocastigo
-miedo

En los primeros, la pareja mentalmente se convierte en una especie de fantasma que nos persigue, o nosotros los perseguimos  a ellos como una especie de delirio. Van desde el enojo, hasta convertirlo en un santo, o un príncipe encantador.
En los pensamientos de autocastigo aparece una voz criticona, juzgona en nuestro yo interior, algo así como la conciencia, parecido a la voz de nuestros padres, reprochándonos lo ineptos que somos.
En los pensamientos de miedo, nuestra mente puede crear fantasías verdaderamente hollywoodenses y ello podrá paralizarnos o movernos hacia terrenos realmente nocivos.
Estos tipos de pensamientos ocasionan angustia, odio, enojo, preocupación, amargura, depresión y represión.
La mejor manera para afrontar lo anterior es estar atento cuando aparezcan, para poder trabajarlos y de ser necesario recurrir  a una ayuda profesional.
Para poder domesticar ese tipo de pensamientos es necesario captarlos, aceptarlos, trabajarlos y tomarse el tiempo para ello.
Probablemente deseas saber cómo trabajarlos, algunas maneras pueden ser:

-escribiendo en un cuaderno diariamente.
-hablar con alguien que haya superado una etapa similar
-hacer afirmaciones en presente y evitar usar la palabra NO
-pararse frente al espejo y hablarse amablemente
-hacer ejercicio
-realizar alguna actividad que te agrade
-alejarse de gente negativa
-evadir los temas que te tensionen
-reconocer, ante todo, la existencia de un Dios
-tener paciencia y ser perseverante
-consentirte, adquirir algo que te agrade
-acudir a grupos de co-dependencia
-procurar socializar con gente positiva

Ten en cuenta que lo que estás buscando es desintoxicarte lo antes posible de esa mala relación y aprender el arte de dejar ir, aprendiendo a fluir.
Para finalizar es importante que estés consciente de que éste es un proceso largo, pero ¡las herramientas para lograrlo están en ti!

Escrito por: Perla Arbide

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