Bienestar

El despertar de la cordura

el-despertar-de-la-corduraEstuve sentada en el sillón durante horas, pensando en el año que se fue; no disfruté algunos meses, siendo sincera, pero el último jalón no me pareció tan malo. Fue tan rápido que se despidió en unos minutos y cuando estaba distraída, tomó algunas de sus cosas y partió.

La premura causó que se le olvidaran ciertas pertenencias. No se llevó algunos recuerdos y tampoco empacó su ipod lleno de canciones que no me gustan. Ciertas fotos algo arrugadas las dejó en un baúl que seguramente tiraré, dejó dormida en la cama esa cordura que de repente me toca la puerta; tal vez ande cruda después de tanto festejo. No despierta y sinceramente necesito que reaccione.

Que desconsiderado, año perezoso. Le dije mil veces que tomara todas sus propiedades y con tiempo ordenara todo en un maleta para que no tuviera que preocuparme por eso. Lo de menos es recoger sus olvidos y enviarlos pero no sé a dónde mandárselos.

¿A dónde se van los años? No me haría ésta clase de preguntas si el año pasado ¡no hubiera olvidado sus triques aquí! Me parece tan desconsiderado de su parte que no me haya escuchado y claro ahora la del problema soy yo.

Con más detenimiento pensé las cosas después de varias horas de refunfuñar su falta de pericia y creo que las olvidó a propósito. Ya no las quería y por eso no se las llevó; digo el ipod ni lo voy a usar, los recuerdos no son buenos, no los quiero ¿quién va a querer malas memorias? Pero yo ¡qué culpa tengo!

Debió tirar todo lo que no deseaba, mi casa no es basurero, insisto. Aunque bueno, me alegro de que me haya dejado a la cordura, ya despertará y entonces sí que la voy a explotar hasta que me diga la verdad. Esa noche tuve problemas para conciliar el sueño. Maldita pregunta ¿A dónde se van los años?

Al día siguiente, estaba más tranquila, más recuperada. Mi lucidez se opacó un poco cuando fui nuevamente al lugar en el que se encontraba la cordura y la nena seguía dormida ¡clásico! Si que ha de haber bebido bastante, lleva dos días sin abrir el ojo.

No me queda otra opción más que esperar y aunque por ahí dicen que no es muy bueno, no me queda mucho que hacer. Seguiré sentada en este sillón forrado de reflexión y en compañía del año que inicia, olvidaré la desconsiderada conducta del año pasado, de todos modos ya se fue y no volverá, ni cómo reclamarle.

Me quedo con lo bueno que el año me dejó, fue muy amable al enseñarme cosas magníficas, me entregó un trabajo que amo, me presentó nuevas amistades y fortaleció las viejas, vertió de buena vibra mis días, coló salud para darme la mejor, me cobijó en momentos de tristeza y  destapó esos miedos que aunque no están superados totalmente sí están controlados y reconocidos. Me hizo travesuras y de repente me metió en problemas pero nunca se fue, el año siguió conmigo hasta el fin.

Así que le agradezco su paso y festejo su partida, aunque me haya dejado regalitos inesperados y no muy gratos ¡qué importa! El balance es positivo, me devolvió mi alma y me enseñó paciente a usarla sin instructivos.

Después de mucho pensarlo, he decidido que de todo lo que olvidó, tiraré lo que no me sirve y esperaré paciente el despertar de la cordura para que -en su momento- juntas podamos ir a sentarnos al mismo sillón a despedir al año que inicia, con la firme esperanza de que éste no olvide nada.

Escrito por: Evangelina Jiménez Olvera.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*