Bienestar

El encanto y el desencanto de la Navidad

familia navideñaEscrito por: Adriana Barroso

Desde que somos muy pequeños la Navidad empieza a ser una época de muchas ilusiones: la comida especial, los regalos, los juguetes, las fiestas en la escuela. Las películas nos enseñan cómo gracias a la Navidad hasta los corazones más duros se pueden ablandar, como en el caso del Sr. Scrooge, cómo los más incrédulos creen o vuelven a creer, las enfermedades se curan, y todo es felicidad. Conforme va pasando el tiempo, crecemos y con bastante dolor y pena, nos vamos enterando que algunas veces la Navidad revive las pérdidas, que la gente no cambia, ni nosotros mismos cambiamos bajo el efecto de las luces del árbol, que también hay problemas para ponerse de acuerdo en el lugar en que se va a cenar y que para los que están solos la soledad se empieza a convertir en desolación, porque no han aprendido a ser sus propios compañeros.

Quizá para los niños la ilusión sea ver sus regalos el 25 de diciembre o el 6 de enero y recibir todo  aquello que han deseado.  Acaso para nosotros el anhelo consista en que todos nuestros problemas y miserias personales queden solucionados,  y nuestras alegrías sean eternas. Sin embargo, seamos sinceros a los niños se les pide que se porten bien todo el año para conseguir lo que ansían, inclusive algunas veces, bajo la advertencia de que Santa Claus o los Reyes Magos los están observando desde el cielo y anotando todo lo que hacen. Entonces… ¿qué hay de nosotros?  ¿Cómo es que sucumbimos a la magia navideña y no  queremos hacernos responsables de nuestras acciones u omisiones guardando la esperanza de la solución milagrosa? ¿Quién, a nuestra edad, podrá ser el vigilante regordete vestido de rojo o el monarca que anote nuestro proceder?

La respuesta es fácil: No hay caminos cortos a Belén. Habrá que esforzarse día a día, mas no sacrificarse porque ya en sí la palabra sacrificio encierra un dejo de pena y amargura.

Si este año tu logro ha sido detectar tus áreas de oportunidad; celébralo que hay tiempo para trabajarlas. Tan sólo hazlo. Si tu meta fue cumplida en su totalidad o en parte; sé alegre por ello puesto que te has esforzado. Si has aprendido de los fracasos, de las pérdidas, de los problemas ¡Excelente! No hay más vigilante que tú mismo. Y si ahora te das cuenta de que no has hecho nada, que has ido por el mundo echando tus amarguras, que has pensado que los demás son los que están equivocados y que son los que tienen que cambiar para hacerte la vida ligerita; despreocúpate y mejor ocúpate ya que este instante es un buen momento para comenzar a tomar las riendas y responsabilizarte de lo que a ti te atañe.

¿Magia para la Navidad, y para todos los días? Da lo que deseas para ti: paz, comprensión, compañía, ternura, alegría, buena actitud, respeto, reconocimiento, etc. Si un día la vida te gana y no puedes hacerlo, no hay más que reconocer la caída con el ofendido y ¡tratar otra vez!

¿Magia? Trabajo y esfuerzo, que la vida es tan solo un “sólo por hoy”

Me despido deseándoles una excelente Navidad y un 2011 lleno de bendiciones.

Si tienes algún comentario, duda o si quieres sugerir algún tema para ser tratado puedes escribirme a la siguiente dirección de correo electrónico: adrianabarrosov@gmail.com

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