Escrito por: Icami Tiba
Para no tirar comida el bebé tiene que aprender el sentido del “no” —algo que no sucede de un momento a otro. Las reacciones de los padres le enseñan al niño a distinguir el “sí” del “no”. Cuando el niño juega en su cuarto o hace monerías los padres ríen y juegan con él, eso es un “sí”; cuando está en su silla para comer e intenta hacer lo
mismo, los padres deben mirarlo y decirle seriamente: “No.” No están enojados, y no debe sonar como si lo estuvieran, es una enseñanza.
El niño se alegra mucho cuando juega e interactúa; su autoestima, es verdad, mejora con ello. Pero esto no significa que la autoestima disminuya cuando recibe un “no”.
El “sí” y el “no” establecen límites para el niño, que aprende lo que puede y lo que no puede hacer. Lo que es perjudicial es regañarlo por algo que no sabía que no podía hacer. No es que hacer algo esté siempre mal, pero tener permiso para hacer todo no está bien. El “sí” sólo tiene sentido si existe el “no”.
Saber la diferencia entre el “sí” y el “no” le da al niño poder de decisión sobre sus elecciones, un poder que alimenta su autoestima.
Por tanto, elSaber la diferencia entre el “sí” y el “no” le da al niño poder de decisión sobre sus elecciones, un poder que alimenta su autoestima “no” y el “sí” no traumatizan al niño, sino el uso que se hace de estas palabras.
La felicidad no es hacer todo lo que tenemos ganas de hacer sino sentirnos felices de lo que estamos haciendo
Muchos padres dan alegría, seguridad, protección y saciedad material a sus hijos creyendo que así los hacen felices. Pero nadie le da felicidad a nadie. Si los hijos creen que son felices por lo que reciben de sus padres, confunden la verdadera felicidad con la saciedad material.
La saciedad es una satisfacción pasajera que cumple un deseo o una necesidad momentáneamente para, luego, generar insatisfacción.
Es el caso del hambre, del deseo de un juguete, de la droga o del consumo de la moda que, después de ser saciados, pronto necesitan más. Es la alegría radiante que surge cuando se recibe un regalo (o cuando se usan drogas); pero cuando no llega la siguiente alegría, la persona sufre un acceso de rabia o de depresión si no obtiene la próxima dosis. Quien tiene accesos de rabia o depresión no puede ser feliz.
Escrito por: Icami Tiba
Psiquiatra, psicoanalista y creador de la Teoría de la integración relacional.
Autor del libro Quien ama educa de Editorial Santillana.