Bienestar

El pecado de la soberbia

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La soberbia se define como la sobrevaloración o superioridad sobre los demás. Se le relaciona con la presunción, petulancia y arrogancia. Es la falta de humildad y recato en el autoreconocimiento, alimenta el ego y la vanidad propia.

Para la Real Academia Española la soberbia es altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros.

Cuando se es soberbio la inteligencia hace un juicio deformado de sí, que arrastra a sentirse el centro de todo, vanagloriarse de idolatría personal, implicando la satisfacción excesiva por la contemplación propia y menospreciando a los demás.

La persona soberbia se siente mejor y más importante que el prójimo, a quien minimiza de forma constante. Por eso se comporta de manera arrogante y suele generar rechazo entre el resto de la gente.

Algunas características de la soberbia:

- Aire de suficiencia y no necesitar de nadie. Engreimiento.

- Susceptibilidad para cualquier; tendencia a hablar siempre de sí mismo, si éste no es el tema central de conversación, enseguida decae su interés.

- Entorpece y debilita cualquier relación amorosa. Es difícil darse a otra persona para que esa relación se consolide. La convivencia puede ser insufrible.

- Excesiva evaluación del propio mérito. Alardear, jactarse.

Por los linderos de soberbia, el orgullo y la vanidad se suele dar el narcisismo, patrón de conducta presidido por el complejo de superioridad y la permanente autocontemplación gustosa.

La humildad, la sencillez y la modestia son la parte opuesta y positiva de la soberbia. Se puede sentir orgullo por uno mismo al reconocer los éxitos o mejoras, sin que esto haga sentir superior ante el resto de los seres humanos.

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