Roland fue a ver a un destacado psiquiatra suizo pues tenía un problema de alcoholismo. Después de un año de terapia experimental, y a pesar del profesionalismo del doctor, y de su firme propósito, Roland no lograba dejar el alcohol. Persistente, su doctor le propuso otro experimento: que se uniera al Grupo Oxford y se rindiera ante Dios. El hombre de ciencia consideraba que todos tenemos un subconsciente colectivo donde compartimos creencias poderosas que pueden ser de beneficio para cada individuo.
El experimento funcionó. Roland, al rendirse primero y después con el apoyo del grupo, logró romper su adicción. Roland le contó de su experiencia a Bill W. y éste a su vez formó un grupo y luego otro hasta llegar al día de hoy donde actualmente más de cinco millones de personas, al aceptar su debilidad por el alcohol y otras drogas, paradójicamente, se fortalecen. Al rendirse se liberan de ataduras.
Mientras Freud veía en el subconsciente una fuente disruptiva y caótica, Carl Jung creía que ahí se encontraba una fuerza capaz de grandes cambios en las personas. Y eso fue lo que intentó aprovechar al “recetarle” a Roland un tratamiento espiritual de aceptación y derrota ante su alcoholismo. “Una psiconeurosis debe entenderse, en última instancia, como un sufrimiento del alma que no ha descubierto su propósito”.
Entre la humildad y la soberbia
Bajar de peso, hacer ejercicio, dejar de fumar son algunas de los objetivos que pensamos se pueden lograr con fuerza de voluntad. Sin embargo, estudios universitarios recientes han concluido que las personas que tienen cierta duda de sus capacidades, pero un firme deseo, logran mejores resultados que aquellos que están relativamente seguros de sí mismos. Es decir, un poco de duda puede llegar más lejos que toneladas de certeza… ¿Será?