¿En qué se mide el valor del trabajo? No se trata sólo del precio pagado por las horas trabajadas, no es sólo el esfuerzo que nos toma generar ingresos para nuestra familia. El valor del trabajo va más allá de lo que hacemos en la oficina o negocio, tiene que ver con lo que aporta a nuestra vida en un sentido más profundo, con nuestra identidad y el sentido de nuestra vida.
El trabajo no tiene que ser únicamente un medio para obtener recursos. Nuestro trabajo tiene impacto en nosotros mismos, en nuestra personalidad, así como en la sociedad; a través del trabajo podemos llegar a una autorrealización, podemos crecer y aprender, podemos establecer vínculos con los otros y contribuir –aunque sea en pequeña medida– a generar cambios en la sociedad.
No siempre podemos tener el trabajo que soñábamos de niños; ciertamente, lo ideal sería que nuestras pasiones y aficiones coincidieran con nuestro trabajo, pero lo cierto es que hay cuentas que pagar y no siempre hay quien quiera pagarnos por hacer lo que nos gusta; sin embargo, es importante aprender a valorar lo que representa nuestra trabajo para nosotros y la sociedad.
A menudo nos dejamos llevar por la inercia de la vida, atrapados en una rutina insatisfactoria y es precisamente esta actitud apática lo que nos hace tan infelices en nuestro trabajo y moldea nuestras actitudes hacia los demás.
Dicen que si no puedes tener el trabajo que amas, al menos debes hacer el esfuerzo de amar el trabajo que tienes. El trabajo nos puede dar muchas enseñanzas si estamos perceptivos a recibirlas y puede ayudarnos a darle un mayor valor a nuestro trabajo.
Cierto es que también existen ambientes de trabajo tóxicos y será necesario darse cuenta cuando es el momento de dejar atrás un trabajo que nos hace daño. No siempre lo que nos pagan puede compensar todo el desgaste y el estrés de la vida laboral, por lo que encontrar un trabajo que nos resulte satisfactorio es clave.