Bienestar

Enriquécete siendo flexible

flexibleSi te equivocas reconócelo, así crecerás

El abuelo solía decir que la mayoría de los errores provienen no de gente mala sino de gente que se aferra a sus malas creencias. Una parábola Zen lo ilustra. Eran unos monjes que iban de regreso a su monasterio. De pronto llegaron a un río donde había una mujer postrada pidiendo ayuda. La mujer quería cruzar el río pero como no sabía nadar le pidió a los monjes la cruzaran. El mayor la cargó en sus brazos, cruzaron y la bajó del otro lado. Cinco días mas tarde y justo al llegar a su monasterio, los monjes que lo acompañaban reclamaron “rompiste tus votos al tocar a esa mujer”. A lo que el mayor les contestó, yo la cargué para cruzar el río y la dejé ahí, en cambio ustedes llevan cinco días cargándola a ella.

Sucede que al cometer alguna tontería hacemos daño. Quizá nuestro error implica ofender a nosotras mismas. Como en el caso de los monjes, nos auto saboteamos. O pudimos haber ofendido a otra persona con tal de tener la razón a toda costa. Nos aferramos a nuestras creencias. En cualquier caso, lo primero es dejar de justificarnos y reconocer que hemos fallado. No es fácil pero si queremos crecer, si queremos dejar atrás un pasado doloroso, necesitamos reconocer y perdonar. No dejes, como los monjes, que el rencor del pasado amargue tu presente y futuro.
Hay agresores y víctimas que cargan con culpas, dolor, enojo y venganza durante años. Si somos los agresores y con el fin de superar los conflictos, es necesario darse cuenta que detrás del enojo de una víctima hay un profundo dolor y para ello se requiere una auténtica disculpa que subraye el remordimiento por haber causado ese daño. La víctima por su lado necesita soltar las repetidas recriminaciones y el enojo para dar paso a la expresión de dolor. Así, el agresor estará en mayores posibilidades de lograr empatía con la víctima. Haciendo de lado la auto justificación de ambas partes, es posible entender sin recriminar. Este fin de año abre tu corazón para encontrar nuevos y venturosos caminos.

Tao Te King


El hombre nace débil y suave a su muerte está duro y tieso.
Todo, incluso el pasto y los árboles son suaves y moldeables en vida secos y duros en la muerte.
La rigidez es un compañero de la muerte flexibilidad es un compañero de vida.
Un ejército que no cede, será derrotado. Un árbol que no se dobla se romperá con el viento.
La dureza y la rigidez se quebrarán, el suave y flexible prevalecerá.

Escrito por: Equipo SuperMujer

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