El entusiasmo y el éxito van de la mano, pero el primero siempre debe ir antes. El entusiasmo inspira confianza, eleva la moral, construye lealtad y no tiene precio. El entusiasmo es contagioso. Puedes entusiasmarte por la forma en que una persona habla, camina o saluda. Es un hábito que se adquiere y debe practicarse.
Hace unas cuántas décadas, le preguntaron a Charles Schwab, que tenía un salario de un millón de dólares al año, si le pagaban tanto por su excepcional habilidad para producir hierro. El respondió, “Considero que mi habilidad para entusiasmar a la gente es mi mayor virtud, y la mejor manera de sacar lo mejor de cada persona es por medio de la apreciación y la motivación.”
Vive mientras estés viva. No mueras antes de morir. El entusiasmo y el deseo son la diferencia entre la mediocridad y la excelencia. El agua se transforma en vapor con la diferencia de un solo grado de temperatura. Y el vapor puede mover los motores más grandes del mundo.
Esto es lo que el entusiasmo hace en nuestras vidas. “Ningún gran logro se consigue sin entusiasmo” Ralph Waldo Emerson.
Fuente: Motivational Stories
