En medio del atardecer ahí está parado "El Sereno", en medio de la multitud en domingo, en la Glorieta de Insurgentes en la Ciudad de México. En esta zona transita la mayoría de personas, pertenecientes a lo que se conoce como la población Gay Lésbico Bisexual y Transgénero, tomados o tomadas de la mano. También esta plazuela es frecuentada por diferentes tribus urbanas como: los emos, punks, rockeros solitarios con el cabello largo y vestidos de negro, sin olvidar a los hippies vendiendo sus artesanías y otros vagabundos perdidos y arrinconados en el calor del asfalto, porque la noche para ellos no termina.
Los caricaturistas que están en "pomingo" pasando el rato, ofreciendo sus dibujos a las parejas, a las personas sentadas en las jardineras. De pronto, un extranjero se detiene de frente es el primero, que se para cara a cara a mirar "El sereno", le toma la foto con el sol incesante del atardecer -sobre su sombrero del siglo XVIII que nos calienta con sus últimos rayos.
Ese señor Sereno que cuida la Glorieta día y noche, siempre agitada y caracterizada por estar cerca de la vida nocturna de la Zona Rosa, así denominada por la diversidad sexual de los que acuden a divertirse. Sin embargo, él en medio de este círculo que conecta el norte y sur de la ciudad, centro y poniente, se erige y no juzga el tipo de vestido o la desgracia económica. Este personaje se instauró aquí como homenaje al nacimiento de la seguridad pública en la ciudad de México.
Es una réplica del vigilante de 1792.Cuando los cuidadores de la noche tocaban su silbato y caminaban en medio de las calles solos, antes que la seguridad se volviera corporativa y privada, y este Sereno pasara a ser esa figura irrisoria que nunca más mantenga la calma de la noche, porque ni él estaría más en calma.
Esta imagen que cuidaba de otros, así representado en este homenaje, orgulloso, en pie y mirado a lo alto, con su espada y palo; se desboca en nuestro policía actual poco esbelto, que a veces pide la mordida, y que hoy en día, hay que cuidarse de él. Así que frente a este espectáculo, donde todas las personas con su diversidad confluyen rápidamente, transitamos alrededor de una imagen anacrónica, que se ha sido tocada por el tiempo, no sólo desde su vestido, sino también en el tuétano de su quehacer, y que por ello se ha perdido la frase tan conocida que le dio su nombre "las once de la noche y todo sereno".
Haydee Ramos C.