La niñez es una etapa maravillosa, aunque parece que a veces solo nos damos cuenta de su esplendor una vez que la hemos atravesado. Pero de vez en cuando es posible regresar a esas cosas que la hacen especial y disfrutar de la vida como si fuéramos niños.
Vivimos en un mundo ajetreado, siempre a prisa por el siguiente compromiso que cumplir y con tantos pendientes en la cabeza que no vivimos el instante. De niños deseábamos ser adultos para disfrutar la libertad que ello implicaba, sin embargo, ahora vivimos atados por el estrés y las preocupaciones. ¿Cuándo fue la última vez que detuviste a admirar el paisaje? A veces es necesario hacer una pausa.
Disfruta las pequeñas cosas. Piensa en las cosas que te hacían feliz cuando eras niña, bailar bajo la lluvia, escuchar tu canción favorita, que tu mamá te preparara tu comida favorita. Trata de regresar a ese estado de disfrute, saborea el café, comparte tiempo con tus hijos y atrévete a jugar.
Sé curiosa. Explora, ve tu entorno como si fuera la primera vez e intentando descubrir algo. Cuando te tomas el tiempo de poner atención a tu entorno, disfrutas más la vida y aprendes.
Ríe más. En promedio los adultos ríen unas 15 veces al día, mientras que los niños lo hacen unas 300. Intenta hacerlo más, podrías decir que los niños no tienen las mismas preocupaciones y por eso son tan libres para reír, pero no debemos buscar razones detrás de la estadística, debemos buscar razones para reír, encuentra algo que te saque una sonrisa y sigue haciéndolo tanto como puedas.
Explota tu creatividad. Dibuja, escribe, haz manualidades, inventa una receta. La creatividad se atribuye a los artistas y a los niños, pero si dejas volar tu imaginación y te atreves a inventar cosas nuevas, verás ante ti un mar de posibilidades que no habías notado.
Sé espontánea. Libérate un poco de las rutinas, atrévete a hacer algo diferente –por pequeño que sea–cada día, corre, salta, sorprende a tu pareja, haz algo que te divierta.
Escrito por: Elena Pedrozo
