Bienestar

¿Estás enamorada? Ten cuidado con lo que decides

Dicen que el amor nos vuelve locos, que especialmente en esos primeros meses de relación sentimos que perdemos el control de nosotros mismos y es casi como si estuviéramos en drogas. Las emociones toman dominio de nuestro pensamiento y es posible que tomemos decisiones que no haríamos en circunstancias normales.

Cuando nos enfrentamos a  decisiones, son muchos los factores que entran en consideración; sin embargo, generalmente existe un equilibrio entre la parte emocional y la parte racional de nosotros. En conjunto, las consideraciones de lo que sentimos, la empatía con los demás y lo que nos dicta el sentido común, nos guían a una respuesta conveniente; mientras que si dejamos que únicamente la parte emocional o racional elijan, corremos el riesgo de tomar decisiones perjudiciales, tanto para nosotros como para quienes nos rodean. Es necesario el balance.

Sin embargo, el enamoramiento es una etapa en la que hay grandes transformaciones en el cerebro. Se libera una gran cantidad de neurotransmisores que alteran nuestra forma de ver el mundo.

La dopamina, vinculada al placer, hará que al estar con esa persona especial, cualquier cosa que hagamos parezca satisfactoria, independientemente de si es o no una buena decisión o de sus consecuencias. La serotonina, otro de los neurotransmisores que es liberado, producirá un estado de bienestar, seguridad y control; sin embargo, una vez que nos alejamos de nuestra pareja, los niveles disminuyen, lo que provoca inseguridad y nos obsesiona, afectando también nuestro enfoque.

Así mismo, se ha encontrado que al estar enamorados se desactivan ciertas zonas del cerebro vinculadas a las emociones negativas y al procesamiento de juicios, como la corteza prefrontal; lo que en conclusión se traduce como: el amor nubla nuestro juicio.

Sin duda, estar enamorados condiciona nuestras decisiones y una vez que se atraviesa esa fase se puede llegar a un amor “más racional”; esta etapa puede durar hasta un año y mientras tanto, quizá convenga no tomar decisiones importantes, pues es posible que nuestras emociones estén interfiriendo con nuestra habilidad para decidir.

Escrito por: Elena Pedrozo

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