
Necesitamos controlarlo todo. El ir y venir natural de la vida nos da un miedo terrible y perdemos la calma cuando no podemos incidir directamente en la conducta, sentimientos, pensamientos, acciones y demás de las personas que nos rodean.
Tenemos una necesidad imperiosa de que todo esté como nosotras creemos que tiene que ser. Somos capaces de explotar por ello.
Esta tendencia a querer manejarlo todo, si bien es cierto, que puede ser un rasgo positivo para poder ayudar a los demás y de hecho organizar bien nuestra propia vida; también es cierto que puede causar un nivel de estrés muy negativo para nuestra salud mental y física, por esta razón, algunas recomendaciones pueden serte de utilidad para “dejar vivir a otros” sus propias vidas:
- No tienes la responsabilidad de la vida de los demás. Cada quien debe asumir la suya y sus consecuencias.
- En la educación de lo niños tenemos un límite. Debemos intentar ver claramente donde estaríamos haciéndole daño al asumir sus tareas.
- Evita la revisión de móviles, carteras, habitaciones, mochilas, armarios, cajas, etc. que puedan contener objetos personales de la gente. Saber o no sobre sus vidas es un privilegio que las personas deben cederte. En el caso de los hijos es muy importante, que sólo bajo sospechas ciertas, habiéndole informado, procedas a revisar lo que creas necesario.
- Tú tienes derecho a tener tu espacio personal, tus amigos y tus aficiones. Los demás también. No caigas en el error de querer controlar los amigos, la agenda y las inquietudes de los demás. Esto deteriora las relaciones porque la gente se siente agobiada.
- Las preocupaciones por alguien pueden hacerte perder el control y llevarte a pasar el límite del respeto. Evita las situaciones donde te puedas ver tentada a “manejar” lo que otro quiera hacer. Mejor piensa bien las ideas y no pases de recomendaciones y consejos, que son más útiles y te harán sentir mejor.
- Las personas manipuladoras terminan quedándose solas porque nadie las soporta. La gente las evade y buscar huir de ellas. De esta forma no se sienten constantemente cuestionados.
Siempre estaremos más tranquilas y serenas si podemos visualizar a las personas triunfando en la vida que han elegido. Aunque a nosotras nos parezca lo contrario, la gente necesita equivocarse. Nuestros hijos y pareja no escapan a esta condición y nosotras mucho menos.
La manipulación corta la capacidad para crecer y desarrollarse y además atenta contra la autoestima porque frena el proceso natural de la persona de equivocarse y aprender por sí mismo. Se hace dependiente y siempre va a necesitar a alguien que le diga lo que está bien o mal.