Escrito por Evangelina Jiménez
El ser humano goza de un sexto sentido particular, en caso de que las cosas no anden muy bien o cuando van a ir excelente, es decir, en el instante en el que pensamos que “algo nos huele mal” o que “algo nos decía que saldría bien”, es justo el momento
en el que nuestro sexto sentido se ha activado, nos dice que corramos lo más lejos posible de esa situación o por el contrario, que vamos por el camino correcto.
Ese sexto sentido, maravilloso por cierto, lo visualizo como un foco pequeñito de color rojo que se prende cuando atisba peligro, a veces hasta hace ruido y sinceramente en mi experiencia siempre tiene razón. Solía ignorarlo, en el fondo sabía que su lumbrera me alcanzaría y terminaría por repetirme lo que por regla general todos hacemos “porque no me di cuenta antes”, “porque no me hice caso”.
Me molestaba bastante que fuera tan soberbio y le aplicaba la ley del hielo proyectando así el barranco, no parecía tan malo, algunas veces hasta colchones de colores tenía, ellos amortiguaban mi caída y andaba feliz por la vida construyendo castillos en el aire.
¿Les ha sucedido? no es tan difícil ignorarlo, lo hacemos de forma consciente. Al final de las situaciones en las que desconocía totalmente mi sexto sentido, terminaba por desear con todas mis fuerzas haber procedido de forma contraria.
Ese foco rojo se activa también cuando algo bueno va a pasar y aunque se vicia un poco por los sentimientos del momento también es asertivo, ahí aplicamos “lo sabía” pero con una tonalidad de cordialidad, de esperanza, de alivio.
Hagámosle caso a nuestro foco, a esas señales que solo quieren comunicarse, ya sea para un vaticino bueno o malo, en éste mundo la única persona que te va a decir la verdad sin importar las consecuencias eres tú, en el fondo, siempre, sabemos la verdad de las cosas, entonces dejémosla salir. Hay que hacerlo con cuidado, somos muy inteligentes para timarnos, auto mentirnos y no hay peor cosa que engañar, pero cuando lo hacemos a nosotros mismos es traición y las consecuencias podrían ser irreparables.
Suele suceder también que cuando presentimos algo bueno lo materializamos en algo malo, lo que llamamos vulgarmente “chaqueta mental” ¡soy experta! y es bastante complicado no hacerlo, pero podemos intentarlo ¿por qué tanta negatividad?, si nuestro foco rojo es bastante culto y sabe distinguir lo bueno de lo malo, dejemos que él haga el trabajo, no interfiramos tergiversando las emociones. La confianza entre los presentimientos y nosotros es fundamental ¿qué ganaría nuestro instinto diciéndonos mentiras?
No le tengamos miedo a los sentimientos, que fluyan, más los que nos hablan y nos dicen algo, éstos suelen conjuntarse con las señales naturales del destino y esa sinergia no puede equivocarse, lo que no es para nosotros lo rechaza de forma natural
El cuerpo, nos lo quita la vida para protegernos, y viceversa, lo que se ajusta a nuestra naturaleza no duele, simplemente encaja y eso es precisamente lo que nuestro foco rojo trata de decirnos, no lo silenciemos, al contrario, démosle todos los elementos para que su mensaje sea bien recibido.
Escrito por Evangelina Jiménez
