Bienestar

Generando mis propios antídotos

antidoto

 

 

Autora: Evangelina Jiménez

Distancia es el antídoto que siempre me inyecto ante alguna calamidad de vida, si alguien fue poco inteligente para lastimarme, lo primero que hago es alejarme.

 

Era sencillo, corría lo más rápido posible y simplemente me perdía entre la multitud, entre las personas que ignoraban de forma absoluta mi pesar, no era necesario explicar mi ánimo a las personas cercanas y aquellos lugares fungían como refugios del alma. Nada regresaba a la normalidad, porque todo estaba normal, era como si viviera dos vidas y la segunda ya había quedado eliminada.

 

Con el paso de mi mejor amigo, el tiempo, las cosas tomaban la misma forma dentro de mi, era un poco más sabia, estaba más alerta y empezaba a quitar las trampas internas para poder abrirme paso a las sorpresas de la vida, dejaba lo que no me servía en el camino y ya había aprovechado eso positivo que me hacía bien.

Nunca pensé que en alguna situación parecida mi antídoto se encontrara incapacitado para hacer efecto en mí, sí, como lo leyeron, está incapacitado, es decir, es imposible que haga uso de sus mágicos remedios. ¿Y ahora? Pues tendré que buscar otro contraveneno, uno que tal vez provoque el vómito a mi esencia, tan atacada últimamente, “mejor a fuera que adentro”, diría mi mentor, yo digo “mejor lejos a tiempo que cerca con arrepentimiento”.

He estado en la búsqueda de mi medicamento y debo confesar que hay una lista corta pero certera. La música está empezando a llevarse los despojos del ayer, las inhalaciones profundas comienzan a calmar mis ansias espaciadas por 60 minutos, la revolución de mi cabeza está siendo combatida por la ligereza de mi espíritu y a los sentimientos que aún no se van los dejo situados entre mi mejor ánimo y la fe en Dios.

Por las noches he percibido a la luna más feliz que nunca, ojalá gozáramos de la misma suerte, aunque a la mía no la repelo, al contrario la atraigo con el mayor positivismo posible, le hablo bonito para que no se vaya, para que no me deje y de hecho ella me forzó a pisar el suelo de la verdad, aunque dolió, le estoy agradecida.

Diario introduzco en una licuadora interna todos esos medicamentos, los mezclo con el sol que sale para todos, la libertad que ha regresado a mí, la fuerza, el valor y el cinismo. Después de tal ingesta, estoy lista para enfrentar la mayor de las adversidades presentes, pasadas e incluso desconocidas.

Mis manos siguen frías, mi corazón continúa en la banca, los doctores dicen que la lesión fue grave y que tal vez ya no pueda jugar ésta temporada. Se entrecorta la conexión con el hipotálamo, ya llamé al técnico para que le eche un ojo, les mandaré una taza que contenga el menjurje que tomo todos los días, eso los animará.

Busca dentro de las alacenas de tu ser, debe haber mil y un medicinas generadas por ti que harán que tus sentidos sientan nuevamente y te dará la paz interna que estás buscando en un lugar incorrecto. Te deseo la mejor de las suertes para que los encuentres.

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