Bienestar

Habilidades para la vida

No existe un manual para ser feliz, no hay guías generales sobre cómo debería ser la vida. No hay atajos; sin embargo, si hay cualidades que pueden contribuir a que tengamos una vida más plena, satisfactoria y feliz.

La Organización Mundial de la Salud, en su labor de promover el bienestar en todos los sentidos,  lanzó en 1993 una iniciativa para la educación de habilidades para la vida. Se trata de 10 destrezas que buscan ayudarnos a afrontar la vida con mayor inteligencia psicosocial, mejorar nuestras relaciones sociales, involucrarnos en la construcción de una sociedad mejor y en general, vivir mejor.

Son cualidades universales y muchas son de sentido común; algunas parecen innatas pero todas se pueden desarrollar. Y quizá, si aprendemos a aplicarlas en nuestra vida, seremos más felices.

  • Para interactuar mejor con el mundo es necesario mirar adentro. Saber quiénes somos, nuestras virtudes y defectos, nuestro carácter, nuestras fortalezas, lo que nos hace únicos y lo que nos distingue, así como la forma en que nos relacionamos con los demás. Es un primer paso y se trata de saber con qué recursos contamos para vivir la vida, así como ser capaces de determinar cómo queremos vivir.
  • Empatía. No sólo se trata de “ponerse en los zapatos del otro”, es una labor de apertura, comprensión y tolerancia. Quizá no siempre coincidamos con la perspectiva de los demás, pero ser capaces de entender por qué tienen esa perspectiva nos ayuda a ampliar nuestro panorama y fortalecer nuestras relaciones.
  • Comunicación asertiva. Se trata de saber expresar de forma adecuada lo que pensamos y sentimos. Hacer valer nuestras opiniones sin imponerlas. Hablar, pero también saber escuchar. Sin reprimirnos y sin agredir, asertivamente.
  • Relaciones interpersonales. Somos seres sociales y necesitamos de los demás. Y esta habilidad se refiere básicamente a saber establecer y mantener lazos positivos, así saber alejarnos aquellas relaciones que nos perjudiquen o impidan nuestro crecimiento.
  • Toma de decisiones. Quizá no podemos saber qué tan buenas o malas serán nuestras decisiones, pero es necesario ser proactivos. No podemos esperar a que las cosas sucedan o que alguien decida por nosotros. Debemos ser capaces de las distintas alternativas con todo y sus consecuencias y ser conscientes de que las cosas no siempre saldrán como lo deseamos.
  • Manejo de problemas y conflictos. A nadie le gustan los conflictos, pero evitarnos nos impide crecer y aprender. Los conflictos son parte de la vida y es necesario aprender a lidiar con ellos de forma creativa y ver las oportunidades que nos pueden ofrecer.
  • Pensamiento creativo. La creatividad no sólo se refiere a las artes –aunque es la asociación más recurrente que hacemos–; tener un pensamiento creativo se trata de estar abiertos a las posibilidades, cuestionar nuestros hábitos, salirnos de la zona de confort y tratar encontrar nuevas posibilidades ante lo que nos ofrece el mundo.
  • Pensamiento crítico. Se trata de ser capaces de cuestionarnos –sobre nosotros y el mundo–, no aceptar ciegamente las cosas “como son”, sino ser capaces de analizar y llegar a nuestras propias conclusiones.
  • Manejo de emociones y sentimientos. Hay quienes se dejan llevar por sus emociones sin pensarlo, que actúan de acuerdo a lo que el impulso les dice al momento y pueden arrepentirse una vez que ha pasado la tormenta. También existen quienes resguardan sus emociones celosamente, que tienen trabajos para expresar lo que sienten e incluso les cuesta entender sus propias emociones. Ambos extremos son perjudiciales y saber manejar lo que sentimos no se trata ni de explotar, ni de reprimirse, sino de saber vivir y expresar adecuadamente lo que sentimos. Saber comprender nuestras emociones sin prejuicios o temores, sino de acuerdo con el contexto en que suceden.
  • Manejo de tensiones y estrés. Las preocupaciones y tensiones son inevitables, el estrés es una constante en la vida. Lo importante es saber lidiar con ellas de forma constructiva. Utilizar el estrés a nuestro favor –como motor y no como carga–, así como encontrar soluciones para contrarrestar o eliminar el estrés y que no se convierta en un estado permanente que dañe nuestra salud.

Escrito por: Elena Pedrozo

Fuente: http://www.habilidadesparalavida.net/

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