Cambios

Hermosa muerte

Ahora la veo sin sufrimientos previos, sin dolor, sin dar tiempo a pensar qué pasará en la ausencia...

Escrito por: Rebeca Harfuch

Ojalá  me hubieran enseñado a no temer a la muerte y cuando ésta me hubiera tocado, hubiera sido  menos dolorosa y así poder soportar la pérdida de un ser querido. Pero no fue así, las muertes significaban un llanto de días, semanas, quizá hasta meses.

El luto parecía permanente pues era un año que se guardaba por el difunto, y al cabo del año este iba desapareciendo poco a poco, con prendas de color blanco hasta poder usar de nuevo los colores.
Tengo el recuerdo de mis amadas abuelas, vestidas de negro total, durante gran parte de mi niñez, los días de eternos rosarios, misas, y sus caritas de tristeza profunda.
Ambas eran grandes guerreras, maestras de vida pues a pesar del dolor siempre había un abrazo, un beso, un cariño incondicional, hacia cada uno de los nietos.
Ojalá me hubieran enseñado que con los años la muerte se va viendo como una amiga, se le va temiendo menos La muerte fue llegando con la pérdida de los abuelos, abuelas, tíos, primos, pero la de mi padre fue devastadora. Sobretodo por el inmenso dolor de mi madre, del hueco que aprisionaba su dolido corazón. El amor de su vida, se había ido sin anunciarlo, en breves minutos alcanzó a llamarla se dejó caer y murió.
Hermosa muerte la veo ahora, sin sufrimientos previos, sin dolor, sin dar tiempo a pensar que pasará en la ausencia.
Ella aún lo extraña. Todos lo extrañamos.
Extrañamos a los que formaron parte de nuestra carrera de vida, y que por una causa u otra emprendieron la partida.
Ojalá me hubieran enseñado que con los años la muerte se va viendo como una amiga, se le va temiendo menos, a que será el final de cualquier capítulo de vida, sin dejar de ser dolorosa.
A entenderla más y más.

Escrito por: Rebeca Harfuch

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