Bienestar

Hoy confieso

Hoy_confiesoCon el peso de las horas y los segundos de los días que pasan como gotas de concreto y que merman mi tiempo personal, confieso que he vivido, confieso que he sufrido, confieso que te he extrañado y que te he llorado, confieso que te he temido y que te he amado, confieso que te he pensado y te he querido olvidar.

Confieso también que he estado en el sinuoso y azucarado camino del amor y que he penado por los picos del oscuro y acuoso camino del desamor, salado, limonado, abierto. Me digo a mí misma que la música clásica alimenta mi espíritu y lleno el jarrito de lágrimas para después tomármelas, estoy a dieta.

Respiro con la certeza de que por ahora no se parará mi corazón, pues aún soy joven y gozo de salud, de energía y de ganas de salir, de jugar, de planear, de reír y de cantar. El silencio arropa mis días y mis meses, mi ruido se ha detenido en la ventana del vecino, ha caminado por ahí sin rumbo pero es fuerte y sabrá como volver.

El regreso que planea mi alegría ha estado amenazado simplemente porque teme verme a la cara, me extraña pero a la vez desea dejarme ir, no puedo pasar un segundo más sin enseñar mis dientes porque deseo carcajearme de mi suerte y de mi destino, ambos han estado ocupados y desean descansar en las olas de mis sueños y en los mares de mi intranquilidad.

Mírate, mírame ¿con qué ojos podemos juzgar? Para mi esencia el mejor regalo que buscaré, para mi distracción no hay obsequios porque no debo premiarla. Y para mí, hay solo tiempo que cae por doquier, que mira sin cesar las glándulas grandes de mi simple karma. No las acariciaré por ahora a esas largas y contaminadas vivencias pasadas, las dejaré en el círculo de cristal en el que guardo mis llaves.

Cierro por ahora la puerta de la bienvenida, dejo a un lado el tapete que conocí bien y desempolvo la nada, esa nada que nada sabe y que todo quiere, que nada tiene y que pide poco, porque poco a poco dejaré la nada para algo sacar y entonces mi camino de nada carecerá sino de perennes horas que de todos modos no se irán.

Aquí sigo y aquí sigue el resplandor de lo que no conozco, de lo que me persigue para poder seguir adelante, adelante, adelante y arriba ¿por qué no? Que marañas tan grandes tengo en la cabeza, mi cabeza, mi corazón, mis pies que van por ahí pero que los detiene el cuerpo, en cambio mi mente vuela sin detener el tiempo.

Hoy me caí y mañana me dolerá, me duele aún la caída de hace algunos días pero me tuve que levantar porque no puedo vivir con un piso gris y frío de frente, sin chiste ni futuro, solamente debo ver hacia adelante, el camino negro con amarillo, el rojo que me hace correr más fuerte y el verde que me llena de esperanzas para los próximos años que no sé de qué color vestiré.

Hoy mi color no existe, no lo conozco pero lo siento, mi alma lo quiere aquí y con eso me basta para poder reconocer que el color importa. Éste hipotálamo esta lamiéndose las heridas y a veces la sal del tiempo lo ayuda a cauterizar. Mientras cierran mis rajadas donaré mi tiempo a aquellos que no ven, a esas que ya no sienten porque debo confesar que aún muero por dentro pero que el ataúd que me corresponde está guardado en el clóset.

Las preguntas vagan por los rincones de mi corazón, las dudas tocan a la puerta de mi cabeza y mis sentimientos solamente confiesan, confiesan detrás de la pared de mi razón que las abraza al terminar el rito de la desintoxicación, porque hay que saber que no tenemos idea de la vida porque no estudiamos el amor, no amamos con manuales.

Mueve mi mundo la ignorancia de los sentimientos y ya vi que mis emociones andan vagabundeando por ahí, lejos de mi conciencia, cerca de mi sinrazón, duermen abrazadas a mí, cada noche, cada madrugada y despiertan conmigo. De la mano vamos juntas, juntas siempre juntas a descubrir el color nuevo, a perdonar el borroso viejo y a levantar la mano con firmeza para poder descubrir lo que no conocemos.

Hoy confieso que mis moretones siguen visibles aunque un poco más verdes y menos dolorosos, hoy confieso que limpio mis recuerdos como mi abuela limpia los frijoles, sólo los buenos y confieso también que lloro en soledad y que río en mis adentros. Hoy confieso que te sigo amando y que eso, creo, confieso no cambiará.

Escrito por: Eva Jiménez

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*