Cómo salir de la autorecriminación
Estar a gusto con una misma no es una alternativa de vida, es más bien una condición indispensable para una vida satisfactoria. Qué nos espera si diariamente estamos a disgusto con nosotras mismas. Miedo, enojo o tristeza para cada uno del resto de nuestros días. Cómo no va a ser así, si todos los días dentro de nosotras hay un pleito constante por ser como somos en vez de ser el ideal que soñamos. Superar los sentimientos de inferioridad, amarse una misma, aceptarse, son condiciones necesarias para una vida en paz. Lo bueno, lo probado y comprobado, es que sí se puede lograr cuando lo deseamos de verdad.
Al tener sentimientos de inferioridad o una baja autoestima, normalmente dejamos que otros tomen control de nuestra vida. Son varias las formas como se manifiesta. A veces somos incapaces de dar una opinión pues imaginamos que no tenemos la inteligencia o la posición para hacerlo, dejando el campo abierto para que otra tome nuestro lugar. Y, al haber callado nos enojamos por dentro ya que no nos hicimos valer. Huimos y nos peleamos internamente. En ocasiones para sobrellevar este malestar y paliar el dolor, recurrimos a diversos tipos de adicciones. En otras, nos enojamos abiertamente. En todo caso, nos autosaboteamos.
Cuando nos devaluamos nosotras mismas, al enfocarnos en nuestros defectos en vez de nuestras virtudes, oscurecemos lo mejor de nosotras mismas. Estamos tan ocupadas tratando de esconder o desaparecer nuestras supuestas desventajas que olvidamos destacar aquellas características personales que nos hacen sentirnos mejor. Nuestra reserva de confianza desaparece. Por ello, un primer paso hacia una mejor persona, es saberse imperfecta. Humildad. Al aceptar nuestros supuestos defectos, liberamos energía mal utilizada y mejor la enfocamos hacia nuestros talentos. Al aceptar con humildad nuestras carencias, facilitaremos que brille más nuestro sol interno.
Es cierto que la humildad es parte esencial de una vida religiosa. Una persona humilde ante la grandeza universal estará en la antesala de la fe. Pero no es exclusivo de alguna religiosidad. En filosofía oriental, una persona humilde estará liberándose de sufrimientos y deseos materiales para alcanzar así la paz interior, el nirvana. Y también es cierto que una persona humilde será una persona más atenta y tendrá mejores relaciones humanas. Se sabe imperfecta, como todas, y por lo tanto no se siente ni más ni menos que otras. Eso es humildad. Saber valorarse en su justa dimensión. Ni tan maravillosas ni tan pequeñitas. Y ello se reflejará al estar entre las demás como una más. Integrada.
Beneficios de la humildad:
Reducción de ansiedad, miedo y depresión
Menos conflictos, enojos y agresiones
Aumento en el optimismo
Más y mejores amistades
Apertura a nuevas experiencias
Mayor aprendizaje y crecimiento
Satisfacción en el trabajo
Mayor empatía
Foto: Usbaldo Ochoa