Bienestar

Infertilidad: ¿por qué no puedo embarazarme?

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La infertilidad es un problema que repercute en la dimensión física, psíquica, afectiva y relacional del hombre o la mujer que la padece. Suele definirse como la incapacidad para concebir, tras un año de tener relaciones sexuales -buscando el embarazo- sin el uso de ningún método que lo impida. De acuerdo con los datos obtenidos en la Encuesta Nacional de Salud Reproductiva de la República Mexicana el 17.5% de las mujeres en edad reproductiva informó tener problemas al respecto.

El fenómeno de infertilidad es hoy un fenómeno importante, debido a su constante incremento en hombres y mujeres en edad reproductiva. Las causas que la generan son multifactoriales y van desde conductas, hábitos y/o patologías específicas, hasta la cada vez más frecuente postergación de la maternidad de la mujer en aras de su desarrollo profesional. La realidad es que la investigación sobre la biomedicina de la infertilidad, diagnosticando e interviniendo sus causas, ha avanzado muy poco en relación con otras especialidades médicas.

Por eso es muy importante que la pareja antes de tomar la decisión de someterse a algún tratamiento invasivo para lograr un embarazo, se realice los estudios pertinentes para obtener un diagnóstico preciso de las causas que generan la imposibilidad de procrear: embarazarte puede ser más sencillo de lo que parece.

Al respecto, la Dra. Karen Jiménez, especialista en Fertilidad y Salud Sexual comenta: “Existen una serie de estudios específicos -8 para la mujer y 4 para el hombre-, enfocados a examinar esta problemática; son estudios minuciosos que proporcionan un diagnóstico preciso de lo que ocurre -a nivel fisiológico- en el hombre y/o la mujer que, después de un periodo determinado de buscarlo, no logran un embarazo y que no necesariamente tendría que ver con una imposibilidad permanente”.

Y es que, el impacto de la infertilidad en la vida social y en la relación de pareja, puede generar angustia, temor y mucho estrés; factores que muchas veces los llevan a recurrir a técnicas asistidas mucho antes de haber agotado todas las opciones terapéuticas alternas. “Lo primero que debe haber es un diálogo profundo, no sólo entre la pareja, sino con el médico tratante (ginecólogo y/o andrólogo); una plática en donde se considere también la ansiedad, angustia e inseguridad que esta situación podría provocar, posteriormente se deben realizar todos los exámenes instrumentales necesarios que lleven a la precisión del diagnóstico, pues se dan casos en los que el embarazo no se logra porque existe alguna patología (ovarios poliquísticos, endometrosis, amenorrea) que con el tratamiento adecuado se puede corregir, sin necesidad de someterse a tratamientos invasivos que, en efecto, pueden a ayudar a la pareja a conseguir el embarazo, pero con riesgos innecesarios en la salud de quien se somete a ellos y en la del futuro bebé. Si cuidamos nuestro cuerpo y sabemos interpretar las señales que nos manda, estamos en el camino de tener una mejor salud sexual, evitando someterlo a tratamientos más drásticos”, puntualiza la especialista.

Un diagnóstico preciso y oportuno es el primer paso para quien se considera infértil.

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