¿Has cargado alguna vez de la vergüenza de ser engañada? ¿Tu pareja ha tenido amoríos que descubriste y supiste callarte la boca? ¿Te da miedo que tu pareja tenga redes sociales y coquetee con otras personas? ¿Has agarrado con las manos en la masa a tu pareja pero decidiste callarte? La infidelidad es una cuestión de estado, aún en tiempos de pandemia, liberación femenina, inclusión, y mente abierta; porque está relacionada con el motor que lo maneja todo, y aunque pasen los siglos, ese comandante siempre tendrá vigencia; y es el ego.
El ego es esa voz interna y petulante que viendo a tu pareja seduciendo a otras gentes, te reclama, te llena de miedo, te inhabilita para responder de forma saludable. Podremos alcanzar los avances más importantes en tecnología, pero EL EGO, se supera cada día más en sus mañas, y a ningún EGO, le gusta saberse traicionado o no elegido. Después de todo, cuando nos meten los cuernos, alguien nos cambia en la lista de sus preferencias, y la verdad ¿A quién le gusta ser el último orejón del tarro?
Desde esta dimensión de escasez emocional, a través de la boca del ego, cometemos los peores errores. Para ello vamos a clasificar a los egos engañados en dos grandes colectivos. Ego Proyección Interna y Ego Proyección Tóxica.
En el primer caso, la mujer engañada recurre a una extensa lista de creencias limitantes acerca de si para justificar “exonerar” y “seudo” perdonar a su pareja. El propósito de la acción es NO PERDER SU RELACIÓN.
Para ello se mira al espejo imaginario y comienza a recordarse que “tiene sobrepeso” “sus pechos están horribles después de amamantar” “que ya no es una jovencita” “tiene demasiado trabajo” “que por los hijos dejo a un lado a la pareja” “que siempre está de mal humor” “ que no ha tenido deseo sexual” “que la regla” “que la menopausia” “que la colitis” “que no estudió” “que no sabe cocinar”… y la mar en coche, es decir, busca y busca para encontrar situaciones que según su mirada la desmerecen de una relación de monogamia y la colocan en una relación triangular por algún defecto de fábrica.
En el segundo caso, la mujer siente que es “cornuda” por la culpa de un tercero, un polizón se ha metido en su relación, un intruso, y tiene que exterminarlo. El propósito de la acción es PROTEGER SU RELACIÓN.
Para ello proyecta su ira en el depredador, y cerca y victimiza a su pareja. La otra persona es la culpable de su dolor, la otra persona es la que se metió en dónde no debía, la otra persona es la desubicada, la traicionera, la nefasta. Escupe fuera lo que no se anima a confrontar dentro. Ambos discursos atrasan tu autoestima, tu cosmovisión del mundo, tu empoderamiento. Justificar la conducta de tu pareja en el autocastigo o en el castigo de un tercero; sólo habla de tu incapacidad de asumir las cosas, y sobre todo tu necesidad de que las cosas no cambien. Pero es que ya cambiaron, ya no es la misma relación; ya lo que había como tal no existe.
Confrontar la realidad es asumir que el vicio existe porque ya algo no funcionaba en ese vínculo, es asumir las responsabilidad ambos miembros de la pareja; y dejar de creer que la insuficiencia puede ser motivo para que dejen de quererme o para que otro se aventaje y me robe. Nadie te roba a tu pareja, ni ninguna pareja se va porque eres insuficiente. Cuando la infidelidad se presenta es porque el infiel “busca lo que no encuentra en el vínculo según su mirada,” busca lo que no encuentra en sí mismo; y siempre vibra en su energía de carencia. Quizás sienta que ya no es joven, quiere retarse en relación a su virilidad, conquistar es una forma de generar proyectos que en otros niveles no consigue, entre otros.
Pero nunca, NUNCA, nunca, tiene que ver contigo, con lo que eres, ni con la otra persona, con lo que es.
La gente no engaña porque hay panzas, estrías, celulitis, hijos, conflictos de dinero; engaña porque puede, porque sabe que si se tira una canita al aire, no pasa nada, porque conoce el vínculo y como manipular, porque no hay consecuencias, porque se siente vacío.
Por tanto lo que nunca deberías hacer frente una situación asi es CULPARTE. Porque eso erosiona tu autopercepción y te llena de pensamientos de castigo. Si te traicionan, llora, siente, vive si así lo sientes “la decepción” pero no juzgues que es por una falla tuya personal o una condición. La infidelidad es la incapacidad de creer en uno mismo. Somos infieles a los vínculos o los proyectos que creamos y en los que alguna vez creímos, pero nada tiene que ver con la persona del otro.
Toda la vida siempre, siempre, tiene que ver con una misma.
Chuchi Gonzalez
wwww.chuchigonzalez.com
Terapeuta Holística- Biomagnetista- Coach – Escritora