Bienestar

La belleza de ser espontánea

espontaneaTe conviene ser tú misma

Las antiguas tradiciones orientales otorgan gran importancia a lo espontáneo, entendido como lo auténtico, natural, franco. Contrario a lo forzado, simulado, fingido, tramposo. Más allá de las connotaciones morales que ello pueda tener (es más ético ser auténtico que falso), hay una cuestión de estética corporal, visual pero, sobre todo, de belleza emocional (es decir, espiritual) al ser espontánea.

Se es espontánea cuando conoces a una persona que te despierta interés, ya sea por su personalidad, su conversación o su semejanza contigo. Sientes empatía por esa persona. Cuando la encuentras en alguna parte, sientes un auténtico gusto que no puedes disimular. Sabes que tendrás una bonita platica, divertida o ilustrativa, y tu entusiasmo aflora de manera natural.

En contraparte, cuando conocemos alguna persona desagradable, por la razón que sea, no podemos evitar una sensación interior de rechazo. Pero si por relaciones sociales o laborales creemos necesario “quedar bien” con esa persona, quizá forcemos una amabilidad, interés o aprecio que en realidad no sentimos. Ese esfuerzo contradice a nuestro cuerpo y mente. Un observador aguzado puede percibirlo como lo que es; un comportamiento falso, artificial, fingido, nada de lo cual es agradable. La sonrisa forzada se nota a distancia. Nos vemos mal.- Rama Singh.


El dilema de lo auténtico
Cuando percibimos la falsa amabilidad de otra persona hacia nosotros, nos sentimos incómodas, una sensación de desagrado interno nos invade, muy al contrario de cuando nos expresan una amabilidad o aprecio genuino. A veces tenemos que optar entre mostrar una sonrisa fingida o mostrar un rostro auténtico. No hay respuestas fáciles, pero es bueno saber que las personas auténticas siempre son mejor valoradas por todos, incluso por aquellas personas a las que se les quiere rendir falso tributo.

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