Bienestar

La cajita

galleta felizEscrito por: Evangelina Jiménez

Existen ciertos sentimientos multicolores que no se alcanzan a percibir con los cinco sentidos, los guardamos en una cajita que por sí sola produce pensamientos de galletas deliciosas de sabores increíbles y adictivos, además de ricas, son agradables a la vista. El aroma de café nubla nuestro olfato al grado de un toque de kahlúa, jerez, vainilla, nuez y un poco de dulce reconocible sólo para el alma. La fuente de su producción es desconocida.

En esa caja había sueños de malvavisco, esperanzas sabor blueberrie, amor y cariño con aroma a canela y glaseado de ilusión, mangos de chile llenos de amistad, bombones de bondad, pasteles de chocolate blanco con pedacitos de empatía,  mousse de tiempo y un pie de limón relleno de entrega. Todo era gratis, podías meter la mano a la hora que quisieras y sin costo alguno te llevabas lo que se te antojaba, lo único que necesitabas era mostrar la invitación repartida previamente por la dueña de la tienda.

¿Quién no va a querer disfrutar de tal coma diabético de emociones? La confianza fue la perdición, la dueña olvidó indicar en algún letrero que a pesar de no tener costo, agradecería no fuera desmedido su consumo, se descuidó el respeto. La caja era grande, profunda, acomedida, se vaciaba pero a la vez la embargaba la felicidad y la paz al ver las caras de los invitados disfrutando de su festín.

A veces las manos ingresaban con mucha brusquedad a la caja para llevarse los manjares y causaron orificios de inicio difíciles de percibir pero con el tiempo y ante tal derroche de confianza abusaron de la capacidad de la cajita, no había material existente en el mundo capaz de coserlos.

Las delicias no se reducían por dos razones, la primera es que la propia caja producía las golosinas, cuya materia prima era simplemente el gusto de dar y la segunda que algunas personas decidían que, al no tener la obligación de pagar por lo que consumían, podían dejar algo de igual valor dentro de la caja y así la misma podría ofrecer otras cosas distintas a los demás invitados.

Al paso del tiempo cada vez tomaban más y más cosas ricas de la caja, eran muchos invitados y ninguno daba nada a cambio, algunos de ellos ni la invitación enseñaban, al no haber retroalimentación, trueque o intercambio, la caja se cansó de producir, ya no tenía motivación, se agotó de tanto dar y los agujeros que se habían producido comenzaron a generar un grave problema.

Agujerada, cansada y sin motivación, la caja solicitó a la dueña un descanso, llevaba años sin parar, sin embargo, le fue negado e incluso le solicitó que trabajara más horas al día, le restringió los fines de semana y le redujo la hora de comida. La caja decidió acceder, realmente amaba el sentimiento que le producía la sonrisa de sus invitados.

Fue cuestión de seis meses más para que la caja cayera en una depresión profunda, llevaba meses vacía y sin ánimos de generar nada. La dueña se asustó  pero la invadió también la inconsciencia, la terquedad,  fue entonces que la caja desapareció, sin aviso previo, voló.

No sabemos a dónde se fue, sabemos que está bien, nos manda correos electrónicos en los que nos indica que está en reconstrucción, está trabajando, no dijo en qué, menciona que está estudiando precaución, que hay algunos agujeros que no ha podido coser y que aún no está lista para volver, todavía está vacía.

Se culpó porque dio desmedidamente, nunca se preocupó realmente por ella, necesita encontrar nuevamente el motor para volver a producir, mismo que anda perdido, incógnito, por ahora se dedica a ella, pidió paciencia y nos dijo que nos avisaba la fecha de su regreso.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*