Bienestar

La conversación en un mercado

conversacion_en_un_mercadoEscrito por: Tayde del Rio

- Me da un kilo de paranoia- dijo la señora en el mercado.

- De cuál le pongo- preguntó con ojillos brillantes el comerciante.

- ¿A cómo está el kilo de la paranoia por la obesidad?

- ¡Uy, marchantita!, a precio inigualable. ¿Pos qué no ve que el miedo a la obesidad es lo de hoy? En la tele se la pasan remache que remache con eso. Además, por tres pesitos le puedo dar harta paranoia de ese tipo, porque está hecha de aire y de verduritas ligeras.

- Deme un kilo, pues… ¿y la paranoia por la muerte, a cómo me la deja?

- Pues esa tiene precio fijo, no ha variado mucho; desde que el hombre es hombre casi siempre ha costado lo mismo. Baja de precio cuando hay guerras, pero nada más, y eso es por la excesiva demanda. La fabrican con un miedo pesado, que no deja ni estar, y que lo hace a uno ver fantasmas por todos lados: en el jabón de la bañera, en el vecino de al lado, en el enchufe, la tele, el escape del coche, las banquetas y los árboles. Esa está a 22 el kilo.

- Está cara, oiga. Me da medio kilito, entonces… Supongo que también tiene paranoia por las enfermedades.

- ¡Uy, pero cómo no!, si esa es de la que más se me vende. Que si por el grave padecimiento que le puede provocar tomar café, azúcar, té, harina, comida en lata, verduras y frutas regadas con pesticidas … o respirar el aire y salir a la luz del día. Se la dejo a 16.

- Póngame un kilo, entonces... ¿y la paranoia por la era de la computación?

- Esa está casi regalada, señito. La verdad es que como está tan llevada y traída ya empieza a marchitarse, tiene sabor a rancio, ya como que nadie le hace mucho caso porque una buena cantidad de gente empieza a darse cuenta que es la típica del tonto que se espanta con su sombra.

- Entonces de esa no me ponga nada. ¿Y tiene paranoia por el terrorismo?

- ¡Pero cómo no! Nada más que esa es importada; ya sabe, de los yunaites. La verdad es que no se la recomiendo, como que sabe a ajeno, a cosa que no es de uno, vaya.

- ¿Y paranoia por la inseguridad en la ciudad?

- De esa no tengo, ésa la encuentra en los supermercados, casi en todos, pero si son de colonia rica, más, porque es la que compran los rotos cuando quieren desgarrarse las vestiduras.

- Mmm… pues entonces póngame un cuartito de la paranoia por el terrorismo, tan sólo por aderezar la de la seguridad… a lo mejor sale buena la combinación ¿no?.

- Sepa Dios…

- ¿Cuánto le debo?

- Cuarenta pesitos… Oiga, güerita, y si no es indiscreción, ¿por qué tanta paranoia? Digo, es que estoy acostumbrado a que se llevan de una, de otra, si acaso de dos tipos diferentes, pero usted se lleva de todo.

- Ah, verá, trabajo todo el día. Gano bien, pero la verdad es que tengo poco tiempo para gastar mi dinero. Tengo mis asuntos resueltos, así que, al final del día, lo único que me queda últimamente es el entretenimiento insípido de la televisión. Quiero darle sabor a mi vida.

- Bueno pues, entonces que disfrute sus paranoias.

- ¿Gusta?

- No gracias, ¿sabe usted?, yo sí tengo problemas reales de los cuales preocuparme.

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