Familia

La generación digital y el desafío de educarla

generaciondigital2okConoce algunas técnicas para educar a tu hijo en esta época de gran avance tecnológico

N

o es posible negarlo, los niños son mucho más inteligentes hoy que en el pasado. Estimulados desde muy pronto por juguetes interactivos, televisión, computadora y un volumen gigantesco de información, crean una gran cantidad de conexiones entre sus neuronas. La diversión, hoy en día, implica desafíos mentales, y hasta los juguetes más pequeños tienen objetivos psicopedagógicos de acuerdo con las diversas edades.

Los niños no se escapan de las pantallas, ni corren ya libres por las calles. Más de 60 por ciento de la población de São Paulo vive en condominios verticales u horizontales.
Para lidiar con tantas novedades, el padre y la madre tienen que prepararse. Es necesario actualizarse.
Ya no es posible ser un educador basado solamente en las experiencias que se tuvieron como hijo: sería como querer usar un martillo para arreglar los programas de la computadora.
Cuando Bill Gates fundó Microsoft, quería que las personas tuvieran la información en la punta de los dedos. Hoy, los adolescentes y los niños tienen sus vidas en las puntas de sus dedos. Así como nuestro alfabeto tiene 23 letras, el lenguaje digital usa solamente dos números: 1 y 0. Todo puede ser traducido al lenguaje digital y transmitido a una velocidad altísima y en inmensas cantidades a inconmensurables distancias. El mundo virtual está organizado con ese lenguaje, y todo se encuentra en la red, en la web. Todo está en la punta de los dedos. Por eso he llamado digital a esta generación, porque quisiera tener su vida en la punta de sus dedos.
Dada su variedad, y sólo para facilitar la comprensión, dividiré a la generación digital en subcategorías: generación del zapping, generación de los videojuegos, generación del internet, y generación del celular.

Las generaciones que dominarán al mundo

Las inmensas novedades y los grandes cambios ocasionados en las costumbres y comportamientos de las generaciones fueron tan rápidos y sucesivos que es difícil clasificarlos y dividirlos en fases nítidas.
Creo que lo mejor es hacer grupos, según las costumbres derivadas de los cambios tecnológicos, en lugar de elaborar una división de las generaciones con diferencias muy marcadas entre sí. Así, un niño de
hoy tiene un control remoto de televisión para ver sus canales favoritos, mira sus dvd predilectos, enfrenta retos de sus juegos de video y ya quiere tener un celular, sin olvidarse de entrar al internet. Sin embargo, quise hacer esta presentación secuencial en atención a una cuestión didáctica, más que queriendo representar propiamente la realidad. Sé que es una visión parcial sobre un tema global más amplio, en un mundo donde todo es simultáneo y rápido.
Me parece que estamos viendo a una generación infantil más globalizada que otras generaciones, porque las fronteras entre países y culturas, pueblos y lenguas, están desapareciendo en el mundo virtual. Creo que las influencias culturales y familiares que se ejercen sobre los niños han disminuido bastante en comparación con las tecnológicas, globalizadas, que están cercando al mundo en su totalidad.
Así, lo que escribo sobre la educación brasileña se puede aplicar también a los niños de Japón, Estados Unidos, del mundo hispánico, de Europa y de cualquier otra región del mundo donde tengo amigos y colegas con quienes intercambio ideas. Fue fácil hacer estas actualizaciones a través de los Congresos Internacionales y de correos electrónicos con los especialistas en esta área. La mayoría de estos profesionistas están preocupados por asuntos que también a mí me parecen inquietantes, en todos los rincones del planeta.

La generación del zapping

Es la generación que creció con el control remoto de la televisión en las manos. Con él conseguía controlar la televisión desde el sillón, sentado a la distancia, sin levantarse, vagando, “haciendo zapping” por los canales hasta encontrar algo interesante. Sólo movía el dedo, para apretar los botones de control remoto. El televidente es quien asiste y testimonia los actos y las escenas. El mundo transcurre dentro de la pantalla, bajo el control de sus dedos, sin hacer ningún esfuerzo, y prefiere estar siempre a gusto.
Cuando algo no le gusta, simplemente vuelve a hacer zapping hasta encontrar un programa que le guste.
A pesar de que esa generación tiene entre veinte y cuarenta años, aún hoy encontramos muchas personas que ven la televisión diariamente usando el control remoto. No es raro que en una familia cada persona tenga su propio aparato de control remoto.
Una de las características de la generación zapping es vivir en el sillón, como si el mundo transcurriera en la pantalla y ellos escogieran el programa que les interesa, viéndolo hasta hartarse, y luego se fuera zappeando por otros canales. Aunque no hubiera nada interesante, vería lo que le pareciera menos aburrido, para no tener que abandonar su cómoda posición, acostado en el sillón.
Cuando Bill Gates fundó Microsoft, quería que las personas tuvieran la información en la punta de los dedos. Hoy, los adolescentes y los niños tienen sus vidas en las puntas de sus dedos El surgimiento del videocassette cambió un poco la pasividad del televidente. Por lo menos podía ver en casa la película de su elección. Los padres pasaban a los establecimientos donde se rentaban videos para alquilar algunas películas. Esta costumbre pasó rápidamente a los hijos, que se olvidaban de devolverlos a tiempo, lo que causaba conflictos familiares y gastos innecesarios.
No se puede decir que esa costumbre se acabó porque llegaron los dvd para niños, adolescentes y adultos; el número de lugares que los rentan aumentó ya que hoy día prácticamente en todas las casas hay un reproductor.
Los niños nacen con pantallas interactivas frente a sus ojos. En vez de mirar por la ventana, que ya no ofrece atracciones interactivas más que la posibilidad de arrojar objetos a los transeúntes, miran las pantallas que tienen en frente.  Si aciertan, siguen en el juego; si no logran superar los obstáculos, en vez de seguir intentándolo, cambian de juego. Simplemente cambian de pantalla. La mayoría de los niños hace eso: descartan los juegos difíciles y prefieren jugar con los que les resultan más fáciles.
De ahí se desprende el gran problema de esa generación: la incapacidad de lidiar con las frustraciones, que se extiende a las relaciones sociales. Si algo no va bien con una persona, los niños la agreden, la hacen a un lado, buscan otra. La descartan como si fuera un videojuego.
Los púberes y los adolescentes actúan de la misma manera cuando se “quedan” con alguien. Mientras les interesa, están juntos; de lo contrario, abandonan a esa persona sin saber siquiera el nombre de la que es “zapeada”. Es lo que me han dicho que hacen los “que se quedan”.
De esta forma, la generación zapping se acostumbra a la cantidad y a la superficialidad. Ésta es, además, una de las características del mundo moderno que más perjudican a la sociedad: las personas se descartan unas a otras, los padres abandonan a sus hijos con facilidad; lo que importa es satisfacer los objetivos personales y reina el individualismo.
Las grandes empresas descartan a las personas como si fueran máquinas de producir. En vez de invertir, educar, preparar, mejorar la formación y dar capacitación, las cambian y le pagan un salario más bajo a otras. “Hay mucha mano de obra disponible”, reza la cartilla del capitalismo salvaje.
Los jovencitos también elaboran su capitalismo personal. Se vanaglorian de cuantos novios han tenido y de todos a los que han besado. “Serial kisses”. Abandonan a quien no les gusta y empiezan a actuar como piratas, extrayendo el máximo posible de las personas y de las situaciones. Concluido el saqueo, cambian de objetivo. Abandonan la habitación, el trabajo, la familia. Hacen estallar todo a su camino.
Pero no todo está perdido. Cuando hay amor, asesoría y buena voluntad, el rumbo de la historia personal puede mejorar.


La generación del internet

La onda del internet explotó en la década de 1990. La web (www) surgió en 1991. La web es un espacio imaginario donde está la información (documentos, imágenes, sonidos, videos, etc.). En la red están las computadoras y los cables. La conjunción de la web y de la red aumentó prodigiosamente el número de usuarios: crecieron de 600 000 a 40 000 000 en cinco años. La digitalización permitió transformar todo (letras, fotos, películas, imágenes, sonidos, voces, etc.) en bits y bytes (combinaciones de 1 y 0), que son transportados de un lugar a otro, a cualquier distancia, en gran cantidad y a una velocidad altísima, de manera económica y sin pérdida de lo que se transporte.
Uno de los primeros lemas de Bill Gates en Microsoft, la compañía de la que es cofundador, era el de dar a cada individuo “la información en la punta de los dedos”. Esta generación quiere tener su vida en la punta de los dedos.
Sumándolo todo, el internet que tenemos hoy es una incalculable cantidad de bits y bytes formando el mundo virtual que pertenece a la web, al cual se llega a través de la red, que está al alcance de todos los habitantes de este planeta.

La generación de los juegos electrónicos

Desde que surgieron los juegos electrónicos, se apoderaron del mercado infantil y juvenil, que tiene hoy de quince a treinta años; esa edad no delimita las costumbres, pues también usó el zapping y
los dvd, pero su gran ventaja fueron los juegos portátiles. Adonde vaya uno se puede llevar el jueguito, y apretar sus botoncitos frenéticamente durante horas y horas.
La gran diferencia entre los juegos electrónicos y los antiguos, de tableros, era la inmediata y estimulante interactividad con el compañero de juego. Los juegos electrónicos, además de que no
necesitan de compañeros presentes, atrapan la atención con tal intensidad que por un descuido se puede perder el juego. Perder era parte del aprendizaje del juego, ya que es raro que un joven quiera leer las reglas escritas del manual que acompaña al juego. Se aprendía equivocándose y acertando. Cuantos más aciertos, más victorias, y el vencedor puede pasar a la etapa siguiente,
más rápida, más complicada, más difícil, y por tanto, más desafiante para el jugador, que así se iba envolviendo cada vez más para alcanzar sus objetivos.
Si los sillones lo hacían más pasivo, los juegos volvían al cerebro más conectado, influyendo así en el modus vivendi de cada televidente o jugador. Ellos aplicaban esa misma posición en su vida. Así, para los jugadores, el riesgo pasó a formar parte de su vida real, y esto podemos reconocerlo fácilmente en los nuevos empresarios.
El gran contraste se dio entre el conservadurismo de la generación anterior en relación con la osadía emprendedora de los jóvenes. Los problemas empezaron a surgir con los niños, que sólo emprendían lo que les interesaba, abandonando sin el mínimo pudor la responsabilidad o el deber. Entonces surgió el internet, llevando la interactividad a un tiempo real entre personas de cualquier parte del mundo. De los juegos electrónicos al internet fue un pequeño salto en las costumbres, pero un paso gigantesco en el cambio de cultura entre las generaciones.

Los que son competentes se las arreglan muy bien, pero la legión de los incompetentes es mucho mayor. Los vencedores hacen fortunas con lo que antes era sólo diversión: los creadores de Google, de YouTube, los nuevos miles de millonarios de Silicon Valley en Estados Unidos, y tantos otros desperdigados en India, Japón, Pakistán, Corea, etc. Arriesgan todo como si fuera un juego, y entonces pueden tanto ganar fortunas como perderlas en la siguiente jugada.
Hoy es raro ver perder a un vencedor, pues él es ante todo un actualizador, que se rodea de auxiliares competentes, y es muy ágil para cambiar el rumbo de su juego. Los vencedores que no son líderes terminan por perder su estatus, pues pronto se ven rebasados. Pero los vencedores son los emprendedores que logran darse cuenta de lo que necesitan las personas, aunque ellas mismas no lo sepan; internet ha sido una excelente herramienta y campo de acción para esos nuevos vencedores.
Una de las características de la generación del internet es aprender lo que les interesa investigando, explorando, navegando, dándose cuenta de que los errores no siempre ocasionan pérdidas materiales, yendo contra la escuela clásica, donde, además de ser obligados a aprender de memoria lo que no les interesa, los alumnos no tienen la oportunidad de aprender lo que les interesa.
Es el mismo principio de la educación que los padres aplicaban antes: primero era necesario conocer la teoría, por medio del manual, para después encender el aparato electrodoméstico. Hoy, la
generación de internet no lee manuales; aprende por el método de ensayo y error, preguntando a los amigos lo que necesita. Los profesores y los padres de esta generación deberían no solamente ofrecer clases, sino dirigir el aprendizaje y facilitar el acceso a la información para que el propio joven construya su conocimiento.


Los niños índigo

Nancy Ann Tape, escritora estadounidense, usó por primera vez en 1982 el término niños índigo, cuando notó que había aumentado el número de seres humanos, principalmente niños, envueltos por la energía del color azul. De ahí proviene el nombre índigo, más conocido como color azul añil. Nancy mostró la existencia de un nuevo tipo de ser humano, con características y comportamientos
psicológicos bien definidos. Rosana Beni, ecuménica, formada en Servicio Social y Desarrollo
Infantil, citó las trece características principales de los niños índigo, siete de las cuales enumero aquí: autoestima fuerte; creatividad intensa; memoria extraordinaria; rápido poder de asociación;
simpatía hacia la tecnología; capacidad de resolver situaciones, y sentido de responsabilidad.
Los niños índigo tienen la misión de hacer de este planeta un lugar mejor.
En diversas ocasiones y lugares varias personas me han preguntado cosas sobre los niños índigo, lo que me llevó a leer sobre ellos. Sin embargo, no me sentiría capacitado para responder las siguientes
preguntas:
• ¿Cree en la existencia de los niños índigo?
• ¿Cómo puede ser que dos hermanos de sangre, criados juntos, siguen caminos tan distintos? A veces, uno se dirige al bien y otro al mal.
• Mi nieto me explica o me responde, con razonamientos e inteligencia que me sorprenden. No le gusta pelear, está siempre contento y adora a los animales. Es muy distinto de mí y hasta de mis hijos cuando teníamos la misma edad.

No hay abuelos que no estén encantados con sus nietos, ni padres que no se queden maravillados cuando empiezan a seguir sus iniciativas para hacer cualquier cosa, adoptar comportamientos o emitir sonidos. Pero es principalmente cuando esos nietos e hijos logran expresar sus deseos, sin importar cómo lo hagan, que sus abuelos y padres quedan asombrados.
La reacción de los abuelos y de los padres es bastante natural, si nos damos cuenta de lo que ha sucedido en los últimos treinta años.
En 1981, ibm lanzó la primera pc (computadora personal) al mercado mundial. Después, en 1985, Microsoft lanzó el sistema operativo Windows y, en 1990, la versión Windows 3.0, que difundió la era de la información como poder, puesto que cualquier persona podía crear, manipular y compartir toda la información que deseara.35 El ser humano queda sorprendido y admirado ante los avances
tecnológicos que surgen en esta era digital, que hacen del mundo un sitio cada vez más plano, principalmente en la informática y la comunicación. ¿Cómo podríamos vivir sin el teléfono celular? ¿O sin la computadora?

Hoy los niños “nacen sabiendo”, dice casi toda la gente. Parece que esos abuelos y padres, informatizados o no, fueron tomados por sorpresa, pues ven a sus hijos con los ojos del corazón y los reciben con esperanza y con buenas intenciones. El mundo también se hizo más plano en lo que respecta a las relaciones con los niños, cuando ellos dicen qué hacer a los abuelos y a los padres, tanto como éstos les ordenan a ellos. No respetan las jerarquías y tratan a todos de la misma manera: abuelos, padres, hermanos, vecinos, extraños… Es la cultura, que va absorbiendo, transformando e individualizando cada fuente. El niño no sabe lo que tiene que hacerse, simplemente hace lo que tiene deseos de hacer. Aprende por medio del ensayo y el error. Si se equivoca, empieza de nuevo; si acierta, lo repite y avanza a nuevos desafíos. Los adultos temen al error, y hasta se paralizan ante la posibilidad de equivocarse. Los niños, normalmente, intentan algo hasta conseguirlo. Si en una casa hay un aparato de dvd y un niño puede manipularlo, en un instante aprende a poner su dvd favorito y cambiar las configuraciones para ver un programa como más le guste. Regina Beni sugiere a los papás algunas acciones que pueden tomar si se dieran cuenta de que el campo energético de su hijo estuviera en problemas:

• llévenlo a pasear a lugares con mucha naturaleza (flora y fauna) donde pueda reciclar su energía, captándola como con antena parabólica;
• proporciónele la oportunidad de que juegue con dibujos, pinturas y piezas para armar;
• utilicen el diálogo para resolver cualquier problema; explicándole sin gritar, con coherencia, pidiéndole que se ponga en su lugar y viceversa;
• respeten sus elecciones, aunque lo agiten;
• permitan que elija su alimentación, pues saben hacerlo; suministren remedios naturales.
El niño índigo existe para quien cree en su existencia y lo trata de manera
especial.
Creo que, si todos los padres trataran a sus hijos como si fueran niños índigo, tendrían éxito en su educación, aunque no tuvieran un aura azul. De la misma manera, si los hijos fueran maltratados o maleducados, aunque fueran índigo no podrían realizar sus propósitos.

Los hermanos son diferentes entre sí, pues la combinación de los genes del padre y de la madre es diferente en cada hijo. Al nacer primero, el niño gana “el reino”, como hijo y como nieto. Nacer en segundo lugar en una casa donde ya hay un pequeño rey confiere una condición muy distinta, por razones que incluso los padres mismos no pueden controlar. Por más protectores que sean, la dinámica más común es que el primer hijo pierda su reino, y que el segundo tenga con frecuencia el dedo del pequeño rey picándole el ojo.

La generación tween

Las generaciones siguen sorprendiendo a los psiquiatras, psicólogos y psicoanalistas. Después de la preocupante “adultización” de los niños que asumen desde la infancia responsabilidades de adulto, y por eso no les sobra tiempo para jugar, surgió su “adolescentización”. La generación tween está formada por niños que quieren adoptar ya conductas de adolescentes, usar gorras, zapatos deportivos, tatuajes, navegar en internet, crear sus blogs, participar en Orkut y en actividades de adolescentes. Pero ni su cuerpo ni sus capacidades psicológicas y preparación emocional están listos para esas acciones y hábitos.
La niña ni siquiera tiene senos y ya usa brasier. Si lo que quiere es saber cómo se siente usarlo, está bien, que lo use en casa, para jugar, para matar la curiosidad, así como se pinta los labios, se pone
zapatos de tacón o la ropa de su mamá. Pero eso no debe volverse una costumbre ni hacerse en la calle. No es bueno usar brasier si todavía no se tienen senos, ni no usarlo cuando sí es necesario.
Hay algunos casos de niñas con senos crecidos, cuya madre se niega a comprarles un brasier, “¡porque es todavía una niña!” El sentido común debe dominar por encima de los deseos de los padres. Los padres deben vigilar de cerca a los hijos tween que nada más quieren divertirse. El mayor riesgo que corren es el de las drogas, y el de exponerse a peligros innecesarios.


La educación sexual

Debe empezar a temprana edad. Los niños son ahora más listos y tienen acceso a todo tipo de información sexual. La curiosidad es natural. Saber cómo las personas enfrentan ciertas situaciones puede dar una luz, aportar conocimientos, aumentar el repertorio personal de recursos y ayudar a reflexionar. Es natural, por lo tanto, que los niños muestren curiosidad y traten de esclarecer las dudas con las personas en quienes confían más: el padre o la madre. Además, no es posible evitar el asunto: de un día a otro va a surgir. No existe una edad precisa para hablar de sexo con los hijos, sino un momento adecuado.
La conversación debe suceder siempre que haya una oportunidad. Ante la televisión, por ejemplo. Es común que un niño corra por el cuarto mientras los padres ven una película, hasta que aparece
una escena de sexo y se detiene ante la imagen. Entonces, la madre y el padre deben decirle que eso es natural entre la gente grande; no pueden simplemente cambiar de canal. Ni la censura ni la represión funcionan. “Mi hijo no se abre conmigo”, es una queja común de los padres cerrados. Sin darse cuenta, ellos evitan determinados asuntos y esperan que sus hijos los busquen para platicar con ellos al respecto. El clima de confianza debe establecerse desde el principio.

Un niño de 9 años le preguntó a su madre cómo era un condón femenino. “No sé”, ella le respondió, “debe ser como uno masculino” y dio el asunto por concluido.

Las campañas de publicidad que recomiendan el uso de condones se dirigen más a los hombres. No mencionan los condones femeninos. El muchachito había oído hablar de ellos, sintió curiosidad y resolvió preguntarle a su madre. Sorprendida, ella optó por la salida más fácil, pero incorrecta. Hay diferencias entre los dos preservativos. Mientras el del hombre cubre por fuera, el de la mujer
cubre por dentro. Aunque tengan vida sexual, muchas madres tal vez no lo conocen todavía. En ese caso, sería mejor admitir el desconocimiento: y comprometerse a investigar. El padre y la madre no están obligados a saberlo todo. Pero no pueden dejar una duda sin resolver. Deben tratar de saber y enseñar, que es un gesto de amor, y de ahí surge la intimidad. Más tarde, la primera persona
que el hijo busca es la madre (o el padre), que siempre estuvo cerca de cada fase de su crecimiento.
En la educación sexual, lo importante es responder específicamente a lo
que se pregunta. En general, los padres se sienten tan abrumados por su papel protector que deciden dar a su hijo una clase sobre el condón. Le cuentan la historia de los preservativos, y se sienten aliviados. Pero necesitan saber si atendieron a la necesidad de la pregunta. Casi siempre lo que el niño quiere saber es su sentido práctico: para qué sirve. Desplazar el foco de la pregunta sólo aumenta la curiosidad infantil. ¿Se acuerda? Si el niño fuera un auto de carreras, al preguntar estaría haciendo una parada estratégica. Si la parada es satisfactoria, sigue en la carrera; si no, en la próxima vuelta tendrá que detenerse, o incluso estacionarse completamente. Por lo tanto, es mejor
darle la respuesta que necesita. Si no, puede incluso hacer la parada estratégica con otras personas.
Recientemente se publicó un libro sobre pubertad femenina, de la psicoterapeuta italiana Shushann Movsessian,37 con un lenguaje actualizado, lleno de figuras y de imágenes ilustrativas, un libro con un formato y mensajes en forma de revista, que me parece muy apropiada para las mujeres en general. He atendido en consulta a muchas madres que desconocían el funcionamiento de las hormonas. Lo interesante es que los muchachos también se van a interesar, porque sobre el encabezado Pubertad, hay un sello que dice: “Sólo para muchachas.”


El teléfono celular

Se ha escrito mucho sobre el uso de los teléfonos celulares en la infancia; si los padres deben o no dar un teléfono a sus hijos, ya que no son los hijos quienes los compran y mucho menos los que pagan la cuenta. Si dependiera nada más de los padres, se los darían siempre, pero es necesario que tomen en cuenta si serán útiles o no.
El teléfono celular es un avance que mejora la calidad de vida, pero también puede ser una necesidad. Antes de decidir algo en este sentido, los padres deben observar, entre las llamadas que su hijo recibe en casa cuáles son esenciales. Chismear con los amigos, quedarse platicando o bromeando no es hacer un buen uso del celular. Muchos padres han dado a sus hijos un celular con límite de gastos o prepagado. Es importante saber más que cuánto gastó con quién lo gastó, no es sólo cuestión del resultado, sino del camino recorrido; cuando se termina el saldo de la tarjeta, ¿compra otra? ¿En qué tiempo? Los padres tienen que hablar sobre el uso del celular y supervisarlo.
Si el hijo va a viajar y sus padres quieren saber de él, es bueno que estén enterados de que los adolescentes no contestan el celular porque pueden estar haciendo algo que no deben. Cuando un hijo no responde la llamada de sus padres, conviene que el uso del celular sea suspendido por una o dos semanas, el mismo tiempo en que le estará prohibido salir a divertirse. Si no contesta a sus padres, no tiene por qué contestar a sus amigos. Después volverá a usarlo, pero a la primera vez que no conteste nuevamente se le suspenderá una semana más; la finalidad es educarlo para que aprenda a usarlo, y no confiscárselo.

Los videojuegos

Es uno de los juguetes que más distraen a los niños, pero al mismo tiempo, los videojuegos representan también un peligro: enviciarse con ellos. Es importante saber cuándo su hijo está rebasando los límites saludables. Se puede saber si se ha caído en un excesos observando
los siguientes síntomas:
• le cuesta trabajo dejar de jugar;
• desea jugar a cualquier hora, “aunque sea un poquito”;
• interfiere con las actividades familiares de convivencia: comidas, salidas, cenas;
• no tiene tiempo para hacer las tareas escolares;
• se acuesta más tarde y se le dificulta despertar;
• hay peleas porque invade el horario en que otros quieren jugar.

Cuando se presenta un exceso significa que el niño perdió el control. En ese momento, es necesario que alguien, principalmente la madre o el padre, lo ayuden a recuperarlo. Una de las mejores formas
para lograrlo es establecer un horario para dejar de jugar. Los padres no deben caer en la trampa cuando les dice: “Espera, papá, sólo me falta un poquito para que este juego acabe.” El acuerdo es que deje de jugar y no que termine ese juego, que lo mismo puede tardar unos pocos minutos que mucho más tiempo. En caso de que el niño no acepte ese horario, ni siquiera debe empezar a jugar. El acuerdo tiene que cumplirse. Cuanto mayores fueran los perjuicios en sus demás actividades, menor debe ser el tiempo estipulado para el juego. Como no se trata de un castigo, sino de responsabilizarse de las consecuencias del juego, a medida que los perjuicios van disminuyendo, el niño gana más minutos para jugar.

Los videojuegos y la violencia

Hay una corriente de pensamiento que sostiene que los videojuegos violentos estimulan la violencia en las personas. Hay situaciones en las que el cerebro “cree” que el juego violento de los videojuegos
es real. Eso ocasiona fuertes descargas de adrenalina y de neurotransmisores, como sucede en las peleas reales. Los jóvenes que jugaron con videojuegos violentos en su infancia serían más violentos que los que no lo hicieron.
Otra corriente opina que tales juegos no ocasionan tanta violencia como se cree. De ser así, Japón, entre otros países asiáticos que producen esos videojuegos, padecería la violencia de sus jóvenes,
pues casi todos ellos jugaron con videojuegos violentos. Para esta corriente, el cerebro “sabe” que está simplemente ante videojuegos violentos y no interactuando física y emocionalmente con ellos.
No existe un modelo absoluto. Los videojuegos violentos pueden predisponer a la violencia a algunas personas o a las que viven en ambientes favorables a su crecimiento. Hay personas que nacen más agresivas que otras, y cuando crecen en ambientes favorables a la violencia, pueden volverse más violentas que otras. En estos casos, los videojuegos pueden agravar la situación.
Otras personas, por falta de límites, por tolerar menos las frustraciones cotidianas, por pensar que tienen el derecho de hacer lo que se les antoja, sin la más mínima consideración con los demás,
pueden volverse muy agresivas e impulsivas. De ahí a la violencia no hay más que un paso. La violencia es la agresividad natural y adecuada que se salió de control y empezó a ser destructiva.

Escrito por: Icami Tiba

Autor del libro Quien ama educa

Foto: eissil

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