Cuando nos enfrentamos a una pérdida o a una situación difícil, necesitamos de un período de adaptación que nos permita tomar fuerza para asimilar aquella noticia que cambiará nuestra vida.
Frases como “No, no puede ser ayer hablamos, no puede haberle pasado eso”, o como esta otra “Seguramente es un error el resultado de estos análisis debe pertenecer a otra persona”. Nos dan la pausa que requerimos ante situaciones dolorosas.
Este estado de entumecimiento e incredulidad, es un estado protector que aisla a la persona afligida de la angustia, que se presenta después de una pérdida y dura el tiempo necesario para que esta pueda asimilar lo que está pasando.
La negación es un mecanismo de defensa que permite que nuestros recursos internos se remuevan para poder enfrentar la nueva realidad.
Sin embargo, es necesario hacer consciente esta negación y salir de ella, pues si quedamos inmersos durante mucho tiempo podría ser peligroso, se puede perder tiempo valioso e irreparable.
En mi experiencia he visto a padres negarse a reconocer que su hijo tiene una adicción, porque es más doloroso aceptar la realidad y enfrentarla, que quedarse en la protección de la negación, esta es engañosa y reconfortante. Es más fácil decir que es la edad, que es por falta de madurez; que tomar cartas en el asunto y reconocer que hay un problema.
Otra situación no menos común es en el diagnóstico de enfermedades como el cáncer, pues las personas se niegan a aceptarlo y en ocasiones pierden tiempo valioso. Lo increible es que es real la dificultad para darse cuenta de que algo no anda bien. Una paciente comentaba “no pude ver que mi esposo tenía un tumor en el cuello, yo simplemente le recorría el botón a sus camisas y pensaba que estaba engordando… cuando por fin lo pude ver, observé como su cuello se había deformado.”
Situaciones como esta, tan real, nos hacen pensar que la negación es buena en su momento, pero no es conveniente alargarla. Si tu éstas en una situación dolorosa, preguntate ¿qué es lo que no quiero ver? Y ¿por qué?
Seguramente tu respuesta será que lo que no quieres ver es la realidad porque te está cambiando la vida y te enfrenta al dolor. Y el porque de la respuesta es: por miedo a la pérdida… de salud… de tranquilidad… de vida.
Pero al final tendrás que aceptar la realidad, enfrentar la pérdida y quizá hayas perdido tiempo, así que te invito a reflexionar.
Lic. Nora Emilia Marbán Garduño
Psicóloga Clínica y Tanatóloga
San Fernando 410 Consultorio 102 Col. Tlalpan Centro.
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