Oportunidad única de amar, compartir, trascender, convivir, enseñar, formar, aprender, conciliar.
Todos los días regreso de caminar y llegando a mi casa, veo que el coche de mi chiquito ya no está, pues ya se fue a trabajar. Por un lado, son de las cosas que sacrifico al irme tan temprano a caminar, no desayuno con él, pero me llena de orgullo verlo hecho un hombre responsable y comprometido con su trabajo, con su familia y con sus perros.
Me preparo para meterme a bañar y llega mi chiquita: "¡HOLA MÁ!", con su carita a veces triste, a veces contenta, a veces cansada de no poderse levantar, pero aunque es de carácter fuerte, siempre está en busca de un cariñito y me siento muy afortunada de poder dárselo.
Alguna vez escuche por ahí que los ingredientes principales de una familia son: un padre juicioso, un hijo responsable, un hermano respetuoso y una madre prudente. Puedo asegurar que mis hijos son responsables y respetuosos, me siento muy, muy orgullosa de mi familia.
Mi familia es lo mas sagrado, son mi fuente de inspiración, mi equilibrio, mis cómplices, mi fortaleza, mi apoyo incondicional en la buenas, en las malas y en las peores. Sus palabras de aliento, en todo momento, cada uno a su manera, son siempre reconfortantes.
Cada uno igualmente, a su forma, busca su libertad, sus propios sueños y su propia felicidad.
Siempre les he dicho: "hacer lo correcto es infalibe", y en innumerables ocasiones, al decirlo, me sigo todavia preguntando: ¿Qué es lo correcto? ¿Según quién?
Alguna vez escuché a un amigo decir: “Cuando haga algo y no se los pueda decir a mis hijos, quiere decir que no es lo correcto”. Coincido con ese punto de vista. Me encanta escucharlos corregirme cuando me equivoco, ver que tienen su propio criterio formado y que defienden su punto de vista, aún en la plática más intrascendente.
Me apasiona escuchar sus anécdotas, sus intereses, sus logros, sus miedos, sus sueños.
Les cuesta trabajo conciliar sus puntos de vista, pero incluso si no llegan a conciliarlos se respetan.
Debo confesar que también me da miedo la enorme responsabilidad, siento que todo lo que hago o dejo de hacer, digo o no digo, tiene un impacto en ellos, positivo y negativo; es una gran responsabilidad estar en la mira y con los jueces más severos. Siempre me preguntan: qué hiciste, qué dijiste, cómo reaccionaste. Es un aprendizaje diario, muy enriquecedor, definitivamente son mi espejo.
Mi familia es lo que más quiero en la vida, son mis maestros por excelencia. ¡Me siento la mujer más afortunada y agradecida!
Escrito por Sofía M