Misticismo

La potencia de mi alma

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Volvía soñar un sueño de esos de los que a la mitad te quieres quedar y cuando avanza el relato del inconsciente deseas salir corriendo. En los sueños no tenemos voluntad. El subconsciente que a veces pienso que es más consciente que el consciente mismo, es el que decide nuestro destino.

¿Cuántos sueños necesito para soñar? A veces sabemos que estamos soñando, pero creo que hay otras tantas que estamos despiertos y es tan hermoso lo que vivimos que pensamos que es un sueño. Otras ocasiones, creemos estar del lado del inconsciente vivo porque es tan malo lo que estamos pasando que desearíamos que fuera un sueño para terminar el sentimiento con el despertar.

Debo confesar que hay veces que tengo sueño porque quiero descansar y otras porque deseo correr de lo que no es un sueño para meterme en lo que sí. Dicen que cuando sueñas no descansas. Olvido la mayoría de mis sueños, mi subconsciente es bastante discreto, supongo.

Los buenos sueños, se hacen realidad. No me refiero a los sueños de princesas. Me refiero a ese sueño que refleja una sonrisa, a esa persona que ya no está en este mundo y que te habla volando en el mundo de los sueños, a ese ser que al principio no reconoces pero que eres tú, solo te dejas ver mientras duermes.

¿Cuántas veces debe repetirse mi sueño para hacerse realidad? Mi alma descansa, otras se preocupa, pero siempre se pregunta, siempre. Es un alma en potencia que se perfecciona con el paso de los días y que se auto regaña cuando carga. Aunque la duda me embarga cuando descubro eso, si mi alma está en potencia ¿en qué se convertirá? ¿hay algo más alto que un alma en potencia?

Los malos sueños se viven, todos los días. Supongo que la naturaleza compleja del ser humano lo hace cumplir esos malos sueños, no nos educaron para desear el éxito, no vivimos en un país en el que se premie la felicidad y se entienda correctamente el significado de éxito. Entonces, preferimos vivir malos sueños y soñar los buenos. Algunos…

Vivo en la mitad del camino cerca de las vías, entre los buenos y los malos. Intento ser una mezcolanza, no sé qué tan benéfico sea. Nunca dejaré de soñar, ningún sueño vale la pena como para cerrar la fábrica de lo que solamente se asoma mientras tengo los ojos cerrados y la cabeza muy lejos de mi consciencia. He sacado mis mejores momentos –reales y presentes- cuando pierdo algún sentido.

Entonces solo se sueña, no hay reglas, no hay manuales, ni instructivos, soñar es como amar, como correr, es como vivir. Vivir en el subconsciente, a veces el sueño será bueno, otras no tanto. Sin duda, algunas será tan malo que desearemos despertar. Vale la pena todo, dormir y soñar feo o despertarse cuando el sueño es hermoso.

Al final, lo que más importa es tener esa capacidad de soñar porque lo ya soñado, tiene muchas posibilidades de hacerse realidad, la potencia de mi alma se definirá justo ahí, en esa posible altura que deba alcanzar soñando… ¿De quién creen que dependa?
Evangelina Jiménez Olvera.

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