Familia

La sabiduría de los niños

A veces subestimamos a los niños. Creemos que porque son pequeños no pueden entender muchas cosas. Suponemos que es nuestro deber educarlos y enseñarles, pero no nos damos cuenta de que ellos también pueden darnos valiosas enseñanzas.

Los niños tienen una sabiduría innata. Quizá al convertirnos en adultos nos olvidamos de algunas cosas. Pero hay lecciones que puedes aprender (o recordar) al observar a un niño y que, al aplicar en tu vida, te pueden hacer más feliz:

  • Los niños viven el presente, no les importa mucho el pasado o el futuro, disfrutan el instante. Saben soltar lo que fue y no se agobian por lo que será.
  • Los niños son curiosos, para ellos el mundo está esperando a ser descubierto. Ven, escuchan y sienten el mundo llenos de interés y asombro. Se entusiasman y disfrutan con intensidad.
  • Los niños son auténticos, no temen mostrar sus emociones o decir lo que piensan. A veces pueden ser demasiado francos, pero son sinceros y congruentes con lo que sienten. Y tampoco temen expresar su cariño.
  • Los niños no temen al “qué dirán”. Conforme pasa el tiempo aprendemos ciertos lineamientos o expectativas de cómo deben ser las cosas, pero para los niños eso no es un problema. Ellos hacen lo que les gusta sin preocuparse por parecer ridículos.
  • Los niños no guardan rencores. Pueden enojarse, hacer berrinche y patalear, pero tras la tormenta son capaces de dejar de lado el enojo con rapidez. Pelean con sus amigos y tras un par de minutos lo superan y siguen con la diversión como si nada.
  • Los niños tienen una gran creatividad, siempre pueden ver las cosas desde otro punto de vista. No se cierran el mundo ante los problemas; dejan que su imaginación y creatividad les ayude a encontrar alternativas.
  • Los niños ríen, mucho y sin que importe demasiado el motivo. Les gusta reír y contagian su alegría. Al paso de los años reímos con menos frecuencia, pero la risa es un tónico para el cuerpo y la mente; no debemos dejar de hacerlo.

Es inevitable crecer y madurar, pero eso no significa que no podamos conservar un poco de esa magia de ser niños.

Escrito por: Elena Pedrozo

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