Bienestar

La vejez



Esta temida etapa que ahora en la mayoría de las personas que estamos pisando los sesenta, nos asusta. Los estándares de vida han cambiado y nos presentan una vida más longeva; ésta sería maravillosa si pudiéramos mantenernos activos física y mentalmente.

Pero cuando no sucede y los ancianos, viejos o como les llamemos, su proyección de vida está deteriorada solemos mantenerlos en el olvido.

Los abuelos ya no son como los de antes, sus casas solían ser nuestro centro los domingos, en que nos reuníamos, hijos, hijas, yernos, nueras, y nietos.

Ahora pensamos en mantenernos lo más alejados posible, en parte porque esa unidad familiar va desapareciendo, las distancias, los planes de vida, las prisas, distancias por recorrer a diario, del trabajo, de lo más importante soy YO.

Lo demás pasa a un plano diferente.

Y a esas estrellas de cabello plateado que un día iluminaron nuestra infancia, los guardamos porque pensamos que han perdido su brillo.

Los dejamos de una obscura soledad, y si nos acordamos de ellos, ellas, y vamos a visitarlos, nos reciben con el cariño incondicional de vida, con una sonrisa y el más cálido de los amores.

Sí, me asusta mi futuro, sólo espero poder llegar en buenas condiciones.

Y, rodeada de los que quiero y de los que me quieren.


Escrito por: Rebeca Harfuch

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