En la mitología griega, el joven Narciso se enamoró de su propia imagen al mirarse en un claro estanque. No siendo consciente de que se trataba de su reflejo, languideció junto al agua, víctima de su admiración.
Narciso es un símbolo del sueño de los sentidos en el cual el ego se sumerge cuando nace en el mundo físico. Desde un punto de vista esotérico, representa al Hades… el inframundo, la muerte, el sueño que no tiene despertar.
Entre los antiguos egipcios el ego era representado bajo la figura de Seth y sus confederados; era el dios de la enfermedad, la tormenta y la confusión. Seth, junto a sus demonios rojos “es el ego pluralizado”. El traidor que usurpa el trono de Egipto, nuestra propia tierra psíquica, que por derecho le corresponde a Osiris.
El ego es la “viva personificación de los defectos que nos caracterizan”, que fraccionan la conciencia y obstruyen la expresión del Ser, adueñándose de casi todos nuestros procesos psicológicos. Seth, el ego, debía ser decapitado y sobre su cadáver resucitaría el poderoso, Osiris, el Ser.
El ego es ajeno a nuestra naturaleza humana, fue invitado por el ser humano, dado que no tenía morada propia. La naturaleza real del Ser Humano es de infinita compasión y Amor. Existe sólo para dar. El ego gradualmente, como un parásito alimentándose de su anfitrión, se ha apropiado de todo nuestro funcionamiento. Ha tomado el control de lo que pensamos, creemos, sentimos y de lo que hacemos
El ego, es muy listo; usa la mente humana, controla el cerebro y manipula para adaptarse a cualquier circunstancia para evitar su detección y posible expulsión.
Sentir culpa fortalece el ego. Culpar a otros por lo que nos pasa, por lo que sentimos, por cómo reaccionamos, fortalece el ego
Asumir la responsabilidad por nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, acciones y todo lo que nos pasa lo debilita.
El perdón te libera de la energía emocional negativa… atrapada en tu cuerpo. El perdón debilita el ego.
Escrito por: Edwin Flores