El cambio de década puede generar un poco de escozor. Sobre todo en las mujeres, en quienes el tema de la edad tiene que ver con sueños por cumplir, la belleza, y con el reloj biológico que apura ciertas decisiones.
Pero hay algo indefectible, llegar a los 30 implica una serie de cuestionamientos que van más allá de nosotras mismas. Hay toda una sociedad detrás esperando que te cases, que seas madre, que tengas un increíble trabajo y encima que estés linda y flaca. Pero claro, por suerte están aquellas a las que la opinión ajena les importa nada.
De igual forma, muchas mujeres se sumergen en la “crisis de los 30″ debido a las inevitables estructuras sociales, y se inmiscuyen en una depresión que las instala en una inestabilidad emocional.
Como toda crisis, se trata de un período que puede llevar a un crecimiento. Y es ahí cuando se comienza a experimentar una vida sin prejuicios, y el momento en que renacen nuevos conceptos sobre el amor, el placer y la vida en general.
Ni hablar de las preocupaciones por la belleza. Algunas creen que tener esa edad implica que varias partes del cuerpo comenzarán a caer, cuando en realidad se pueden hacer muchas cosas para evitarlo. Además, y lo que es más importante, en esta etapa por lo general la mujer ya se acepta como es y de ahí en más busca sólo lo que le hace y le queda bien.
¿Ser o no ser madre?, ¿casarse o seguir soltera?, ¿elegir la vocación o continuar en el trabajo seguro? En fin, una serie de preguntas que por estos años se empiezan a resolver. A los 30, hay experiencia y seguridad que se han adquirido luego de tantas idas y vueltas. Es una etapa, aseguran los especialistas, en que la mujer se establece. Ya sabe lo que quiere y lo dice a los cuatro vientos; y sólo se digna a empezar a disfrutar más allá de todo y de todos.
