Bienestar

Lo único que no se vale es regresar

lo-unico-que-no-se-vale-es-regresarPor la mañana estaba hinchada, supongo que dormí demasiado, últimamente duermo mucho, me estoy recuperando. Después de bañarme y vestirme me dispuse a maquillarme y al terminar me asombré de las maravillas que puede hacer la pintura sobre mi rostro: la hinchazón desapareció y las ojeras se borraron.

¿Por qué no hay maquillaje para el alma? Cuando nos la han roto, cuando se ha mermado nuestra tranquilidad, cuando estamos tristes y necesitamos consuelo ¿por qué no hay una pinturita que te quite todo? El alma no se ve y tal vez esa sea su penitencia porque no puede ser mejorada con elementos externos.

Internamente ando bastante aplicada, me he dado a la tarea de retornar a ese estado de paz en el que me encontraba hace bastantes años y del que debí salir para vivir mis propias aventuras y al regresar contar mis anécdotas más especiales. Pero ya he andado fuera de mi tierra muchos años, estoy cansada de dormir en el pasto, necesito volver.

Por ahora no hay mucho transporte hacia allá y eso que no es un lugar muy poblado, no es muy conocido y la mayoría de las personas piensan que es aburrido. Debo llegar caminando, no hay otra forma.

Debo advertir que el camino será largo y que habrá veces que desee sentarme para tomar aire, seguramente algunas veces extrañaré tanto mi lugar de origen que desearé volar para estar ahí. A pesar de todos los inconvenientes que se me avecinen sé que no debo claudicar y mucho menos desesperarme.

He corrido con tanta fuerza, ímpetu y terquedad por el camino incorrecto que he llegado demasiado rápido. Hoy, decido, caminar con firmeza, decisión y valor por el camino correcto aunque me tome años llegar.

El paisaje por este camino es impresionante, lleno de paz, de realidad, de verdad, está lleno de ojos que ven cómo camino por éste sendero que está repleto de certeza, y es entonces cuando respiro profundo, sin lágrimas ni tempestades, sin lluvias ni granizos de sal. Solamente sonrisas, seguridad y mucha serenidad.

La sensatez dejó varias moronas de pan y he podido seguirlas, aunque a veces esas moronas me confunden. Durante esos años fuera de casa he podido desarrollar la capacidad para discernir entre aquellas oportunidades que debo tomar y aquellas que debo dejar ir. Algunas veces tome aquellas que debí dejar ir y que de todos modos se fueron pero a su paso dejaron huellas que tampoco pueden maquillarse.

Sin embargo, aprendí, aprendí que no debo tomar esas oportunidades que sé que debo dejar ir. Entonces, me es sencillo dejar ir aquello que sé que debe irse.

Sigo por este camino, aún no descubro su longitud y sinceramente no me preocupa porque mientras llego disfruto del camino que sé es el correcto; de la vista, de la lluvia, de los olores pero sobre todo, disfruto de mi compañía, me escucho, me veo, me toco con la yema de mis dedos más sensible que nunca, respeto, confío en mi como en nadie jamás y me quiero, me adoro.

Y sé que pase lo que pase durante este viaje de vuelta a casa tengo presente que no se vale es tomar ningún retorno, está prohibido volver, si miro para atrás corro el riesgo de convertirme en piedra, para atrás ni para tomar vuelo, entonces, lo único que no se vale es regresar. Arriba y adelante.

Escrito por: Evangelina Jiménez Olvera.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*