Las redes sociales, con más ventajas que inconvenientes, suponen una revolución de la comunicación entre los más jóvenes. Son muchos los padres que afirman conocer el significados de algunas de las palabras más utilizadas por sus hijos, como “tweet”, “myspace” o “facebook”. Sin embargo, cuando se les pregunta por su significado se limitan a responder de forma vaga que "es algo relacionado con Internet".
Todos estos términos hacen referencia a nombres de redes sociales muy populares y en las que los jóvenes participan de forma activa. Esta práctica refleja el cambio de hábitos que han experimentado los adolescentes en los últimos años: ya no se pelean por ver la televisión en el salón, discuten por la pantalla de su ordenador y, a poder ser, en la intimidad de su cuarto. Con el teléfono se cumple el mismo patrón: ya no se puede decir que los jóvenes pasen las tardes enganchados al aparato, sino que controlan la comunicación con todas sus amistades a través de Internet y mediante determinados servicios conocidos como redes sociales.
Lo más común es mantener la comunicación que ha iniciado a mediodía en el patio del colegio, sólo que de un modo diferente. La relación en las redes sociales no es tan intensa en el plano físico como la presencial (se pueden ver, pero no tocar), aunque ofrece cientos de maneras de comunicarse sin la necesidad física de verse frente a frente: vídeo, audio, voz, imagen, texto, juegos...
Esta fórmula no es exclusiva para los amigos del colegio, del lugar de verano o la discoteca; hay miles de adolescentes más de todos los rincones del mundo en Internet con los que pueden establecer este tipo de relaciones virtuales. Para el adolescente, la red social es una prolongación de su mundo, del grupo donde se siente comprendido y con el que se identifica.