Bienestar

Los miedos y ser mamá

miedos y ser mamáEscrito por: María Lomeli Patan

Desde siempre el miedo ha sido un sentimiento que no sé manejar, recuerdo que cuando era niña y algo me asustaba mucho me paralizaba, no sabía reaccionar e invariablemente terminaba llorando. Luego lo olvidé durante algunos años, pero regresó cuando decidimos embarazarnos de nuestro primer bebé...

miedos y ser mamáEscrito por: María Lomeli Patan

Desde siempre el miedo ha sido un sentimiento que no sé manejar, recuerdo que cuando era niña y algo me asustaba mucho me paralizaba, no sabía reaccionar e invariablemente terminaba llorando, era la típica niña que no podía entrar a la casa de los sustos en un conocido parque de diversiones en la lateral de periférico porque el miedo era un sentimiento tan poco placentero que para mí -y los que me acompañaban- el juego terminaba siendo una mala experiencia.

Luego lo olvidé, durante los maravillosos e inconscientes años de la adolescencia y de la adultez joven, incluso los primeros años de matrimonio, cuando todo era maravilloso y no había mayores preocupaciones que adaptarte a tu nueva vida y tratar de ser feliz, ahí no había miedo.

Y luego vino el siguiente y lógico paso, embarazarnos del primer bebé, por supuesto fui al ginecólogo, me sometí a todos los estudios y me puse todas las vacunas que me mandaron -para evitar algún problema- me dieron luz verde y comenzamos a intentar.

Todo el mundo lo sabe, “no va a pegar muy rápido”, el único secreto es dejar de pensar, no preocuparte y dejarte llevar, en el momento menos pensado va a suceder.

Los primeros miedos que recuerdo conscientes en esta etapa sucedieron a los meses, calculo que poco mas de 6, de estar intentando sin éxito, aunque el doctor decía que no pasaba nada y que no había nada malo, yo no podía evitarlos, no los hablaba mucho pero ahí estaban, adentro de mi.

Por fin, al año de estarlo intentando la tan esperada noticia llegó: estaba embarazada, pero llegó acompañada de un sangrado que indicaba que algo no estaba del todo bien, mi gran miedo se hizo realidad, perdí al bebé, rápido y sin necesidad de alguna intervención médica pero si con mucho dolor del alma.

A los 3 meses volví a tener luz verde para intentarlo, por supuesto pasó otro medio año sin noticias. En esa época tuve la oportunidad de conocer a una de las personas mas maravillosas y mágicas que conozco, en la forma mas casual y menos planeada pude plantearle mi problema y compartir con él mis miedos; con sus manos maravillosas me “alineó”, me mandó una dieta y me “advirtió” que en la siguiente oportunidad posible llegaría el bebé que tanto deseaba, que no había falla; yo por supuesto no le creí del todo, aunque algo en mi interior moría por hacerlo.

Pues sí, 8 semanas después la feliz noticia llegó: estaba embarazada, por supuesto esta vez no tenia miedo... estaba aterrada, no le dije a nadie, sólo mi marido lo sabía (y sólo porque no había forma de no decirle) el miedo ahora se mezclaba con una gran felicidad, no sabía qué pensar o qué sentir, no me quería ilusionar pero algo me decía que esta vez era la buena.

Mi embarazo, hoy lo sé, fue maravilloso, trabajé los 9 meses completos hasta 2 días antes de que naciera el bebé. No tuve casi ningún síntoma y me sentía llena de energía, feliz y motivada, mi mayor miedo durante esta etapa era la cita mensual de seguimiento, en cada una surgía un nuevo tema, estudios que hacerme para asegurarnos de que todo estuviera en orden, una dieta súper controlada para evitar cualquier complicación y “amenazas” constantes de parte del doctor, pero entre cita y cita, lo disfrutaba mucho, el bebé en mi vientre era totalmente controlable, iba conmigo a donde yo fuera y sentía que mientras estuviera adentro de mí estaba protegido y seguro.

Llegué a término, de hecho me pasé 3 días de las 40 semanas, pero yo siempre había querido que él decidiera cuándo era su momento de nacer, siempre le dije que escogiera cualquier día excepto domingos -conozco historias del terror de hospitales en domingo, sin médicos ni personal disponible, aunque me iba a atender en un hospital privado y de toda mi confianza- ¿cuándo creen que decidió que iba a nacer? Por supuesto en domingo, el 7 de Agosto del 2005.

Hice mucha labor de parto en casa, yo sabía que entre mas tiempo pasara en casa, reducía las posibilidades de cesárea, yo quería un parto natural; cuando el doctor me lo indicó me fui al hospital y llegué con un trabajo de parto muy adelantado pero en el camino se dieron cuenta que el bebé traía el cordón enredado, en algún lado dijo el doctor, no sé en donde pero lo mejor es hacer una cesárea. Me dio miedo, pero no mucho, sabía que estaba en buenas manos y que era lo mejor para los dos, nació rápido, lloró de inmediato, lo pude ver, besar y decirle cuánto lo amaba, después firmé el certificado de nacimiento con su calificación de 9.9 y su huellita impresa en el papel.

Llegué a mi cuarto de madrugada, no esperaba ver al bebé hasta la mañana siguiente. Todavía no sé por qué pero el doctor de Nicolás decidió que prefería tenerlo en terapia intermedia, que todo estaba bien -nos dijo- pero como traía el cordón enredado en el cuello dos veces, prefería mantenerlo en observación, no me lo iban a traer pero yo podía ir a verlo... en ese mismo momento regresó el miedo pero esta vez multiplicado por mil, yo creo que nunca había sentido tanto miedo en mi vida.

Fueron los 3 días mas largos de mi vida, yo veía al bebé y me parecía perfecto, el doctor decía que estaba muy bien y comía sin problemas, yo no entendía por qué lo mantenían en ese lugar y no me lo traían al cuarto, lo único que quería era podérmelo llevar a casa.

Gracias a Dios no lo dejaron ni un día más de lo establecido, el miércoles nos fuimos con Nicolás en brazos.

Por supuesto durante los primeros meses tuve miedos, pero tener al bebé en casa me tranquilizaba bastante, además estaba ocupada con el tema operativo que conlleva tener un bebé recién nacido y eso ayudaba mucho para no pensar... tenía mucho menos tiempo; por supuesto que cuando empezaron las primeras gripas y enfermedades el miedo volvió a estar presente, incluidas un par de visitas a la sala de emergencia sin

mucha razón, con el consabido regaño de parte del pediatra, pero eso también fue pasando y aprendí a enfrentar las situaciones con mucha mas tranquilidad.

Hoy, Nicolás tiene 4 años y medio y a veces, sobre todo cuando lo veo dormir me asaltan muchos miedos con respecto a su bienestar y su futuro pero en general vivo tranquila y disfrutando cada momento juntos; obviamente hay sobresaltos, el peor momento que hemos vivido últimamente fue cuando se me “perdió” en un salón de fiestas, para mi duró horas aunque calculo que en realidad fueron máximo unos 10 minutos... el viernes tenemos otra fiesta en ese mismo salón, ¡obvio no vamos a ir!

El dilema hoy es que estamos pensando en un segundo bebé, inevitablemente regresan los miedos, algunos ya conocidos y otros nuevos, evidentemente a consecuencia de todo lo que leo y veo diario de diferentes temas, muchos relativos a los bebés y su crianza, pero después de la primera vez hoy me siento mas preparada para vivir este proceso con mas tranquilidad, aunque sé que probablemente el miedo será siempre una sombra que me acompañará esperando la primera oportunidad para atacar.

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