No tengas miedo de volver a enamorarte
Volverse a relacionar sentimentalmente con un hombre, siendo mamá sola es una decisión muy personal. Hay quienes reprimen sus necesidades afectivas por razones diversas, quienes deciden dar rienda suelta al corazón, muchas veces, por desgracia, sin protegerlo o quienes buscan de nuevo una pareja que las haga sentirse amadas y respetadas y con nuevas ilusiones.
La valoración de la madre sola en México sigue estando bajo la lupa de la sociedad, es decir, de los familiares, vecinos o compañeros de trabajo. La forma como se desenvuelve y conduce por la vida está regida más por esquemas del “qué dirán”, en lugar de argumentos como “qué es lo que quiero”, “qué es mejor para mí y mi hija o hijo”, “cómo me siento mejor”, “qué me satisface” y “qué es lo que me hace sentir más apreciada y plena”.
En ocasiones muchas madres solas prefieren ocultar, si no es que negar, toda posibilidad de una nueva relación sentimental. Lo que te puedo decir es que el valor humano que tiene toda mujer radica en lo que es y en los principios y valores que a lo largo de su vida ha adquirido y ha consolidado; de la dignidad y el honor que con constancia ha defendido y cultivado y la relación de pareja puede caber perfectamente en ese esquema sin estorbar ningún principio ético o moral.
El hecho de tener un hijo o una hija no tendría que impedir tener sentimientos que tal vez pensaste que ya no existían. Una mala experiencia o un fracaso con el padre de tu hijo o hija, no imposibilita que puedas tener una nueva oportunidad en la vida para reencontrarte con el amor.
Elige lo que más se adapte a tu vida y a tu maternidad
Si en la ruta de tu vida vuelves a encontrarte con ese travieso sentimiento llamado amor, debes tener en cuenta al menos que no hay que creer en eso de “un clavo saca a otro clavo”, eso es un error. Muchas mujeres que vuelven a relacionarse con un hombre por desgracia acaban diciendo: “No se qué estaba pensando”, “si lo hubiera sabido”, “cómo fui a cometer el mismo error”, “en qué me equivoqué”, etcétera. Es cierto que nadie nos garantiza que la nueva pareja va a ser mejor que la anterior pero la experiencia vivida debe conducirnos por lo pronto a tomar mejores decisiones. Hay que tener cuidado de quién nos enamoramos.
¡Precaución también con los sentimientos de venganza! Muchas mamás solas procuran una pareja a cualquier costo, incluso sin haber amor de por medio, sobre todo cuando las abandonaron por otra mujer. Seducen al primero que pasa pensando en dar celos a la pareja anterior o creen elevar su autoestima al lado de un hombre.
Las situaciones humanas, en particular las que tienen que ver con la atracción física, las necesidades afectivas, la constante necesidad de compañía, son muy complejas y difíciles de explicar y cada caso es particular porque tiene sus motivos y razones, así como sus aristas.
Decidirte a iniciar una nueva relación sentimental, necesariamente te conduce a caminos insospechados. Recuerda que ya no eres una adolescente cuya visión de futuro se nubla por el vapor del amor. Tú, como madre sola debes considerar innumerables circunstancias, entre adversidades, ventajas y desventajas; en las que no solamente va de por medio tu felicidad, sino también la de tu hijo o hija y, por supuesto, la de tu nueva pareja sentimental, y quizá futuro marido.
Para dar pasos en el terreno de la intimidad sexual, la mamás solas debemos tener los pies bien plantados sobre la tierra, fijarnos bien en donde vamos a pisar y, sobre todo, atender a un buen consejero como es el tiempo.
Para hablar de cosas concretas, me gustaría plantearte cuatro escenarios básicos que es conveniente considerar en tu nueva relación de pareja.
Escenario 1: “No conozco a la pareja de mamá”
Tu nueva pareja sólo te interesa porque necesitas compañía y con quien compartir momentos de intimidad, alegría, placer, derechos legítimos en cualquier ser humano y donde hay también una buena comunicación y cariño pero sin establecer compromisos a futuro.
En el primer caso, y quizá el menos comprometedor, pudiera ser ampliamente criticado, sobre todo por aquellos con una visión más conservadora. Sin embargo, desde el punto de vista de los sexólogos, terapeutas familiares y psicólogos, no existe nada inadecuado ni conlleva ningún compromiso social.
Buscar el calor de la intimidad entre dos personas no implica pecado ni acción inmoral. Porque hablar de sexualidad en la vida de una mujer y un hombre, es hablar de algo inherente a la vida; lleva implícito los conceptos de hombre y mujer. Al fin y al cabo desempeñan en la vida y la sociedad el papel que la naturaleza les dio.
En el caso de la madre sola, debe asumirse como mujer, con necesidades afectivas y sexuales. Y cuando decida tener intimidad con una nueva pareja debe hacerlo sin vergüenza, sin culpas, sin sentirse “pecadora”. Lo que sí te sugiero es que pienses en tu salud física y emocional. Por un lado, protégete de un posible contacto de VIH/ sida y/o enfermedades de transmisión sexual. Las mujeres están ocupando un lugar cada vez más destacado en las estadísticas de infectados. Por otra parte sugiero que te relaciones con alguien que conozcas bien. ¿Es un ser humano respetuoso, es caballero, es amable, sientes reciprocidad en lo que le das?
Sé que para las madres solas volver a relacionarse sentimentalmente con un hombre es una decisión complicada, porque ya no estamos dispuestas a que vuelvan a lastimar nuestra autoestima, donde se encuentran nuestros valores, nuestra dignidad, nuestro respeto por nosotras mismas, nuestra libertad, nuestra unicidad, etcétera.
Escenario 2: “Cada quien en su casa y Dios en la de todos”
No descartes que con el tiempo se pudiera establecer una relación duradera, pero sin llegar a compartir casa y familia. La posibilidad de convivir con un hombre, cuyo compromiso sea el de un compañero afectuoso y responsable en el plano emocional y sexual, pero que sabe, porque tú así lo has decidido, que jamás pisará tu casa más que para las visitas cordiales, y sin que existan planes para que se convierta en integrante de tu círculo familiar.
Aquí les reglas son claras: de la puerta de tu casa hacia fuera, el vínculo afectivo y amoroso. De la puerta hacia dentro, seguirá siendo tu espacio y el de tus hijos. Él no se inmiscuye, no opina, mucho menos toma decisiones en tu familia y tu hogar.
Escenario 3: “Mi mamá y su pareja viven conmigo”
A lo mejor la relación va viento en popa, y no desechas la opción de vivir juntos sin casarse (concubinato). Con el tiempo y la convivencia diaria tu compañero y tú se conocen; saben que se necesitan, que se sienten cómodos con su compañía, que comparten opiniones y coinciden en gustos, le consultas decisiones, pero no las sujetas a su autorización.
Las afinidades son mayoría y las discrepancias cada vez son menos. Tu hijo o tu hija aprueban tu relación y aprecian a tu pareja. En suma: sabes qué terrenos pisas y no descartas la posibilidad de que esa relación evolucione para convertirse en un compromiso conyugal.
Escenario 4: “Con todas las de la ley”
Tu pareja y tú deciden que la relación deba llevarse ante el Registro Civil o el altar y vivir como una nueva familia bajo un mismo techo con pleno reconocimiento de la sociedad y de la iglesia, cualquiera que sea la creencia que profeses.
Para asumir este vital compromiso debió haber pasado algún tiempo, el suficiente como para conocerse, para saber quién es la persona con la que te vas a unir. Si el divorcio fue conflictivo te recomiendo que entres en un proceso terapéutico para no repetir patrones. Sobretodo si no has resuelto muchas cuestiones de tu relación anterior.
Dar este paso no es tan sencillo. Tu pareja y tú deben haber superado un sinnúmero de interrogantes que, si no son suficientemente discutidas y aclaradas, son las que a veces conducen a un nuevo conflicto. Entre los compromisos que deben quedar suficientemente claros está el de la autoridad, el de la economía familiar, el de las creencias religiosas y cuestiones morales, el de la organización del hogar, el de la convivencia con las familias de origen, etcétera.
Y sobre los hijos, las cosas deben quedar muy claras. Tu nueva pareja debe aceptar que tu hijo o hija tienen una relación con su padre biológico, que permitirá que tu ex le llame a tu hijo a la casa. A los hijos no puedes alterarles los compromisos establecidos con su padre; como tampoco tú puedes interferir en los que han asumido con su madre los hijos de tu nueva pareja.
Si estas decidida y has reflexionado, junto con él, sobre todas estas circunstancias, creo que estás lista para construir un nuevo hogar.
Los celos ante las nuevas parejas de los padres
A muchos niños les causa mucho sufrimiento saber que sus padres han empezado a relacionarse con otras parejas. Para ellos es como la confirmación de que sus papás no volverán a estar juntos. El hijo(a) de padres separados tiene la fantasía que sus papás se reconciliarán y todo volverá a ser como antes. Muy pocos reaccionan favorablemente cuando son presentados a la nueva pareja.
Si bien las madres solas tenemos derecho a rehacer la vida afectiva hay que pensar en los hijos. No todas las relaciones son dignas de llevarse a casa. Sobre todo cuando apenas están en el periodo de conocerse. Una madre o un padre que constantemente están cambiando de pareja crean en el niño una angustia permanente de sustitución del padre ausente o la madre que no está.
Los celos son normales y es mejor que el niño los exprese, siempre y cuando no lleguen al grado de sufrir por ello. Explícale con ternura que papá ya no volverá a ser tu pareja y que tienes derecho a relacionarte con otro hombre afectivamente. A veces los varoncitos toman el papel del padre en la nueva estructura familiar. Se creen la pareja de mamá y que van a protegerla y por lo tanto no permiten que ningún hombre se les acerque. Se ponen furiosos cuando la madre siquiera comenta que otro hombre le gusta, aunque sea el galán de la televisión. Más aún cuando se descubre a la mamá en brazos de un nuevo amor, el niño lo puede vivir como una traición de la madre y como una falta de lealtad hacia el padre también. Muchas mujeres de forma tal vez inconsciente admiten que el hijo ocupe el lugar del padre. Lo tratan como el compañero. Le dan su lugar no solo en la mesa sino en los acontecimientos de la familia. Muchas veces discuten con ellos los permisos de los hijos menores y se les encarga la tarea de velar por ellos cuando la mamá no está en casa. Esto puede significar un verdadero problema sobre todo en la adolescencia cuando sientan que no merecen o no pueden relacionarse con una mujer porque están atados a la relación con la madre.
En la medida que no permitas los chantajes y tengas seguridad en lo que estás haciendo, el niño también se sentirá, seguro y confiado de que su mamá sabe decidir qué es lo mejor.
No te precipites
Muchas madres solas se precipitan en la búsqueda de una pareja para resolver las necesidades amorosas, tanto personales como – a veces - las del hijo. Pretenden “normalizar” su situación como familia y proporcionarle a su hijo una figura paterna. Parece como si encontrar una pareja lo más rápido posible fuera la solución a todos sus problemas. Además, en un alto porcentaje, suelen quedar embarazadas rápidamente para dar descendencia a su nueva pareja y asegurar así el vínculo con ellas.
Desgraciadamente, en la mayor parte de los casos esta solución fracasa, y al buscar rápidamente otra pareja no da tiempo a que ésta se vincule afectivamente con el niño o la niña, ni que la relación de pareja se desarrolle en un tiempo adecuado para progresar positivamente. Por otro lado, iniciar sobre bases muy endebles una nueva familia, hace -con frecuencia- que los hijos de la anterior relación tengan dificultades para integrarse en el nuevo contexto y en muchas ocasiones no se sienten queridos por la pareja de su madre y al no formar parte natural del recientemente formado núcleo familiar. El planteamiento más sensato sería que la pareja es una opción. No una solución ni la mejor. Para que las personas puedan vincularse afectivamente se necesita que las relaciones se desarrollen con el tiempo y que las personas deseen asumir conscientemente algunos compromisos.
De hombres, ni hablar
Puede ser que seas una mamá sola a quien no le interesa volverse a relacionar con un hombre amorosamente, y está bien. La búsqueda de la pareja no está en tus planes, o al menos, no por el momento, y tu vida sexual entra en un letargo, en un adormecimiento que debe ser consciente. Si hay una profunda convicción y la decisión nace profundamente del corazón está bien. Si hay por ahí un resentimiento o miedo por alguna relación anterior o si tu marido no fue lo suficientemente amoroso, paciente, entregado, si por el contrario quería sexo sin que tú lo desearas y quedaste muy dolida, entonces te recomendaría que lo trabajaras en terapia o en algún grupo de autoayuda.
La energía del eros, la fuerza sexual que todos tenemos puede ser sublimada hacia otros amores, que no son carnales, y hacia otras actividades creativas y eso también les genera grandes satisfacciones a las mamás solas. A muchos hombres les cuesta trabajo explicarse cómo una mujer que tuvo marido, puede permanecer sin tener intimidad. He oído incluso comentarios muy ofensivos de varones inconscientes que tachan a mujeres que han decidido no relacionarse sexualmente, de reprimidas, frígidas, neuróticas y hasta de lesbianas. El celibato o la abstinencia que practican por mandato o por convicción muchos seres humanos libres o pertenecientes a órdenes religiosas, no es solo una forma de doblegar los apetitos de la carne sino signo de adaptación a las circunstancias elegidas o no, pero que se presentan en la vida. Se le encuentra un significado a la abstinencia orientando esa energía hacia fines de carácter espiritual, en muchas ocasiones. Es un mito que las mujeres u hombres que no tienen actividad sexual tengan carencias emocionales o afectivas o incluso se vuelvan raras o neuróticas. Más bien dirigen sus impulsos y los transforman en energía útil para realizar muchas otras cosas incluido el amor a otros seres humanos, el servicio a una causa y la entrega al desarrollo del arte, la pintura, la música, etcétera. Lo ideal, claro, sería tener un equilibrio en el ejercicio de la sexualidad también, sin embargo, a la vida hay que responderle y a veces el encuentro de una nueva pareja parece demorarse para muchas mamás solas y no por ello deban sentir que les falta algo para ser felices.
¡Cuidado! No te sientas víctima
Para muchas mujeres el hecho de haber sido abandonadas, traicionadas, o rechazadas puede constituir una experiencia muy traumática que las hace desistir de toda posibilidad de un nuevo encuentro amoroso. Cuando sentimos que se han aprovechado de nosotras, o nos han despreciado podemos caer en la nada aconsejable actitud de sentirnos víctima y pensar que el amor es peligroso y potencialmente doloroso, dice Gerald Jampolsky. Podemos terminar en las profundidades de la desesperación, sintiéndonos miserables, enojadas, deprimidas y con miedo a amar. La verdad es que lo que nos pasa, es que nosotras mismas tenemos la opción de hundirnos o aprovechar las experiencias positivamente. Tú eliges que deseas. A veces nuestros propios pensamientos sin amor por nosotras mismas son los que nos hieren. Dice el doctor Gerald G. Jampolsky que nos ponemos en el papel de víctima cada vez que negamos que los sentimientos se originaron en nuestras propias mentes. Solemos entonces elegir relaciones que son reflejo perfecto de la creencia de que no merecemos amor. Nos desprendemos de la esclavitud que nos impusimos cuando tomamos la responsabilidad de nuestros pensamientos y nuestras acciones.
Del amor
Es todo un reto saber si se está o no con el hombre adecuado. Las mujeres tendemos a producir toda una película cuando conocemos a alguien. Nos imaginamos protagonistas de una bella historia de amor y adecuamos las circunstancias a nuestra conveniencia. No dejamos de ser románticas. Nos entregamos. Creemos que esa persona va a venir a satisfacer todas nuestras necesidades de afecto, pertenencia, proyecto de vida o compañía, etcétera. ¡Que bueno que volvamos a creer en el amor y nos llenemos de ilusiones!, pero la experiencia vivida debe ser un antecedente que nos permita caminar con más cuidado. Ya tuvimos la vivencia de una relación anterior y sabemos que hay muchos aspectos que hay que tomar en cuenta para la consolidación de una buena pareja. En ocasiones lo que vivimos fue la desilusión del amor. Tal vez experimentamos la fractura y el dolor, un camino de lágrimas, el rencor, el odio, la mentira la indiferencia, y nos fuimos alejando de lo que creíamos que era el verdadero amor.
"Pero para conocer a la persona amada hay que renovarse a diario, volver a poner las barreras, no llegar a esa intimidad que por ser tan familiar cree que se ha conquistado a la persona" Erich Fromm.
Walter Riso, el autor de Los límites del amor y Cuestión de dignidad, entre otros libros, dice que un amor fuera de control es definitivamente apasionante para las almas atrevidas y deseosas de emociones fuertes, pero igualmente puede resultar malsano si estamos con la persona equivocada. Para amar no debes renunciar a lo que eres. Un amor maduro integra el amor por el otro con el amor propio sin conflicto de intereses y si tu hombre obstaculiza tu autorrealización, no se interesa por ti o vulnera tus principios o valores, debes optar por no involucrarte más con él. Que no te gane el miedo, la incertidumbre o la soledad afectiva, muchas veces la expectativa de un porvenir incierto hace que se prefiera lo malo a lo posible, dice Riso, el terapeuta y psicólogo italiano.
Mis amigos escritores me han enseñado tanto a través de sus libros y en las conversaciones que hemos tenido en la radio y televisión que hubiera querido trasmitirte todo, pero el espacio de un libro no lo permite, sin embargo alguien que también habla de la pareja con mucha sabiduría es Jorge Bucay, autor de Amarse con los ojos abiertos y El camino del encuentro. Él dice que la pareja no es una prisión, ni un lugar donde engancharse o quedarse atrapado, sino un camino del desarrollo de ambos. Un camino elevado y quizá riesgoso. Pero sin duda uno de los más hermosos y nutritivos caminos que se pueden escoger. Redefinir la pareja significa hablar sobre amor y esto implica saber de qué cosas hablamos cuando lo hacemos de ese sentimiento en un vínculo tan especial como es el que se entabla entre un hombre y una mujer que planean seguir juntos en el camino. En la ensalada de la pareja, sin embargo, lo vertical de mi capacidad de amar, se entrelaza con lo horizontal de mi deseo. De cualquier manera Bucay dice que el amor entre un hombre y una mujer se parece a los otros amores en lo que respecta al genuino interés por el bienestar del otro.
El Dr. Eduardo Grecco, a la pregunta de ¿Qué es el amor?, responde: “el amor es un suceso que siempre nos implica y mientras que a través del deseo el cuerpo se nos revela, por medio del amor nuestra intimidad y nuestra sombra se tornan visibles. Cuando nos aman y nos desean se produce el milagro de reencontrar nuestro cuerpo cosido a nuestra alma, al punto de que cuando nos dejan de amar, es como si nos desvaneciéramos, como si dejáramos de ser visibles. El amor agrega densidad, ganas de vivir, corporalidad pero también, es el motor que nos lleva hacia delante en el proceso de evolución. Por eso la experiencia amorosa es necesaria y por eso el hombre habita en el amor, porque el amor no es un proyecto que pueda construirse, sino un acaecer que debe ser vivido, no para que tenga sentido sino para dar sentido a la vida”.
Si estás abierta a la posibilidad de encontrar una nueva pareja solo piensa que no estás sola, que tus decisiones involucran a tus hijos. Si construyes una nueva relación basada en el respeto, la solidaridad, la autonomía y la reciprocidad podrás modelarles lo que es tener una pareja que enriquezca la vida, y esa es una experiencia de vida que bien pueden aprender de ti.