Hace poco tuve la oportunidad de tener entre mis manos el libro “La creatividad en una cultura conformista. Un desafío a las masas” de Robert J. Stenberg y Todd Lubart. En éste, los autores proponen una bella y oportuna metáfora: el hecho de ser creativo como comprar a la baja y vender al alza en un mercado de valores.
Obviamente esto tiene varias connotaciones. Entre ellas está la de entender la creatividad como la asunción de riesgos, como la superación de obstáculos (tanto endógenos como exógenos) o la aceptación de que, lo más habitual, es que no seamos entendidos en nuestro contexto universitario, empresarial o social. Ya desde la educación que recibimos en las escuelas y universidades, existe un desaliento total de la creatividad. El título del libro habla de una cultura conformista, que muchas veces rechaza las nuevas ideas simplemente por el hecho de ser nuevas y no encajar en los modelos mentales sociales. De todos modos, después de releer las últimas líneas del libro, me atrevería a decir que el mensaje que quieren transmitir los autores es un mensaje positivo: todos tenemos la oportunidad de ser creativos. Para ello es necesario conocer cuáles son los factores que participan de esta posibilidad y hacerlos confluir en nosotros mismos.
En un mundo como el nuestro donde, sobre todo ahora, el cambio es constante, la creatividad puede ser la llave de la supervivencia y del éxito. Pero la creatividad no surge de la nada. Son imprescindibles ciertas bases para poder ser creativos en el “mercado de las ideas”. Pero, ¿cuáles son esas bases? Si todos tenemos la posibilidad de ser creativos, ¿qué hace que algunos desarrollen dicha capacidad y otros no? Seis son los factores o recursos que nos proponen los autores como pilares básicos para el desarrollo de la creatividad. Factores que me gustaría compartir con el lector:
1.- INTELIGENCIA: Lejos quedan los tiempos en los que se confundía creatividad con inteligencia. Hoy sabemos que la primera va más allá de la segunda, pero necesita de ésta. La inteligencia juega tres papeles clave en la creatividad: la inteligencia sintética, como la capacidad de producir y generar ideas originales. Pero esto no basta, es necesario hacer uso de la inteligencia analítica para evaluar nuestras ideas y discriminar aquellas que realmente tienen potencial de las que están abocadas al fracaso. Por último, la inteligencia práctica será la que nos permita “vender” nuestras ideas, presentar nuestro trabajo con éxito ante un público.
2.- CONOCIMIENTO: A fin de hacer un trabajo creativo, tendremos que trascender el sistema dominante en un campo determinado. Para ello tenemos que conocer cuál es ese sistema. Si no conocemos lo que hasta el momento se ha hecho en el campo en el que queremos ser creativos, corremos el riesgo de reinventar la rueda. De todos modos el factor del conocimiento, contrariamente a lo que cabría esperar, no responde a la máxima de “a más conocimiento, más creatividad”. A veces, conocerlo todo sobre algún campo, nos puede conducir a un pensamiento estanco, inamovible, incapaz de ir más allá de los límite que establece dicho campo. Pasaríamos de ser dueños de nuestro conocimiento, a esclavos del mismo.
3.- ESTILOS DE PENSAMIENTO: “Los estilos de pensamiento consisten en cómo se utiliza o explora la propia inteligencia”. No debemos confundirlos con las habilidades, sino más bien con el uso que cada uno se compromete a hacer de éstas. Una persona puede tener la capacidad de comprar a la baja y vender al alza, pero no disfrutar a la hora de utilizar sus capacidades de este modo. El estilo es necesario para “encender” aquellas capacidades que, de otro modo, podrían permanecer latentes.
4.- PERSONALIDAD: En un estudio en el que se preguntó a la gente qué características definían a la persona creativa, muchos de los participantes coincidían al describirla como “alguien que se arriesga”. Esto forma parte de la personalidad, de la manera de sentir, pensar, ser y comportarse de cada uno. No cualquiera compra un valor “perdedor” y deja escapar uno “ganador”.
5.- MOTIVACIÓN: Las personas creativas hacen casi siempre algo que les gusta, por lo que sienten una motivación especial, entrando casi en un estado de “flow” (como diría el psicólogo Mihalyi Csikszentmihalyi) que les lleva a olvidarse de todo lo que no sea la tarea en la que están inmersos. La creatividad difícilmente surgirá de alguien que odia la empresa o la labor que tiene entre manos.
6.- CONTEXTO MEDIOAMBIENTAL: Los cinco factores anteriores se refieren al individuo, pero el lector coincidirá conmigo en que existen ciertos medios que fomentan y nutren la creatividad y otros, por contra, la aplastan. Está comprobado que en sociedades dominadas por un régimen dictatorial, se producen un menor número de trabajos creativos y no precisamente porque haya menos personas creativas, sino porque el contexto social reprime todo lo que no esté en consonancia con lo establecido.
La creatividad no es sólo tener buenas ideas. Precisa de carácter. Si se quiere hacer un trabajo creativo se ha de tener el coraje para intentarlo y luego volverlo a intentar, enfrentándose al modo “establecido” de hacer las cosas. Es redundante decir que el momento que nos ocupa es también un tiempo de oportunidades, pero sí es importante identificar cuáles son esas oportunidades. Ahora más que nunca tenemos la posibilidad de escoger entre la creatividad (innovación) o la conformidad (hacer lo de siempre). Todo depende nosotros mismos, como estudiantes en prácticas, como empleados, como directivos y como gerentes de empresas... y de nadie más.
¡Tú eliges!
Escrito por: Luis Miguel Gómez
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