Bienestar

Los zapatos: ¿qué calcen o lastimen?

zapatos_que_calcen_o_lastimenHay varios modelos, colores, formas y estilos de zapatos, todos ellos tienen siempre una compradora lista para combinarlos con los distintos tipos de atuendo. Y como bien se dice “En gustos se rompen géneros” porque las mujeres tenemos gustos distintos respecto a los zapatos, sin embargo, todas los amamos.

A mí por ejemplo, me gustan los zapatos clásicos, elegantes, de preferencia de colores oscuros, pienso que son más combinables y que puedo sacarles un mejor provecho, sinceramente me encanta que sean de tacón alto aunque a veces me canse mucho. Las modas nunca han ido mucho conmigo. Si me encantan los zapatos me los compro sino prefiero no gastar.

Hace algunos meses me topé-por azares del destino- con unos zapatos que a la vista eran exactamente lo que estaba buscando, de tacón alto, oscuros, no muy clásicos pero, de primera impresión, se acercaban a lo que había soñado. La tienda era bastante rara, no tenía letrero y tampoco mucha variedad, entré y le solicité a la única señorita que atendía, que me trajera unos del número cinco.

La señorita inmediatamente me dijo que el único par era el del aparador, accedí a probármelos. Cuando aquel calzado entró a mis pies me sentí en las nubes aunque al caminar los sentí algo raros. La señorita se percató de mi cara de duda y me propuso que los usara unos meses para decidir si quería pagar por ellos pues el costo de esos zapatos no era muy accesible a mi bolsillo.

Acepté y la primera vez que los presumí fue en una boda. Los zapatos se portaron muy bien, estaban relucientes, eran nuevos. No me cansaron mucho pero cuando quise bailar una última canción mis pies no me respondieron. No quise separarme de mis zapatos nuevos durante un tiempo, los usaba hasta con la pijama, eran hermosos, al menos para mí ¿Cómo iba a querer separarme de ellos?

Además, de una forma extraña los demás zapatos dejaron de quedarme y a mis ojos eran viejos, feos, no me daban ganas de usarlos. El uso continuo de los zapatos nuevos requirió mucha paciencia de mis pies porque los zapatos tenían ya muchas ideas preconcebidas respecto a donde ir, con quien ir y la forma en la que había que dirigirse a ciertos lugares y comportarse en determinadas situaciones, mi voz se apagó.

Empezamos a tener enfrentamientos, los zapatos cobraron vida propia y terminaron por lastimarme mucho. Mi terquedad me mantenía con ellos. Nos separamos algunos días pero terminaba por volverlos a usar, me miraban con una cara que decía “No puedes dejarme” y por unos momentos, les creí. Empezaron a exigirme que cambiara mi forma de vestir.

Estos zapatos nuevos fueron llevados a muchas fiestas, sin embargo, no pudimos concluir juntos ninguna, el dolor era tal que terminaba por salirme temprano. Nunca pensé en cambiarlos. No sé si estaba enamorada de aquel único par, al menos para mí fue único aunque creo que ese par no era mi par. El día a día era algo desconcertante pues de repente eran zapatos justo a mí medida y al instante se convertían en la peor pesadilla de mis pies.

Una noche salimos a pasear juntos, siempre juntos. La velada transcurrió normal hasta que la esquizofrenia que se había apoderado de ellos días antes decidió salir para jamás irse, mis pies sangraban, tenía moretones en los talones y mis dedos estaban irreconocibles. Los observé fijamente y me percaté que ya no se acercaban ni tatito a lo que había soñado, ya no eran tan altos ni hermosos pero si muy oscuros como lo sería mi destino si continuaba usándolos. Decidí quitármelos y dejarlos en la calle.

Al día siguiente asumí mi responsabilidad, debía regresar a aquella extraña tienda y pagar el precio de aquellos zapatos nuevos a pesar de mi inconformidad. Sin embargo, cuando me dispuse a hacerlo, me encontré con que el local estaba vacío, nadie sabía nada a cerca de esa tienda, algunos a los que les pregunté negaron incluso su existencia. Agradecí la desaparición, imagínense, ahorita estaría pagando unos zapatos que no tengo.

¿Extraño no? Pienso que aunque esos zapatos no fueron mi destino, sí eran un medio para hacerme llegar a él. Agradezco los buenos momentos que tuve con ellos y espero que no me guarden rencor, simplemente no eran de mi número y no puedo cortarme los dedos, ni agrandarlos. Decidí dejar de ver zapatos, por ahora ando descalza por mi tranquila vida, mis pies necesitan sanar aquellas heridas, necesitan orearse.

Me siguen gustando los zapatos clásicos, de tacones altos y oscuros. Confirmo mis gustos y mis disgustos. Valoro mi coraje por haberlos probado. Amo mi terquedad, algún día dejará de ser terquedad y se convertirá en perseverancia y esa perseverancia alcanzará ese sueño que sueño con intensidad. Sigo vistiendo igual porque adoro mi estilo, ya habrá unos zapatos que hagan la combinación perfecta con mis vestidos.

Nunca cambien su forma de vestir por unos zapatos, hay muchos, muchos zapatos ¿Porqué usar aquellos que nos lastiman? Si tienes un par que te lastima mucho, regálalo, tíralo, haz lo que quieras pero simplemente déjalos de usar porque los callos ya no se borran y se ven feos, ya no van a poder usar zapatos abiertos y presumir sus preciosos pies.

Lo sano es que escojan unos zapatos que no lastimen, al contrario, que calcen, que hagan click con su estilo. En ese momento se percatarán que comparten gustos y por lo tanto podrán compartir una larga vida con el mismo estilo, pues al compartir, esos zapatos también las escogerán y entonces harán par. Suerte.

Escrito por: Evangelina Jiménez

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